Según internet; los rumores son proposiciones diseñadas para ser creídas, se transmiten de persona a persona habitualmente de forma oral, sin que existan datos para comprobar su veracidad o infundado con un mínimo de información manipulada.
Minie podría decir que por todo el Hospital Ángeles del Sur corría un fuerte rumor, pero sería un error. Porque; que el Doctor Campell se casaría con la chica de la abuela en coma era real, así que, no era un rumor…
Pero, nadie parecía tener la suficiente valentía para preguntárselo de forma directa. La gente es extraña a veces… ¿no lo creen? Es decir; es tan fácil resolver las dudas con una simple pregunta y en su lugar prefieren lanzar miradillas de sospecha sobre el hombro y cuchichear.
Había guardado aquel anillo que evidenciaba lo que deseaban saber. Descansaba en el bolsillo trasero de sus pantalones del trabajo, provocando un punzante piquete cada vez que se sentaba, recordándole su presencia e importancia.
Los días en el trabajo la dejaban con sensaciones un tanto negativas, cada vez se sentía un poco más extraña. Cada día se sentía un poco menos como ella misma en aquella tienda del centro, los sonidos del checador de precios y Timmy recordándole la hora de llegada ya no se sentían como una parte de ella. Seguía pasando el tiempo mínimo en casa, porque estar ahí le recordaba el peor momento de su vida. Así que estaba de nuevo en aquel sillón que llevaba siendo su lugar para dormir desde hace casi tres meses.
—Hola, hola… —Bruno; el doctor que siempre andaba con Bastian por ahí y quien había sido el primero en ser amable con ella la observaba desde la puerta.
Minerva lo miró, tratando de averiguar si estaba ahí para darle noticias o para saberlas. Desde que había llegado aquella tarde, no se había cruzado con Bass, pero si con muchas miradas curiosas de distintos miembros del personal, asomándose disimuladamente al pasar, mirando como quien no quiere la cosa hacia su mano.
Era un poco comprensible; aquel era el lugar de trabajo de Bass y lo había sido por varios años, además de la gran reputación en la que Bastian era un soltero codiciado por muchas, sumando el hecho de que su soltería llevaba vigente treinta años, daba un resultado y era que todos querían asegurarse con sus propios ojos de que Bastian Campell se iba a casar. Al menos nadie sabía lo de la herencia, los Campell eran una familia sumamente privada con sus asuntos, y Minie lo agradecía. Porque de haber sido de conocimiento público que una herencia millonaria estaba en juego, aquella curiosidad colectiva habría sido mucho más molesta.
—Hola… —lo miró con la desconfianza colándose por sus poros.
—Bastian me ha contado todo y quería felicitarte personalmente.
Entornó los ojos, al parecer “todo” no era todo. Porque, no la estaría felicitando por vender su felicidad.
—¿Qué te ha contado? —se obligó a emitir una sonrisa casual.
—Pues lo de su boda, ahora está en cirugía, por eso no ha venido a verte. Creo que debí sospecharlo desde antes, pero… ¡Fueron tan buenos ocultando lo suyo! —una mueca de felicidad combinada con sorpresa llenó el rostro amigable del moreno, que entró a la habitación y se sentó en aquel banquillo que Bass siempre usaba.
Minie se sintió un poco culpable por la insana facilidad con la que engañaron a todos.
—Bueno, deseábamos estar seguros, aunque la verdad era que no me esperaba que me pidiese matrimonio, fue una sorpresa de verdad —comenzó a soltar en aquel tono emocionado que había usado el día de su propuesta.
Bruno la miró, como si tratase de ocultar una mueca.
—¿Sabes lo de… la herencia?
Ella sonrió con ligereza ante su tono precavido y asintió. No había pensado en la probabilidad de que él supiera ese detalle, pero era un poco obvio por su cercanía con Bass. Al menos, ella estaba preparada para maquinar cualquier respuesta.
—Pero eso no tiene nada que ver con lo nuestro, es solo… parecía destinado. Es decir, dejamos de vernos por tanto tiempo y… justo en uno de mis peores momentos vuelve a aparecer, Bass ha devuelto el sentido a mi vida. Y si al casarnos de paso podemos salvar el dinero de su familia, entonces es… grato —soltó, pensando en líneas que ya había leído en alguna historia de amor, aunque algunas partes bien podrían ser ciertas.
Bruno asintió, con un aire de regocijante alegría.
—En verdad lo dudaba, pero hablas de él como Bass de ti, con esa mirada… jamás creí que mis ojos verían este momento; mi amigo enamorado —Bruno negaba con incredulidad y una sonrisa plantada en su rostro.
Minerva sonrió al escuchar aquello; Bass habla de ti, Minie.
—Te dije que no molestaras a mi prometida —la voz divertida de Bastian los hizo mirar en su dirección. Secaba sus manos con una toalla desechable y parecía cansado, se dejó caer contra el marco de la puerta.
—Sólo conversamos —soltó Bruno con tono inocente, mientras sacaba de su bolsillo una barrita energética y la lanzaba hacia el recién llegado.
Minie comenzó a preguntarse porqué Bastian trabajaba tantas horas en aquel hospital. Con todo el dinero que tenía bien podría pasar los días en casa; tomando limonada y sumergido en un jacuzzi.
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Editado: 10.08.2021