Descubriendo a Marte

ENSAYO DE MARTE

Me llamo Marte Rivera, tengo 17 años, 17 mil dudas, 17 mil temores y 17 millones de ganas de dejarlo todo y desaparecer. Pero es normal sentirse así, es normal cuestionarse todo el tiempo porque estamos en un proceso de autodescubrimiento. Un proceso del cual nadie te habla, porque es uno de los retos más difíciles de la vida. Volverte amar.

Cuando descubres cosas de ti que no conocías, algo se rompe. Y mirar a la persona nueva que eres cuesta mucho. Es volver a quererte, volver a amarte. Mirarte con amor

Este año tuve miedo de tener miedos. Quería ser solo una adolescente común y corriente, pero fui una adolescente común y extraordinariamente corriente.

Reprimí todos los cuestionamientos porque quería aparentar no tenerlos, pero siempre fue un arma de doble filo. Porque esos sentimientos no se eliminaban, solo se acumulaban y era seguro que algún día harian implosión como un agujero negro.

Desde hace cinco años he estado reescribiendo esta carta. Y nada de lo que he escrito anteriormente representa quién soy en estos momentos. No soy la misma chica que entró a principios de año a la secundaria Lincoln.

No voy a mentir, tuve pánico y miedo al ingresar a una nueva escuela en mi último año escolar. Sufrí ansiedad social y pensé cada minuto en poder encajar. Pero jamás pensé tener un año que marcaría un cambio trascendental en mi vida.

Por mucho tiempo solo quería que mi vida fuera como un video de TikTok aesthetic, bonito y sin preocupaciones, con la música perfecta que encajara en el momento perfecto, pero la vida no es así. No sé si es muy arriesgado afirmarlo, pero creo que soy de la generación que se vive comparando. Me comparo porque no nací con una voz angelical para cantar, no sé bailar o actuar ni dibujar. Nací sin ningún talento y dejé de amarme por vivir comparándome.

En ese momento no sabía que eran los ataques de pánico y me pregunté si la gente como yo estaba destinada a vivir así. Porque eso no era vida, y los pensamientos mas atroces empezaron a invadir mi cabeza. El mundo no me necesita y si voy a vivir con el pecho oprimido y nadando a la superficie en busca de aire cada cinco minutos, prefiero ya no seguir aquí.

Los adolescentes corrientes cada vez estamos destinados a la oscuridad. El valor de lo que eres se mide en cuántas vistas tiene tu video más viral, spoiler, solo tres.

Nos sentencian a que lo corriente y lo introvertido debe estar guardado en una esquina para siempre, en silencio para no molestar a los demás. Porque los demás jamás se adaptaran a ti. Porque eres diferente, porque a ti te cuesta más y a ellos no. Te apagan tu voz porque lo corriente no es extraordinario.

Pero la verdad es que me agoté, tengo ganas de vivir coexistiendo conmigo misma. Suena muy confuso, pero cuando no te amas estás partida en dos viviendo con alguien que no quieres.

Quiero ser yo, quiero ser Marte.

Y el camino fue durísimo, pero por fin, logré decirme: me amo como soy.

Me gusta no saber cantar, bailar ni dibujar. Me gusta quedarme mirando el cielo por horas y simplemente no pensar en nada. Me piden que analice la vida, que descubra un nuevo planeta, pero solo quiero mirar el cielo, solo mirarlo.

Quiero caminar sin destino, comprarles una galleta a mis perros, llegar a casa y abrazarlos. Solo quiero eso, solo quiero ser yo y así soy: extraordinariamente corriente, una persona extraordinaria.

Tenía miedo de ser tan frágil y odiaba mi sensibilidad. No podía expresarme como realmente me sentía y me apenaba que nadie me conociera de verdad. Deseaba tener el control de mis emociones y ser capaz de mostrarme vulnerable cuando quisiera hacerlo.

Pero finalmente logré dejar de juzgarme, logré hablarme con amor. Y deseo que cada persona en el mundo pueda vivir esa experiencia de amarse a uno mismo, les juro que es lo más hermoso que he sentido. Y nadie debe ser excluido de esto.

Fue un año difícil el cual me costó entender que ser como soy no es un error, que mis emociones son parte de mí y hoy he aprendido a amarlas.

Este año he aprendido lo más importante. Descubrí quién soy. He descubierto que soy una persona sensible y con ansiedad, y que eso no me hace débil. He descubierto que ser vulnerable a veces no está mal, que todos merecemos poder sentirnos mal sin ser juzgados.

En este proceso, también descubrí la importancia de tener una red de apoyo. Conocí lo que es tener amigas incondicionales, amistades que admiro y aprecio. Aprendí lo que significa la amistad más pura y sin maldad, y comprendí lo que es la lealtad. La aprendí de una manera no convencional, pero la aprendí. Y tampoco me juzgo por eso porque tengo 17 años, y no es una excusa, pero tuve que equivocarme para aprender.

He descubierto que tengo una voz. En mis 17 años nunca había escuchado mi propia voz a profundidad. Pude conectarme con mi interior y escucharla para conocerme mejor. Y al hacer eso, he permitido por primera vez abrir el muro que me separaba del exterior, del universo. Mi voz había estado atrapada entre pensamientos intrusivos que no me dejaban avanzar. Y cuando finalmente logré hacerlo, permití que otros también escucharán mi voz. Encontré personas dispuestas a oír de verdad, y es ahí donde entendí el valor de escuchar. Muchas personas fingen escuchar, pero nadie realmente oye. Y yo quiero oir, pero tambien que me escuchen.

Toda universidad espera tener los mejores estudiantes académicos con las notas más altas de cada estado. Soy una adolescente que se equivoca, y que promete que como adulta también cometerá errores, pero no los mismos errores. Les prometo que yo aportaré y seré alguien que tenga la disposición de escuchar y querer descubrir el mundo las veces que sean necesarias.




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