Desastre Con L

14. La borracha

Capítulo catorce
La Borracha

Las luces de colores junto con el movimiento vibratorio de las bocinas crean un eco en mi interior, mis caderas se mueven al ritmo de la música y mis manos se enredan en mi cabello mientras escuchó comentarios burdos de mis amigos de fiesta. La chicas y yo nos juntamos, dejándonos llevar por la sintonía de "Ay mi Dios", Gastón me pasa una corona y yo divertida la tomo sin prestar atención a los demás. El escándalo se va al tope, con cada oscilación del Dj en la canción, por primera vez en semanas me puedo olvidar de lo demás. 

Todo era perfecto, hasta mi baile se vio infortunado por cierta persona que no estaba preparada ver.

—¿Podemos hablar? — pregunta, llamando mi atención y la de las chicas con las que bailaba, de las cuales, no sé sus nombres.

—Estoy bailando. —digo en un intento de parecer desinteresada.

Pero todo cambia cuando una del grupo se le insinúa sin ningún escrúpulo: —Yo puedo bailar contigo y si quieres mucho más.

Muerdo mi labio y muerta de celos, sin saber realmente porque, sujeto su brazo y niego, para entregarle mi botella a mi amigo quien le da un trago y yo le miró mal por tomarse mi bebida. Sigo a mi nuevo acompañante hasta una banca hecha de ladrillos.

Okay, nunca dije que fuese el mejor lugar para una fiesta o algo por el estilo. Digo, no es un club, sino, un lote vacío cubierto con una lona, bocinas y DJ. Sé que es una burla a comparación de muchos otros sitios de diversión, pero es lo mejorcito que los menores de edad y los que desean gastar sólo cincuenta pesos — máximo cien— de entrada y alcohol de las tienditas, podemos encontrar.

Volviendo al tema. Me cruzo de brazos, no tengo ni la mínima idea de como nos comunicaremos con todo el escándalo y ajetreo que hay. Para no ser la gran cosa si que se divierten.

Como si me leyera la mente se sienta a mi lado, se queda callado pensando que dirá. Estoy nerviosa, tanto o más que él, su silencio me mata.

—Fernando, ¿vas a hablar o no? — le digo casi gritando para que me escuché.

Asiente con un suave movimiento de cabeza, toma un poco de aire y después de meditar unos segundos lo que dirá, comienza a decir: —Lo de la otra noche, yo lo siento. — se disculpó él, apretando sus labios.

—Okey, perdonado. ¿Algo más o ya puedo regresar a bailar? — sé que mi respuesta lo ha tomado por sorpresa, me lo dicen sus ojos.

Quisiera tomar otra postura, porque lo adoro y me gusta, pero, por otro lado, también debo ser racional. Él había cruzado una línea, una muy larga y no puedo permitir que se haga costumbre.

Fernando, baja la cabeza, yo quería decirle que todo estaba bien y que se olvidará de lo sucedido, sin embargo, necesitaba más que un simple "lo siento".

—Tenías razón. — apenas y pude escucharlo, maldita música escandalosa.

¿Ahora si es escandalosa? Pero, ¿qué tal hace rato?

—¿De que hablas? No te escucho. — si no grito, ni yo misma me oigo.

—¡Estaba celoso! —no me esperaba una confesión tan directa.

La música sacude mi oído, estoy segura, a él le pasa lo mismo. Por lo que, me tomo el tiempo para contemplar cada detalle de su expresión, se veía bastante abatido.

Se acercó a mi oído y murmuró: —Lo que te dije, iba enserio. No puedo dejar de pensar en ti. Te amo, es por eso que cuando vi la manera en que te negabas acusar a Hamilton, temí lo peor y la frustración se apoderó de mí. —se separó de mí para mirarme directamente, su mano acarició mi mejilla —Eres especial para mí.

Y tú para mí.

Estoy perdida, muy perdida. Ya no quiero estar enfadada con él, si lo pienso un poco, jamás he querido estarlo.  Fernando, este chico delante de mí, era mi primer amor y —estaba segura — el amor de mi vida.

—Es tu perfección la que me hizo caer rendido en este tiempo, no importa con quién hubiese salido, jamás dejé de compararla contigo. — vuelve apretar los labios, ésta vez sobre los míos.

Debería negarme a qué saquee mi boca. Pero termino rendida ante la suavidad de sus labios, el movimiento suave y estratégico sobre los míos, sin contar que el sabor de cerveza le da un plus al asunto. Que sus labios tocaran los míos enviaban maripositas a mi estómago.

¿En serio, no podías buscar algo más infantil? Me reprocha mi conciencia.

Al separarnos, él sonríe y me da un beso en la sien.

—¿Quieres bailar?— pregunta curvando una sonrisa sobre su rostro.

Afirmó sin emitir una palabra, porqué, vamos ¿con este escándalo, cuándo podremos hablarnos?

Regresando a la zona de baile, comenzamos a bailar al ritmo de música electrónica. Saltando y riendo como dos tontos mientras la adrenalina viaja por mis venas a cada parte de mi cuerpo.

Fernando y yo vamos junto a su grupo de amigos, todos de la preparatoria. Es un poco extraño, aunque gracias a Fer no me resulta tan incómodo. Me invitan unos cuantos chupitos que el mismo Fernando me da y el momento se descontrola más, no puedo dejar de llevar el vaso a mis labios y mis movimientos comienzan a ser más sensuales.

Madre mía, las hormonas de una adolescente combinadas con alcohol, crean un monstruo súper feliz y divertido.

Diversión... Eso es lo que necesito. Necesito dejar de lado a la jovencita ejemplar y ser la chica divertida, solo será un momento.

—Dime, amor.  ¿Puedes con un shot más? Es vodka.— mi gesto es de asco, nunca he soportado el natural, solo el que es de sabores, ya saben cómo las viñas o los sky's pequeños.

Pese a que en un principio me niego, después de media hora bailando y bebiendo cerveza, termino aceptando.

Cada gota es igual a un problema, cada vaso un olvido, esa era la razón por la que yo estaba aquí. ¿Cuánto podía soportar una chica con la perfección que todo el bendito tiempo le exigían ser? ¿Por qué dolía ver a mi padre con mi madre discutiendo? ¿Cuándo podría mejorar mi relación con mi hermano? ¿Por qué a pesar de ser buena en los estudios no podía ser suficiente?




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