17-03-19
...
Aquel sábado y domingo no salí de mi casa ni siquiera a la puerta de la entrada, pero de aquellos días el peor fue domingo. Un domingo lleno de lamentos.
Había empezado la mañana levantándome muy temprano, eran las 6 am. Cuando abrí los ojos y no pude volver a cerrarlos. Pequeños rayos de sol se asomaban por la cortina en la ventana. Me removí en mi cama de un lado a otro, buscando comodidad y tratando de conciliar sueño.
-No se puede dormir cuando se siente culpa. –Apareció Gael, sentado al pie de mi cama.
-Desaparece. No sé qué haces aquí. –Dije, cubriéndome la cabeza con la cobija.
-Tampoco sé lo que hago aquí, o qué es lo que soy exactamente. Pero estoy aquí, acompañándote en tu culpa. –Escuché por debajo de la cobija.
- ¿Cuál culpa? –Me senté, descobijándome por completo–. Lo único que siento es que soy un estúpido al tratar de ayudar a un asesino.
Soltó una pequeña carcajada, mirando hacia la ventana.
- ¿De qué carajos te ríes? –Pregunté. A ese punto ya estaba dominado por el enojo.
-De ti. –Respondió descaradamente. –De tu enojo, porque no sé qué es lo que más te enoja. Si es porque te equivocaste al pensar que fui inocente o porque piensas que te utilicé. ¿Por qué no me lo dices tú?
-Porque ni yo mismo sé la respuesta. –Respondí. Levantándome por completo de mi cama, caminé hacia la ventana y corrí las cortinas. La luz ingresaba por completo.
-Y no la descubrirás si sigues huyendo de ella.
- ¿Y quién se supone que eres tú para darme consejos?
-No lo sé. –Respondió, perdido.
-Exacto.
- ¿Con quién hablas? –Preguntó mi madre desde afuera, topando la puerta dos veces.
-Dile que estás hablando con tu amigo muerto que en realidad no es tu amigo muerto.
-Jódete. –Le dije suavemente–. Con nadie mamá, solo practicaba una exposición para mañana. –Le respondí a mi madre.
-Está bien. Estaré en la cocina por si necesitas algo. –Dijo y se fue.
Como si pediría su ayuda, ambos sabíamos que eso no pasaría, pero lo intentó.
Me cambié la ropa y bajé a desayunar. Por alguna razón, el comandante no le había dicho nada a mi madre sobre nuestra visita a la comisaria. Lucas hacía como si ni se acordara, lo cual era excelente.
- ¿Tienen planes para hoy? –Había preguntado mi madre mientras desayunábamos.
-No. Hoy no. –Respondió Lucas.
- ¿Desde cuándo tengo planes? –Dije yo.
- ¿Por qué no vamos al cine? Hace tan que no vamos juntos. –Habló mi madre.
-Yo si voy. –Respondió el sangrón de Lucas.
-Yo paso. –Dije.
Luego de desayunar, me mantuve en mi cuarto el resto de la mañana, terminando una que otra tarea para perder el tiempo.
- ¿Qué haces? –Había aparecido Gael una vez más mientras terminaba una tarea.
-Tarea, ¿qué no es obvio? –Le respondí sin quitar la mirada del cuaderno.
-No. Lo que estás haciendo es evitar la verdad.
-Te equivocas. Lo que hago es evitar sentirme devastado por algo que ni siquiera debí involucrarme en un principio. Quiero sentirme bien, quiero estar mentalmente estable, aunque sea por un maldito día.
-Eso es absurdo, no puedes huir de tus problemas. No puedes huir de ti mismo.
- ¿Qué carajo? –Solté el lápiz y lo miré enojado. – ¿Intentas volverme loco o qué? De cualquier forma, ya estoy loco. Estoy hablando contigo después de todo.
-Auch, eso sí fue grosero.
-Vete a la mierda. –Espeté.
- ¿Por qué mejor no me cuentas sobre ti?
-Para qué? –Su “presencia” empezaba a incomodarme cada vez más. No dejaba de preguntarme cuál fue la causa que me llevó a hablar con la imagen de un muerto que no sabía exactamente cómo es que solo yo lo veía. Algo tan común en mi vida, solo dudas y más dudas. Cero respuestas a excepción de la verdad sobre Gael. Una verdad que, en lo más profundo de mí, deseaba que fue mentira, que fuera una equivocación o una conspiración, pero mi enojo era demasiado como para pensar en eso. Estaba completamente segado y como yo lo veía, no habría un cambio tan pronto–. ¿Por qué mejor no me cuentas qué fue lo que te llevó al suicidio?
-No te lo puedo responder, tú lo tienes que averiguar… Tómalo como si fuera tu misión.
-Ha, ha, ha. No. No pienso meter las manos al fuego por ti una vez más. Ya hice suficiente, y déjame decirte que no te lo merecías en absoluto.
-Solo digo que nada es lo que parece.
Carajo. Estaba harto de todo el maldito drama en el que me había metido, tan absurdo y estúpido como yo mismo. Insignificante y doloroso, insípido abrumador. Estaba harto de mí mismo, de lo que era y en lo que me había convertido, pero era yo, no había de otra. Tenía que soportarme a mí mismo, hasta que mi ciclo de vida se acabe.
-Te están buscando. –Lucas me habló desde la puerta.
- ¿Quién? –Le pregunté intrigado.
-Percy.
¿Es en serio?, Había pensado. Justo en el momento que menos quería hablar con alguien.
-Dile que no estoy, que me fui con Camila o algo parecido. –Le dije, volviendo mi concentración hacia mi cuaderno.
-De hecho… -Intentó decir Lucas.
-Qué extraño. –Percy estaba justo debajo del marco de la puerta de mi habitación–. Te fuiste con Camila, pero te veo aquí. –Intentaba sonar divertido.
-Si. Eso intentaba decirte… –Lucas se escuchaba inquieto–. Solo me iré.
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Editado: 16.04.2021