Descendientes ||the Last || Libro 2

CAPITULO XIII

Arriethe y Anthony los habían llevado a Nueva Inglaterra. Merina no comprendía lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Patrick sujetaba con fuerza a Dorothy, mientras está parecía dormida. Se empezaron a escuchar gritos alrededor.
Rachel y Arthur Copper, corrieron de inmediato al auxilio de su hija.
Apartaron al chico, quien parecía un simple muñeco de trapo, sin ninguna clase de fuerza. Daniel se acercó a su gemelo y lo ayudó para que no cayera al suelo. Nicolás y Phillipe se acercaron, y en cuanto vieron el cuerpo de la chica, trataron de ir hacia ella. Sin embargo, Tadeo y Arthas lo impidieron. La chica parecia dormida, su largo y platinado cabello caía hasta el suelo y parte de él, le cubría un poco el rostro, el cual, tenia algunos rasguños. Su ropa estaba sucia y el dije que llevababa consigo, parecía roto. Su madre se acercó a ella y con cuidado la tomó del rostro con ambas manos. Su esposo la abrazo mientras apartaba la vista, evidentemente, no era capaz de ver a su hija en ese estado.
Nadie era capaz de aceptar aquello.

─¡UN MÉDICO! ¡POR FAVOR! ─suplicó Rachel, abrazando con fuerza el cuerpo de su hija.
Hazel se abrió camino entre aquella multitud y de inmediato se acercó para revisarla. Merina trató de acercarse, pero las lagrimas comenzaron a escapar de sus ojos y no era capaz de ver con claridad. Kenay se acercó a ella y la rodeo con los brazos para evitar que tropezará.
Nancy, la médico de Evenigh se acercó para ayudar.
─Su pulso esta disminuyendo, ¡La perdemos! ─dijo aterrada mientras Hazel hacia presión en el pecho de la chica.
─Eso no pasará ─dijo mientras hacía lo posible por revivir a la joven de ojos rojos─, ¡TENGO QUE OPERARLA, AHORA! ─dijo girando hacia los presentes quienes intercambiaron miradas, asustados. Helen y Hyun sujetaban a los padres de la chica, quienes se veían desechos, mientras Daniel y Favela hacían lo propio con Patrick, quien no era capaz de reaccionar y permanecía en silencio mientras el cabello le cubría el rostro y sus lágrimas caían al suelo. Arriethe se acercó de pronto.
─Aquí no contamos con ningún hospital, y ni hablar de suministros médicos ─dijo cabizbaja─. Sin embargo, sé lo que podemos hacer ─agregó girando hacía su gente─ ¡Preparen mi alcoba!, La operáremos ahí.

Los prodigios y dotados se acercaron.

─Ayudaremos ─dijo Favela. Arriethe giró hacia ella y la vio con algo de lástima.
─Lo siento mucho ─les dijo─, pero en el estado en el que ustedes se encuentran ahora, serian mas una distracción que una ayuda.
─¡No pienso quedarme aquí sin hacer nada! ─replicó Patrick cerrando los puños.
─Lo siento mucho, guapo, pero lo mejor que puedes hacer por tu chica, es esperar. Nosotros asistiremos a estas chicas en la operación, no se preocupen, no la dejaremos morir.

Anthony apareció junto a su hermana y levantó la mano chasqueándo los y haciendo que el cuerpo de Dorothy levitara en el aire.

─Sigannos ─les dijo a Hazel y Nancy. Ambas mujeres fueron detrás de ellos. Llegaron a la habitación de Arriethe, la cual estaba al fondo del lugar. Las puertas se cerraron detrás de ellos y el silencio invadió el lugar. La madre de Dorothy estaba en verdad nerviosa, por lo que Helen y Elizabetha se ofrecieron a llevarla a un lugar mas tranquilo. El tiempo continuó avanzando y poco a poco, las personas comenzaron a dispersarse quedando solos en el lugar los prodigios, dotados, junto con Kenay, Evelin, Sula y Zoé. Esta última, se encontraba en uno de los rincones, sollozando en voz baja. Merina, no comprendía la razón de su llanto, dado que ambas chicas siempre parecieron llevarse muy mal, por lo que se acercó a la chica en silencio.

─Debo parecerte una loca, ¿Verdad? ─preguntó la chica, antes de que Merina pudiera decir algo.
─No tenía intenciones de decir algo así ─se disculpó la nikkei.
─Tal vez no lo sepas, Keberiana, pero hubo un tiempo en el que Cooper y yo fuimos grandes amigas ─dijo Zoé con la mirada perdida─,al menos hasta que por mi culpa sus padres fueron desterrados de la provincia.
─¿Qué pasó? ─preguntó Merina, mas por cortesía que por curiosidad propia. Zoé sonrío con melancolía.
─En aquellos años, yo era algo tonta. Creía ciegamente en Dagha, podría decirse que la admiraba y deseaba ser como ella. Hasta el grado de no hacer nada cuando desterró a mi madre solo por ser una exoctic. Creí que todo eso lo hacia por mi propio bien. ¡Vaya tonta que fui! ─agregó con una amarga sonrisa─. Me aisló de todo mundo y no me permitió tener ninguna clase de amigos. Según ella, nadie merecía ser amigo de una Evenigh. Sin embargo, los Cooper fueron nombrados inquisidores de la provincia y su estatus era superior a la población. Dorothy al igual que yo, no tenía amigos, todo mundo le tenía miedo por sus ojos y la excluyeron diciendo que era diferente. Dagha vió con buenos ojos que nos hiciéramos amigas. Era normal, un par de chicas descendientes de buenas familias, era normal que fueran amigas. Y lo fuimos, en verdad lo fuimos. Pero los Cooper se volvieron un problema para Dagha. Necesitaba un pretexto para sacarlos de la provincia y fue ahí cuando decidío utilizarme. Me dijo que no podía ser amiga de Dorothy, me dijo que era mala influencia para mí y que el estatus que había adoptado en este tiempo no servía de nada. Yo le creí invente algo que no me perdonó aun. Dije a todo mundo qué Dorothy era portadora de una enfermedad proveniente de Kebhek, que por esa razón sus ojos eran rojos, que por esa razón su cabellera era platinada, que por esa razón era diferente. Éramos unos niños así es que todos me creyeron. Dagha acusó a sus padres de haber invadido aquella provincia y los desterró. Todo por mí.

La chica se había puesto a llorar, tratando de ocultarse para que los demás no fueran capaces de verla, aunque ninguno de ellos le prestaba atención. Merina se quedó en silencio y le tomó de la mano.

─Dagha no podrá volver a hacerte daño ─le dijo con cariño─, yo no permitiré que vuelva a lastimar a nadie.
─Ella ya lo ha hecho ─replicó Patrick, sin levantar la vista. Todos voltearon hacia él─, se ha atrevido a lastimar a Dorothy ─agregó mientras golpeaba el suelo con su puño, haciendo que la tierra temblara un poco─ ¡Y TODO HA SIDO MI MALDITA CULPA!
─Tú no fuiste el único que regreso ─, lo defendió Favela.
─Tal vez, pero fui yo quien lo hizo primero.
─Quedense tranquilos ─dijo de pronto Sula─, Dorothy no morirá, al menos, no aún.




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