Capítulo veintiuno

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Samuel y yo estamos sentados en el suelo afuera de la oficina de la directora. Perdimos la primera clase mientras esperábamos a que mamá saliera. Me siento exhausta, no solo por dormir apenas dos horas, sino también mentalmente agotada por todo lo que habíamos pasado.

Mamá estuvo hablando con la directora durante una hora completa y luego llamó a Ben Brown, lo que llevó otra hora más. No tenemos ni idea de lo que sucederá.

-¿Crees que fue una buena idea? -pregunto.

-Sí, lo fue. -responde sin titubear.

Una parte de mí no quiere más problemas debido a las consecuencias que podría tener el tema de Ben Brown, y otra parte de mí se siente culpable por él, aunque sé perfectamente que no tengo nada que ver con ello. A pesar de todo, su situación me causa un poco de pena. Odio sentirme así por personas que no lo merecen.

De repente, la campana timbra, haciendo que diéramos un pequeño salto por la impresión. Es el cambio de clases, así que todos los estudiantes salen de sus aulas para dirigirse a su siguiente materia.

Mamá finalmente sale de dirección.

-Hola chicos -dice en tono tranquilo.

-¿Entonces...? -pregunto

-La directora aceptó todas las pruebas, pero también le expliqué lo que está pasando con la familia de Ben. Llamamos a la consejera escolar y a Ben. Todos hablamos juntos. El muchacho está muy mal y arrepentido. Lo vi llorar y, como madre, me rompió el corazón.

Escuchar que Ben había llorado hace que una parte de mí sienta compasión y, a la vez, me siento mal de nuevo. «No hiciste nada malo, fue solo él» me repito a mí misma.

-Pero merece una sanción de todas maneras -dice mamá muy segura.- Lo que hizo fue grave y estaba causando mucho daño a todos.

-Así es. -responde Samuel.

-Llamamos a su mamá, que está en camino, y le darán una suspensión indefinida, pero con terapia obligatoria. De acuerdo a los avances en terapia, se decidirá su retorno. La escuela prometió hacerse cargo del caso de Ben. La consejera prometió que se dedicaría a ayudarlo, y eso me dejó tranquila.

-Entonces ya no habrá más Ben Brown que nos moleste.

-Por fin terminó todo esto. -dice Samuel.

Ben sale de la oficina de la directora con la cabeza agachada, pero puedo ver cómo tiene los ojos rojos e hinchados. También veo los golpes que le produjo su maldito padre. Esta situación hace que sienta una presión en la garganta que empieza a doler. Siento la vergüenza y la culpa que debe estar sintiendo en estos momentos. Ya no es Ben el bravucón, ahora es Ben el vulnerable y expuesto ante todos nosotros.

Ben pasa por nuestro lado siendo escoltado por la consejera escolar. Veo el momento en que pasa junto a Samuel y le balbucea un "lo siento". Pero Samuel gira su cabeza hacia el lado contrario y lo ignora.

Ellos dos habían tenido una relación, y estoy segura de que aún debe haber sentimientos. Samuel tiene que lidiar en estos momentos con esas emociones y con toda su demás mierda interna. Todo esto me parece tan surrealista, Samuel y Ben juntos. Me pellizco por un momento creyendo que todo esto solo es un sueño. Pero solo me provoco un estúpido dolor.

Casi pierdo el equilibrio cuando unos brazos me rodean por completo.

-Perdóname, Marte. -Me toma unos segundos corresponder el abrazo.

-Está bien. -Le respondo a Jota.

-No, no está bien. Pasaste por todo esto cuando yo debía estar ahí. -No se aparta de mí.

-No estaba sola. -La silueta de Paula se acerca hacia nosotros, su rostro no transmite enfado ni tampoco pena-. Estaba con mis amigas.

-Y se supone que, pese a todo, yo también era tu amigo, tu mejor amigo, y te decepcioné por ser un imbécil. Marte, lo siento demasiado.

No sé qué responder. Esperé tanto este momento y poder hablar con él, pero ahora solo quiero poder asimilar una cosa a la vez, y recién estoy procesando que Ben y sus amenazas han terminado.

-Jota... yo...

-¡Marte! - Grita Paula y me sujeta de la manga, apartándome de Jota. - Tenemos que ir al gimnasio. Armaron un planetario y es obligatorio para el selectivo de Ciencias.

Estaba tan concentrada en mis problemas personales que había olvidado por completo mis responsabilidades académicas. Había olvidado mi selectivo de Ciencias y no puedo arriesgar mis notas en esta recta final.

-¡Dios! Es verdad. - Volteo a ver a Jota. - Me tengo que ir, pero luego hablamos.

Me despido de todos, incluyendo de mamá, quien también tiene que irse porque tiene que llevar a Olmo al veterinario, ya que no se despertó muy bien hoy.

Paula sostiene mi mano y me lleva a paso rápido. Este contacto hace que mis nervios se apoderen de mí locamente.

¿Hace cuánto tiempo no tenía algún contacto físico con ella? Mi corazón late rápido y me duele. Quiero hablar con ella para aclarar mis sentimientos. Hay demasiada gente a nuestro alrededor y me cuesta seguir el paso, pero ella empuja a cualquiera que esté en nuestro camino para que yo pueda pasar tranquilamente.

-No me sueltes.- me dice.

-No lo haré.

No puedo mentir más, estoy enamorada de ella, aunque todavía siento amor por Jota. Pero lo que siento en este momento es diferente, nunca lo sentí con él. Y no sé si es porque enamorarse de alguien diferente siempre será distinto, supongo que es así, porque no creo que sea porque nunca haya querido a Jota, porque estoy segura de que todavía lo quiero. Pero esto es diferente.

No quiero hacerle daño a nadie, pero necesito darme prioridad por primera vez en mi vida para disfrutar de todo esto. A pesar de todo, Paula me hace sentir muy bien y no quiero soltar esto, no quiero soltarla nunca.

Me apena que llegáramos tan rápido al gimnasio.

Nos dirigimos a la entrada y nuestra profesora está sentada en un pequeño escritorio con algunos folletos. Apenas nos ve, apunta nuestros nombres, ya que la asistencia es obligatoria para el selectivo y para su curso en general. La profesora está realmente animada por vernos y logra contagiarme una sonrisa. Nos entrega los folletos que tiene en su mesa y nos deja pasar. Paula sostiene nuevamente mi mano y me lleva adentro del gimnasio. Caminamos por un túnel oscuro, pero que es iluminado por la luz que penetraba desde la entrada.