Capítulo once
El ex novio
Sonrio al escuchar el suave tarareo de mi hermano, es dulce y tierno a la vez.
Haziel frunce un poco el entrecejo mientras termina de usar el color azul y vuelve a tantear dentro de mi lapicera, tomando el color amarillo. Ninguno de los dos dice nada, ambos nos concentramos en nuestras tareas o al menos yo lo hago, él sólo dibuja un goku de forma cuadrada muy parecido a esos personajes de ese videojuego: minecraft.
Tranquilidad.
Una palabra que logra definir con exactitud lo que siento cada que estoy a su lado, cuando sólo somos nosotros dos sin nada ni nadie de por medio.
Pensaba en todo lo que había sucedido a lo largo de esta semana, y es que, mamá continúa sin hablarme, a excepción de darme indicaciones o frases monótonas como "Ya está lista la cena" "Pasame la sal" o "ve a comprar". Supongo que continúa enfadada por lo ocurrido con mi padre, no la culpo. Fue culpa mía que mi hermano tuviera que actuar violentamente antes de que le volviera a poner una mano a ella, pero, por mucho que lo lamente me niego a darle la razón de ser yo quién acepté la responsabilidad de su enojo, ¿por qué siempre debo ser yo la que deba de ceder? ¿Es mucho pedir que comprenda?
Admito haber sido una incompetente por no llamar a la policía cuando me lo pidió, y no es que quiera caerme la víctima, sólo no podía hacerlo. Finalmente en algún momento de mi vida había existido un lazo fraternal entre mi padre y yo, en ese momento ocurrieron tantas cosas que no pude procesar nada a tiempo, sólo los recuerdos que no dejaban de abalanzarse sobre mi cabeza como una película de rodaje rápido de una niñez no tan grata: golpes, gritos, más gritos y,... Joshua y yo llorando en un rincón sin saber nada de la vida.
Observó a mi hermano una vez más; es pequeño, los orbes de sus ojos reflejan inocencia. Para él todo esto es nuevo, Haziel no había crecido como nosotros, envueltos en tantas discusiones y peleas, él seguía sin saber toda la historia que pisaba la mierda. Para mi hermanito pequeño yo era perfecta con todo y mis defectos, no le importaba si yo sacaba las mejores notas o en un examen me iba mal, eso es algo que quisiera atesorar por siempre. Ser importante para alguien.
Muchos dicen que un niño no vive los problemas con la misma intensidad que una persona — aparentemente — madura, son tan inocentes que no se dan cuenta de la gravedad que sucede a su alrededor.
Me gustaría que lo fuera, y tal vez sea cierto, digo desde que yo era niña veía los conflictos que existían en la relación de mis padres, sin embargo, siempre seguí creyendo que las cosas mejorarían y que al día siguiente todo estaría bien. Una mentira que mi mente siempre se esforzó por hacerme creer.
—Me gusta esa canción. — dice de la nada cuando The 1995 se reproduce.
—¿Robbers?
Alza sus ojos de su hoja, su pequeña mano sujeta con fuerza el color y con una expresión contrariada, que me divierte, pregunta —¿Quién es ese? ¿Ya tienes novio otra vez? ¿Por qué no me dijiste, Alex?
Ahora yo soy la contrariada, ¿quién hablo de un chico? Su mirada se vuelve demandante, espera una respuesta satisfactoria, hay con este niño tan mandon.
—Ey, quita esa cara, das miedo. — le digo con gracia — Así se llama la canción, "Robbers".
Como un acto "súper maduro" para él, niega consecutivamente con un movimiento de cabeza y se cruza de brazos.
—No te creo, es que tú me quieres dejas sólo y abandonado.
Tengo que usar todo mi autocontrol para no echarme a reír, sus gestos resultan tan lindos. Es un niño muy apuesto, estoy segura que cuando crezca muchas chicas lo seguirán, lastima que tambien será muy uraño.
—Sabes que jamás lo haría, Haziel.— aclaré dejando de lado mi libreta y despeinando un poco su rizado cabello.
—¿Y por qué pasas fuera de casa mucho tiempo? — refunfuña.
—Tengo muchas tareas, bebé, no puedo dejar a un lado la escuela. Es muy importante si quiero tener un buen futuro.
Haziel entorna los ojos hacia diferentes direcciones, mirando de un lado a otro con pose pensante.
—¿Me prometes que nunca me vas a dejar?
—Te lo prometo. — sonrio dándole tranquilidad, me acerco a su rostro rozando mi nariz con la suya.
Él sólo ríe y me imita.
Esos besos nunca fallan, cuando era niña antes de entrar a la escuela mamá me lo hacía para animarme a que todo estaría bien, cuando eres una chica sin ningún amigo que este siempre contigo es difícil querer estar en ciertos lugares, y más, si eres la chica rara con la fascinación de películas de terror.
—Alex, — su tono cambia repentinamente, enviando una alerta instintiva —¿por qué papá no nos quiere? — lo miré con incredulidad. No podía creerme que me dijera algo como eso
—¿De dónde sacas eso? — fue lo único que atine a decir, sinceramente, ni siquiera yo podía responderme eso.
Nos quiere, ¿cierto? Es nuestro padre y un padre debe amar a sus hijos.
Mi hermano baja la mirada jugando nerviosamente con los dedos de sus manos —No sé..., él nunca viene y cuando lo hace sólo es para ver a mi mamá o llegar borracho.
Suelto un largo suspiro, sin saber que decirle, en estos momentos me encantaría tener a mi madre a lado para que ella le diera una buena respuesta, yo no puedo.
—Haziel, mirame — le pido subiendo un poco su carita, sus labios tiemblan un poco y sus ojos ahora tienen ese brillo de las lágrimas ocultas —, papá si nos quieres es sólo que esta enfermó, el alcoholismo es una enfermedad.
—¿Qué es el alcoholismo?
Genial, sigue usando palabras que no cualquier niño conoce, Alex.
—Es cuando tomas mucho.
—¿Y por qué toman? ¿Tomar no les da muchas ganas de hacer pis? Yo cuando tomó mucho jugo me dan muchas.
¿Cómo le explico?
—No es exactamente jugo, Hazi.
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Editado: 22.05.2023