Moisés seguro debe de estar bromeando o quizás yo he escuchado mal. Porque que me diga que Solange a desaparecido no se lo creeré.
Al menos que el desconocido esté involucrado, cosas que quizás sea posible.
—¿Q-Qué quieres decir con eso? –pregunto aún confundido ante lo que dijo.
—Solange solo se alejó unos pocos metros de nosotros para contestar a una llamada –dice y se escucha que está muy preocupado–, y desde hace media hora no ha vuelto. Hemos llamado a su celular y nos envía al buzón.
—¿Llamaron a su mamá? –pregunto.
—Si, y nos dijo que no ha llegado a la casa –responde.
—¿No crees que sería bueno reportarlo eso a la policía? –me escucho preguntar.
—Sería lo más idóneo –reponde, luego suspira–. Bueno, ya debo colgar. No me quedan muchos minutos. Nos vemos mañana.
—Hasta mañana amigo –digo y finaliza la llamada.
¡Cristo! No puede ser que realmente Solange haya desaparecido. Esto, esto no puede estar pasando. Ella seguro debe de ir en camino para su casa. Sí, solo debe de ser eso.
Pero una gran parte de mí dice que eso no es cierto, que ella no está. Sí, solo una persona viene a mi mente. El desconocido. Solo ese maldito infeliz debe de estar involucrado.
Nos sentamos en una de las bancas que están afuera de la venta. Permanezco en silencio, aún pensando en lo que he hablado con Moisés minutos atrás.
Trato de no demostrar mi preocupación para no alarmar a Carolina. Aunque con las respuestas que daba a Moisés son evidencia de que algo malo está pasando.
Solo espero que no pregunte nada Carolina.
***
Término de cepillar mis dientes. Enjuago mi boca. Me limpio y me dirijo a mi habitación. Mi papá acompaña a Carolina a su casa. Sonara absurdo, pero por lo que hoy ha pasado no quiero que nada malo le pase a ella. Aunque viva a tres casas de la mía.
Poco después entran mis padres. Mamá se sienta a mi lado. Papá se coloca delante de mí.
—Aún me cuesta creer que estemos los tres, juntos –digo feliz. Bostezo y llevo una de mis manos a mi boca.
—Pues deberías, Elías –ríe papá. Se acerca y sacude mi cabello–. Hay que descansar campeón, hoy fue un día muy cansado.
—Buenas noches papá, mamá –los veo y ambos me sonríen.
—Buenas noches, hijo –responden al mismo tiempo.
Me dan un beso en la frente y me acuesto. Mamá apaga la luz y cierra la puerta. Veo el techo de mi habitación y poco después me duermo.
***
Antonio
Permanecemos en silencio mientras caminamos a nuestra habitación. Rosa se cambia de ropa, mientras yo me dirijo al baño de la habitación a cepillarme mis dientes. Luego me cambio de ropa y me dirijo a la cama.
—¿Piensas decirle todo, Antonio? –pregunta Rosa mientras lee de alguna revista.
–Aún no lo sé –respondo–. ¿Y tú? –volteo a verla.
—No lo sé –responde.
—La verdad va a dolerle.
—Es mejor, a que viva engañado...
—Entiendo –la interrumpo–. Mierda, en qué momento no me pude deshacer de él.
—Bien podríamos saber si nombre si tan solo no lo hubieras dejado ir.
—Es seguro que debe de ser él. Estoy cien por ciento seguro que debe de ser él –digo y frunso el ceño–. Debí deshacerme de él. No estuviéramos viviendo todo esto.
—Dejemos de pensar en eso. Me duele la cabeza de tan solo recordar el pasado –pide, casi parece suplicar.
—Está bien –cubro mi rostro con mis manos–. Ya descansemos.
—Buenas noches Antonio.
—Buenas noches, Rosa –le doy un beso. Se duerme.
Me cuesta conciliar el sueño. Aún sigo pensando en aquellos días atroces de mi pasado.
Observo el cielo nocturno a través de mi ventana. Bajo de la cama y me acerco a ella. Mis recuerdos ahora vuelven dos días atrás.
—¿Qué iba a ser lo que nos ibas a decir, Will? ¿qué? –recuesto mi cabeza, de la ventana. Cierro mis ojos para recordar.
Flash back.
01 de julio, 2016.
Veo las noticias. Hace unos quince minutos me he despejado de la computadora.
Estoy harto de estar buscando a esta persona que nos está fastidiando día a día, pero no doy con su paradero.
Recibo un mensaje de Gabriel quien me ayuda con estar al pendiente de Elías. Él es quien ha estado informándome de los moviendo que Elías hace.
Rosa está sirviendo la comida. Me llama. Me levanto y me siento en la mesa.
—¿Cuánto tiempo más estaremos aquí? –pregunta Rosa. Seguro ha de estar desesperada.
—Recuerda que estamos aquí, para evitar que esa persona no nos haga daño y no siga interfiriendo en la vida de nosotros.
—¿Pero no crees que ya es tiempo suficiente? ¿No crees que ya deberíamos regresar con Elías, ya sabes, para protegerlo? ¿o acaso crees que él iba a dejar a Elías tranquilo, mientras nosotros estamos aquí? y bien lo sabes, con todo lo que te ha dicho Gabriel –dice ella molesta.
—Tienes razón –digo–. Aunque, el tiempo que hemos estado aquí, he podido encontrar algunas pistas que nos puedan llevar a esa persona. Mañana me darán información que...
Iba a terminar, pero me quede en silencio porque, está golpeando la puerta.
—¿Quién puede ser? –pregunto enarcando una ceja.
—No tengo idea –se enconje de hombros–. Ve a ver quien es.
Me dirijo a la puerta. La abro. Verlo me sorprende. Verlo lleva mis pensamientos a hace diez años. Verlo me sobresalta y me hace dar un paso atrás.
Por un momento creo que es un espejismo. Pero verlo en ese estado en el que está,no creo que lo sea. Está muy golpeado, con una brazo sangrando. Su ropa rasgada. Apenas y puede mantenerse de pie. El se recuesta de la pared.
—¡¿C-Cómo es posible que tú estés con vida?! –me escucho preguntar. Aún sigo sorprendido de verlo y tenerlo frente de mí.
—No he venido para que me recordarán –escupe sangre–. He venido para decirles que se vayan, porque vienen por ustedes y no vienen a nada bueno. Será mejor que tomes mi advertencia, Antonio.