Se encontraron en el puente. Se dieron las manos algo distantes. Se miraron con dureza. Empezaron a hablar y se dijeron un montón de cosas. Al terminar de explicarse el uno con el otro, y no tener nada más que decir, uno de ellos puso la palma de su mano sobre el hombro del otro y dijo: "somos tan diferentes ahora, ¿habrías creído que sería así?" - y tras prolongar una mirada de pena al otro le dijo adiós finalmente y se retiró por el lado del puente que conectaba a la ciudad.
Los dos hombres eran el mismo hombre, pero cada uno era otro hombre. El uno el de antes y el otro el de ahora. El de antes regresó al pueblo por el otro extremo del puente y no supo más de que desde entonces fue citadino.