Suspiré profundamente, mientras pasaba una mano por mi cabello, por más tonto que sonara no quería ser un desastre en ese momento, me detuve frente al chico de cabello rojizo y sonreí ampliamente tomando asiento.
Suspire fuertemente, relajando cada uno de mis músculos contra el respaldo de la silla, me acomode y volví a mirar al chico fijamente, sus ojos parecían dos trozos de metal frio y brillante, su cabello rojizo semejante al atardecer, aparte la mirada y me dispuse a observar como poco a poco la pista de baile comenzaba a llenarse.
El chico parecía tan distante y a la vez tan cercas, en realidad nunca había conocido alguien que causara esa impresión con tan solo verlo, aun así…no estaba muy seguro del por que me encontraba en ese momento ahí sentado junto a él, sin decir una sola palabra, como en espera de escuchar su voz nuevamente.
Aparte la mirada y me relaje un poco más, la verdad estaba muy cansado para seguir intentando hablar con aquel chico, que al parecer parecía ignorar mi presencia en lo más mínimo, al meno se hubieran tomado la molestia de elegir a alguien más simpático para emparejarlo conmigo, pensé al ver como todos se estaban divirtiendo.
Me puse de pie y extendí la mano para invitar a bailar, al chico que se encontraba a mi lado, él solo me miro lleno de curiosidad y extendió su mano, en forma de aceptación, al parecer no era tan mala persona como pensaba, lo lleve rápidamente hacia la pista y todos parecían estar completamente anonadados con lo que estaba pasando.
Sebastián solo se limitaba a seguirme el paso, mientras que todos nuestros compañeros parecían estar presenciando algo realmente imposible o difícil de creer, sonreí ampliamente al ver que mi compañero se estaba divirtiendo con todo lo que estaba sucediendo, me detuve frente al pelirrojo y este comenzó a moverse al compás de la música.
El ritmo de la música no estaba nada mal, lo que me facilito seguirle el paso al pelirrojo, me encantaba bailar ese tipo de canciones en el que no necesariamente tiene que existir un contacto físico con tu compañero de baile, sin embargo, era divertido observar como todos parecen estar observándonos con curiosidad.
La música se detuvo en cuestión de segundos y tome de la mano a Sebastián para llevarlo nuevamente hacia la mesa, tome asiento invitándolo a disfrutar de la deliciosa cena que se había servido minutos antes de que la música dejara de sonar.