Desastrosa Perfección

Capítulo 10

Capítulo 10

*Actualidad*

 

 

Escuché la puerta de mi habitación abrirse y un suspiro. Lo ignoré, deseaba seguir durmiendo, la noche anterior apenas había dormido, la última vez que vi la hora eran las 06:17. Si bien los hematomas que Alex me causó no me generaban un dolor extremo, causaban malestar frente a algún toque.

Eso sumado a pequeñas pero molestas nauseas a lo largo de la noche.

Oí que alguien se aclaraba la garganta, no imaginaba quien podría ser, dado que mi padre debía ir a la empresa aquel día y probablemente ya se encontraba allá. Sin embargo, no tenía mayor interés en averiguar de quién se trataba. Al menos no hasta que esa persona habló.

– Mia… princesita… feliz cumpleaños, amor mío.

Todo el sueño que había en mí desapareció en ese instante. Obligué a mi cuerpo a levantarse y observar al dueño de esa voz.

Parado junto a mi cama, con una sonrisa de oreja a oreja, se encontraba el último ser humano al que habría deseado ver a primera hora el día de mi cumpleaños.

– Lárgate Alex. No te quiero aquí y lo sabes.

– ¿Sigues molesta por el incidente de hace unos días? Mia yo…

– ¡¿A esto le llamas incidente?! – exclamé enseñándole mis muñecas y el lugar donde me mordió. – Estás totalmente loco. Sal de mi habitación.

– La que se volvió loca eres tú Mia, no puedes pretender que reaccione de manera pacífica después de lo que dijiste. Más aún después de llegar a la triste conclusión de que tu tienes un amante. Se me partió el corazón, Mia.

Mis oídos no daban crédito a lo que oían, Alex superaba todos los límites de la hipocresía. Las palabras de Olivia retumbaban en mi cabeza y cada vez tenían más sentido.

– ¿Por qué deseas continuar una relación en donde no recibes amor? – argumenté intentando mantener la calma y no usar la carta de su amante – No tiene sentido Alex, solo nos lastimamos a nosotros mismos. Nos privamos de ser felices con alguien más.

– El amor puede llegar después, solo se trata de tener voluntad, pero por lo visto tu ya comenzaste a ser feliz con alguien más.

– ¿Te estás escuchando? ¿en qué siglo piensas que estamos? – lo miré fijamente – escucha Alex, y espero que te quede claro; Yo no permaneceré en una relación que no deseo, donde no soy feliz y en donde la compañía me es totalmente desagradable. Ahora por favor lárgate.

Luego de un largo suspiro, Alex decidió dar media vuelta y marcharse, no sin antes dejar una cajita sobre mi mesa de noche, la cual no abrí.

Necesitaba dormir al menos 3 horas más o sería un zombi malhumorado por todo el resto del día. Me disponía a ello, cuando alguien golpeó la puerta.

– Señorita, su amigo Samuel desea verla – era Rosa.

– Dile que pase, – acepté de mala gana – gracias Rosa.

Hasta ese momento, había olvidado por completo que Samuel no estaba en conocimiento de lo ocurrido con Alex. Me apresuré a tomar una sudadera con cremallera que estaba en la percha y me la puse para cubrir mis muñecas.

10 segundos más tarde, Samuel se asomaba sonriente por la puerta. El solo ver su sonrisa hizo que olvidara todo lo relacionado con Alex, las palabras de Olivia e incluso la mala noche que había pasado.

– Feliz cumpleaños, Mia. Te amo.

Le sonreí agradecida, él se acercó y depositó un tierno beso sobre mis labios.

– Gracias, aunque no era necesario que madrugaras para decirme feliz cumpleaños.

Aquel día las clases habían sido suspendidas, puesto que ya había acabado la jornada de exámenes y decidieron darnos libre el viernes.

Le hice un espacio a Samuel en la cama y él se recostó a mi lado.

– Claro que era necesario, quería ver esta carita. – murmuró – A menos que tú no desees verme – añadió.

– Siempre deseo verte – alegué – solo que hoy me habría gustado tener unas cuantas horas más de sueño.

– Lo siento, de haber sabido que tuviste mala noche hubiese venido más tarde.

– Está bien, de todos modos, no creo que lograse dormir mucho más. Solo… tendrás que soportar mi mal humor – él sonrió.

– ¿Qué te mantuvo desvelada? – indagó

– Pensé en muchas cosas… tú eras una de ellas.

– ¿De verdad?

– Sí. Tú y tu incondicional amor hacia mí…

– Siempre será así – aseguró.

Me quedé en silencio, con mi cabeza apoyada sobre su pecho, sintiendo el latir de su corazón.

– Odio tener que decírtelo – dijo de pronto – pero debes levantarte.

– ¿Para qué? Hoy no tendremos clases, los preparativos para más tarde ya están listos y mis tías y primas llegaran cerca de las tres de la tarde.

– Porque debes ir al hospital y hacerte el examen.

Otra cosa que había olvidado.

– No, Samuel, no quiero ir – protesté – puedo ir el lunes. El resultado seguirá siendo el mismo.

– Debemos salir de dudas lo antes posible

– Yo no tengo dudas.

– Mia, es en serio...

Samuel me miró, intentando aparentar seriedad en el asusto, aun así, una sonrisa se le escapó.

– Prefiero quedarme aquí – murmuré apegándome más a su cuerpo.

– No podemos – susurró.

– Sí podemos. Sabes que es tan fácil como olvidarse del asunto y quedarnos aquí.  

– No podemos estar con dudas durante todo el fin de semana. Debemos saber qué es lo que tienes y mientras antes, mejor.

– Samuel… – iba a negarme, en serio lo haría. Pero me miró fijamente a los ojos y simplemente supe que debía aceptar – está bien – él sonrió triunfal.

 

En ocasiones no me agradaba el efecto que Samuel tenía en mí. Sabía que, si continuaba negándome, estaríamos discutiendo todo el día, pero estaba dispuesta a ello. Lo estuve hasta que sus ojos chocaron con los míos, su intensa mirada ámbar fue lo único que necesitó para hacerme cambiar de opinión.




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