Desde Diferentes Cielos

Capítulo 2

Al despertar me encontraba como atontada, como si todos los sonidos que pudiera haber retumbaran en mi cabeza, una y otra vez.

Me desperté porque todos lo habían hecho, y no quería quedarme allí sola, en donde encontraba tantos recuerdos, tantos momentos. Solo me senté allí, en el borde la cama, como si estuviera buscando algo, algo que jamás encontraría. Podía notar por la ventana, como el cielo seguía pareciendo triste, casi tanto como yo, que aunque no estaba llorando, estaba gris, sin un motivo por el cual levantarme de esa cama con ánimos, ni siquiera sabía cómo iba a pararme de allí.

Desde ese momento supe que mis días habían cambiado. No haber despertado con papá había hecho que me diera cuenta de lo necesario que era para mí tenerlo, pero él ya no estaba, ahora estaba sola, con muchas personas a mi alrededor pero sola al final de cuentas.

Fui a lavarme los dientes, queriendo hacer parecer que todo iba normal, al menos eso era lo que todos pretendían hacer; pero cuando comencé a lavármelos, volví a recordarlo, y si, las lágrimas regresaron. Papá y yo teníamos la costumbre de cepillarnos juntos, y ahora, el cepillo al lado del mío se quedó allí, en su lugar. Ni siquiera podía tomar el cepillo, las manos me temblaban y el corazón me estaba latiendo a mil, estaba a punto de desplomarme cuando mi hermana entró.

-¿Nos cepillamos juntas?- me preguntó a lo que yo solo pude asentir.

Tal vez el hecho de no encontrarme sola, hizo que me calmara un poco. Yo la miraba y sabía que ella se estaba sintiendo igual o peor que yo, y aun así estaba tratando de hacerme sentir mejor, porque sabía que papá siempre estaba ahí y aunque no era lo mismo, me sentía más tranquila, sin embargo, los recuerdos seguían, y las ganas e soltarme a llorar aún no se iban, quizá ahora esto comenzaría a ser parte de mí día a día.

-Ahora iremos a ver el cuerpo de Papá.- comenzó a decir mi hermana mientras salíamos del baño.- Le llevaremos la ropa con la que será sepultado, pensaba que quizás quieras hacerle una carta para dejársela en el bolsillo de su camisa, él estaría feliz por eso, estoy segura.

Una carta, como la que le hacía cada día, pero ahora, no se la daría en la mano, se la pondrían en un cuerpo, vacío, que más tarde sería enterrado bajo tierra; de sólo pensarlo, me solté a llorar, si, como la niña que era.

Mi hermana me abrazó, me calmó , y trató de que por un momento me sintiera mejor, y cuando por fin había conseguido que dejara de llorar y de temblar, fui por una hoja y colores y comencé a hacer la carta de despedida, la última, y tal vez la más dolorosa:

Papá, te amo, siempre te amaré, mi corazón solo late por ti, y sé que estarás junto a mí, que seguirás siendo mi héroe, mi amigo, solo quisiera que esto fuera una pesadilla y que tú fueras quien me abrazara al despertar, pero, como tú dices decías, hay cosas que no son como uno quiere. Te extrañaré siempre, más que todo porque fuiste el único que jugó conmigo cuando nadie más quería, ya no sé qué voy a hacer sin ti. Ojalá que en el cielo haya mucho helado de brownie y que puedas comerlo cada que te antojes, lo que sería cada dos segundos...Ay papi, me duele tanto mi corazón, es como si alguien me hubiera dado un golpe allí. Por favor discúlpame por mi letra fea, sé que siempre amaste la letra redondita pero ahora mismo no soy capaz. Papi, espero que puedas encontrarte con mis abuelos, diles que les extraño, así como te extrañare a ti. Te amo, yo sé que siempre seremos amigos, aun cuando ya veamos diferentes cielos.

Finalicé la carta con un dibujo, de él como un ángel, y yo viéndolo desde la tierra, esperando tal vez poder algún día subir a su lado.

Le entregué la carta a mi hermana quien en minutos saldría junto con mi mamá. Yo ya no lloraba, pero el dolor seguía, aún más fuerte, quizá las lágrimas se habían acabado, pero por dentro pasaba algo peor, una especia de huracán que removía cada parte de mí, e iba destruyendo todo a su paso, no quería nada, no quería comer, no quería hablar, solo deseaba estar en silencio, esperando que alguien me sacara de esta horrible realidad.

Cuando ellas se fueron, me quede con mi abuela, la cual se encargó de darme un buen desayuno para que según ella, pudiera estar fuerte, pero yo ni siquiera podía comer sin recordarlo a él, cada cosa que hacía se sentía realmente mal, en todas lo encontraba sonriendo, o molestándome, diciéndome que me amaba o diciéndome que estaba despeinada, simplemente no podía, su imagen era como un disco rayado que se repetía no solo una, sino miles de veces, mientras que yo iba cavando mi propio hoyo, profundo, sin salida.

El día continuaba igual, aún más destruido que yo; las nubes grises, como mi alma en ese momento, y el clima frío, como mis manos en la noche. El sol ni siquiera se atrevía a salir, era como si de repente él tampoco tuviera motivos para brillar, lo que hacía que mis pensamientos de niña se encaminaran a pensar que el cielo estaba tan triste como yo, que también se lamentaba el hecho de no tener a una persona como él aquí, de que ahora él estuviera en otro cielo, en donde no podría hacerme sonreír.

Me senté en el balcón a esperar a mi mamá y a mi hermana, mientras lo hacía, comencé a pensar, el rencor volvió a mí, y quise ser grande para poder atrapar a quien lo había hecho, pero también, quise retroceder el tiempo, específicamente al tiempo en el que estábamos juntos, sin embargo, al saber que no podía, me llene más de rabia y la respiración me comenzó a fallar. Respiraba más apurada, como si hubiera corrido toda la mañana, supongo que la reacción era porque yo siempre había sido una niña calmada, y no había llegado a tal punto de ira y de rencor que estaba experimentando en ese momento, lo que hacía que me sintiera mal, como a punto de caer, a punto de desplomarme, no sería capaz de continuar.

En ese momento, vi a una mariposa asentarse sobre la reja del balcón, era azul, demasiado hermosa, cuando estaba a punto de acercarme para tocarla, voló, y al verla volar, pude encontrarme con un pequeño rayo del sol en medio de toda esa tiniebla, entonces, una sonrisa, no muy grande, se me escapó, y toda la ira que tenía segundos antes, se fue, para ahora, solo haber una clase de tranquilidad como la que había tenido la noche anterior.



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En el texto hay: asesinato, abogados, padres

Editado: 13.04.2020

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