Desastrosamente Enamorados

Capítulo 6 "Gabriela"

 

No sabía que decía o hacer, me quede paralizada, no tenía ninguna razón para estar ahí, no podía negarle la verdad. Abrí la boca y solté lo que había sucedido.

— Me lleve a Bambi y Apolo a mi casa. — Alexander me miro realmente extrañado por eso, soltó un pequeño bufido.

— ¿Te llevaste a mis perros? — Asentí algo preocupada.

— Espero que no te hayan causado algún inconveniente. — Dijo masajeando su cuello se veía algo cansado.

— No realmente, son dos perros muy  juiciosos. — hubo unos segundos de silencio incomodo, me quería marchar. — Tengo que irme.

— Lauren espera. — Dijo Alexander jugando con algo en su mano. — ¿Quieres desayunar? es para agradecerte porque cuidaste a Bambi y Apolo aparte los debiste mimar mucho. — No me pude negar y acepté.

Nos dirigimos a la cocina y los dos perros se pusieron muy contentos al ver a su dueño, Bambi saltaba de emoción y Apolo corría en círculos, Alexander se arrodillo para tomarlos en sus brazos. Me pareció una escena muy tierna al verlo tan despreocupado, fuera del trabajo era tan diferente, incluso parecía más jovial, pasaron unos segundos y los perros salieron por la puerta de la cocina corriendo.

— ¿Qué quieres desayunar? — Me pregunto, causando que saliera del trance del que me encontraba.

— No se que sabes hacer, lo que quieras. — Dije sonriendo. — ¿Te ayudo en algo? — negó con la cabeza.

— No te preocupes, ya sé qué puedo hacer será mi especialidad omelette de jamón y queso. — me senté en una de las sillas de la barra mientras observaba a Alexander cocinar. Era realmente un hombre muy apuesto, no podía dejarlo de ver, sentí una sensación muy extraña al verlo hacer cada movimiento. No podía dejar de mirarlo me era imposible hacerlo; se dirigió al refrigerador y saco los ingredientes que necesitaba, me volteo a ver se dio cuenta que no le quitaba la mirada de encima, mis mejillas se calentaron cuando me guiño un ojo, mi corazón se agito demasiado, no me había sentido de esa manera desde hace mucho tiempo, tenia que dejar de verlo pero no podía, una parte de mi quería detallar cada uno de sus movimientos; se mordió el labio inferior mientras trataba de voltear el huevo, inconscientemente mordí el mío. Tomo un plato y sirvió uno de los omelettes, con cuidado puso el plato frente a mí, sus ojos se tornaron de un azul más profundos de lo normal se veían realmente hermoso, solo inclino un poco la cabeza y me sonrió.

— ¿Lauren estas bien? — Me pregunto colocando su plato sobre el mesón.

— Si ¿Por qué la pregunta? — Dije intentando evadir su mirada.

— Bueno tus mejillas están muy rojas. — Al escuchar decir eso no pude evitar tocarlas y estaban muy caliente, se había dado cuenta mi corazón se agito cómo un loco. No podía estar pasando esto mucho menos con Alexander. «Maldita sea Alexander me gustaba»

Tome un poco de agua, necesitaba calmarme y recordar lo que Brenda me había dicho.

«Es normal que te sientas atraída por él, su anterior asistente, la anterior a esa y a mí nos pasó nos sentimos atraídas hacia él, seamos honestas ¿Quién no se sentiría atraída por un hombre así?»

Brenda tenia razón, Alexander era muy apuesto y era por eso que me sintiera de esa manera, debía ser algo pasajero, así que intente sacar ese pensamiento de mi cabeza.

El desayuno estuvo delicioso, senti que había comido demasiado, recogi mi plato y Alexander los puso en el lavavajillas,  privilegios de ricos, ya estaba lista para marcharme estaba algo cansada y quería ir a casa a dormir un poco más.

— ¿Harás algo  hoy? — Dijo Alexander poniendo algo al aparato, no dije nada solo negué.

— ¿Te molestaría acompañarme? — abrí la boca para hacer una pregunta pero antes de hacerla Alexander me interrumpió. — Solo que tengo que ir a un lugar y la verdad  no quiero ir solo.

— Claro, no hay ningún problema. — Sonrei lo mejor que pude.

— Me cambiare y podremos irnos, me duchare muy rápido. — Asentí. Los dos salimos de la cocina y Alexander subió a su habitación, mientras lo esperaba me senté en el gran sofá blanco.

— ¡Lauren podrías traerme mi celular lo deje sobre la mesita de entrada por favor! — escuche que gritaba desde el segundo piso. Me levante del sofá, busque el celular se lo lleve y lo deje en la mesita de noche; note que la fotografía que tenia ahora estaba acostada, la puse nuevamente cómo iba. Estaba saliendo de la habitación cuando vi que abrió la puerta del baño de su habitación; una toalla cubría la parte de abajo de su cuerpo, su pecho estaba tonificado sus pectorales se marcaban muy bien al igual que el abdomen, unas gotas de agua aun le recorrían el cuerpo. Me di cuenta de lo que estaba haciendo y salí corriendo directo al sofá. Estaba agitada por haber corrido y por ver a mi jefe casi desnudo; golpee mi cabeza lo que hice estaba mal, estaba algo aliviada que no me vio observando, hubiera sido despedida o algo peor.

— ¿Estas listas? — Asentí, mientras Alexander bajaba las escaleras. Llevaba puesta una camiseta negra, que le marcaba el cuerpo, unos vaqueros y unos tenis, verlo sin su característico traje era demasiado diferente, este hombre era muy atractivo.

— Vamos y gracias por acompañarme. — Me puse de pie de un salto y camine hasta la puerta, el ascensor se abrió y el oprimió un botón debajo del número uno.

— Lauren gracias por esto,  puedes tomarte el lunes y martes libre. — Dijo mientras las puertas del ascensor se cerraban.

— Muchas gracias señor Mills. — Se bufo. — Con un solo día me bastara, y hay muchas cosas por hacer. — Dije muy segura recordando la agenda.

— Recuerda que mientras no estemos trabajando puedes decirme Alexander o hasta Alex, cómo tú quieras. — Asentí, mientras las puertas del ascensor volvían abrirse. Salimos a un parqueadero donde había muchos autos lujosos eran más de treinta.

— ¿Todos son tuyos? — No sé porque hice esa pregunta tan estúpida.



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En el texto hay: jefe, amor, negacion

Editado: 11.06.2022

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