"La casualidad no existe. Todo ocurre de la más profunda fuente del destino."
Ciudad de Demage Hill.
Cualquiera que entrara a mi habitación diría que estaba totalmente dormida.
Pero no.
Estaba acostada boca arriba, tenía los ojos cerrados pero estaba totalmente consciente.
A través de mis párpados noté que cierta parte de mi habitación estaba iluminada debido a la tenue luz de los faroles de la calle que se filtraban por mi ventana.
Era un viernes por la noche, no debían pasar de las diez. Sin embargo, no importaba, estábamos por finalizar las vacaciones y quería aprovechar cada segundo de tranquilidad sin preocuparme por exámenes, proyectos y todo lo que tenga que ver con el instituto.
Movía mi pie derecho al ritmo de la voz de Welshly Arms. A pesar de tener el volumen bajo oía perfectamente el tono grave de su voz.
Estaba tan concentrada en seguir la melodía, que no había notado que mi madre estaba en el umbral de mi habitación.
—Ya llegó Corey—Avisa apoyándose en el marco de la puerta.
Hago una mueca al escuchar su nombre, le había dicho que no iría, y aún así, no le importó.
Se trataba de una de las fiestas de Zoe, una de las chicas que destacaba en el cuadro de honor.
Aunque a pesar de eso, no la conocía muy bien. Lo único que sabía era que podía ser lo suficientemente lista para sacar una nota satisfactoria y hacer las mejores fiestas del instituto.
Pero eso no era lo extraordinario. Lo que es realmente extraño es que nos haya invitado cuando nunca lo ha hecho ya que ellos siempre peleaban.
Parecían matrimonio, pero, ¿quién no discute con el?.
A veces pienso que subestimo la paciencia que creo tener. Conozco a Corey desde niños y sé lo desesperante que puede llegar a ser. Aún así, es mi mejor amigo.
De todos modos, al ser amiga de Corey, pues yo también pagaría esos platos rotos.
Pero a mi no me importaba, no estaba perdiendo nada.
Las fiestas no eran lo mío.
Y siguen sin serlo.
—Ya le dije que no iré.—Respondo girándome a un lado con vista a la ventana.
—¡Levanta ese trasero de vieja aburrida que tienes mujer !—Exclama una voz odiosamente alegre empezando a oírse en mi habitación.
Es una mentira lo que dicen los post en las redes sociales sobre el mejor amigo "lindo, detallista". Sobre todo eso último.
Si realmente es tu mejor amigo, suele ser todo lo contrario.
—Deberías ir Julie.
Hago una mueca al escuchar mi nombre y me giro echándole una mala mirada a mi madre.
Como respuesta, se encoge de hombros.—Uno nunca sabe lo que puede pasar.—Recita.
—Por eso mismo no iré. Estoy bien con mi vida. No necesito que nada cambie.—Lo último dirigiéndolo especialmente a ella.
—¿Y si te compro un nuevo libro de terror?.—Mueve sus cejas.
Amaba leer libros de terror. Más no verlos. Algo muy extraño.
Frunzo el ceño.—Somos pobres.—Respondo empezando a acomodarme de nuevo en la cama.
—Ajá. Pobres con una tarjeta de crédito. ¿Sabías que ya estaba libre de toda deuda?.— Sonríe de lado.—Yo sólo digo.—Me detengo.
Me giro mirándola sabiendo que no podía rechazar algo así. Ella me mira por unos segundos con una sonrisa completa y se gira dándome la espalda echando a andar escaleras abajo.
—Si yo acepto, ¿lo puedo cambiar por un videojuego?—Dice Corey después de unos minutos.
Lo miro confundida.—Serás idiota. Un videojuego está el triple que un libro. Andando.—Me levanto y me pongo un jersey negro encima de mi polo.
No estaba vestida como para festejar, pero tampoco iba a estar tanto tiempo. O al menos intentaría hacer lo posible para que eso suceda.
Corey plasma una sonrisa enorme en su labios y pasa un brazo por mis hombros.
—La vamos a pasar ge-nial.—Dice confiado de sus palabras.
Me limito a rodar los ojos. Sólo me quería cuando de espantar chicas se trataba. Y porque era yo quien manejaba al regreso, pues él terminaba con alcohol en su sistema.
Tenía la mirada fija en la ventanilla viendo como los árboles desaparecían en cuestión de segundos por la carretera. Llevábamos cerca de media hora de camino y ya habían terminado cerca de tres canciones de The Police.
—¡No me jodas!.—Me saca Corey de mi concentración.
—No te jodo.—Respondo mirándolo confundida.
—¿Qué?. No. —Sacude la cabeza.—No tenemos gasolina.—Añade con la mirada fija en el indicador. Dirijo mi mirada allí y confirmo lo dicho.
—Demonios Corey. ¿No te fijaste?.—Me quito el cinturón y abro la puerta bajando de un salto del jeep.
Fuera del auto me recibió el ambiente helado que me hizo encoger tratando de buscar calor en mi misma.
Estábamos en una especie de carretera. Éramos los únicos ahí varados ya que era medianoche. Y a pesar de la luz en los postes, no era suficiente para tener un buen vistazo del lugar.
Me apoyo en el capó y saco mi teléfono tratando de ubicarnos.
Sin embargo, no era una buena noche.
Y la señal no quería ser buen amigo.
—¿Tienes señal?—Miro a Corey pidiendo internamente que dijera un "si" de milagro.
Veo como resopla y niega con la cabeza.
De acuerdo. ¿Qué se supone que hagamos ahora?
Estábamos en medio de la nada. A mi espalda, una hilera de árboles guiaban el camino.
Decidí caminar cerca al jeep en caso de que la señal llegara, aunque sea una barrita.
Habrán pasado un par de minutos. Corey había entrado al auto buscando su cargador portátil.