28-03-19
...
Luego del intento fallido de huir de mi realidad, me resigné a intentarlo de nuevo. Hice un borrón de un hecho que jamás pasó. La pinta del día pronosticaba que sería un día tranquilo, pero me equivoqué.
Cerré la puerta del auto una vez fuera, acomodando la mochila en mi hombro. Lucas bajó de otro lado del auto y se despidió de mi madre apresuradamente, parecía estar ansioso por algo.
-Adiós, Erick. –Dijo mi madre levantando un poco la voz, al notar que me estaba yendo sin despedirme.
-Adiós. –Le respondí sin voltearme a verla, levantado solamente la mano izquierda.
Entré al colegio, sin esperanzas de nada. Rápidamente llegó Marco hasta a mí al verme ingresar.
- ¿Qué hay amigo? ¿Cómo estás? –Saludo.
-De la patada, pero tranquilo, aun quiero seguir vivo. Soy un muerto viviente después de todo.
- ¿Ahora haces bromas sobre eso? –Soltó una carcajada.
-No tiene caso molestarme por eso, todos aquí no saben lo que realmente pasa.
- ¿Y qué es lo que pasa? –Cuestionó Marco.
-Camila no te dijo nada, ¿verdad?
- ¿Decirme qué?
-Nada, no importa. Lo único que importa ahora es José.
-Hablando de José…
- ¿Qué pasa con él? –Me detuve en las escaleras, y hablé más despacio, asegurándome de que no haya nadie cerca que pudiera escucharnos.
-Mario lo ha estado vigilando demasiado, ahora es muy difícil frecuentar con José sin que Mario sospeche.
-Tenemos que despistar a Mario. Sólo así dejará de vigilarnos a nosotros y se centrará en alguien más.
-No veo cómo. –Dijo él.
-Lo encontraremos. Solo tenemos que estar alertas. –Le dije, y seguí caminando.
Me pasé casi toda la clase del profesor Pedro, pensando en una solución que desvíe a Mario de nosotros, hasta que tuve un llamado de atención por su parte. Sin embargo, no dejé de pensar en eso, solo que la segunda vez disimulé mi atención a su clase, y hubiera funcionado de no haber sido interrogado por el profesor.
-Erick, ya que estás muy atento, ¿me podrías decir cuál fue la primera forma de venta de guano?
-E-eh. No lo sé… –Respondí titubeando.
-Es su segundo llamado de atención, a la tercera se va de mi clase.
-Claro. –Le respondí, intentado ser sincero.
-Como les decía… Los ingresos del guano permitieron que el estado…
-Profesor, disculpe. –Lo interrumpí– ¿Puedo ir a dirección? Es que no me siento bien.
-Ve. –Espetó–. De cualquier forma, no estás prestando atención.
Cerré el libro que obviamente no estaba leyendo y salí del salón, lo que en realidad quería es estar en un lugar donde pueda pensar tranquilo. Y la mentira que le dije al profesor fue la más favorecedora, porque si me ocultaba en el baño, nadie se daría cuenta de que no fui a donde debería haber ido. Así que me metí en el baño de hombres e intenté calmar mi mente cuando escuché la voz de Mario al pasar por el baño.
- ¿A dónde vas, enano?
-Eh, hola Mario. –Le respondió José, le reconocí la voz rápidamente. –Voy a buscar un libro en la biblioteca.
-Claro. Oye, una pregunta. ¿Por qué de pronto te juntas con el grupo maravilla? ¿Te están amenazando?
-Ah, solo me dan su apoyo por la muerte de mi hermano. –Respondió José, muy nervioso.
-Ah, y ahora que lo mencionas, no habías venido a clases durante mucho tiempo. ¿Por qué? ¿Acaso ocultas algo?
Salí rápidamente del baño para defenderlo.
-Déjalo en paz. –Le espeté a Mario.
- ¿Has estado escuchando todo maldito metiche?
-Jódete. Solo déjalo en paz.
- ¿Si no qué? –Se acercó amenazante–. ¿Qué me vas a hacer? ¿Me vas a golpear?
-Ya te di un golpe una vez, no me temblará la mano al hacerlo por segunda vez.
-Oh no, esta vez no. –Espetó, empujándome con fuerza hacia las escaleras. Pensé que sería una caída fuerte, pero no llegué hasta las escaleras y empujé a alguien que justamente iba subiendo. Rodó hasta llegar al pie de las escaleras, y solo cuando se detuvo fue cuando lo reconocí.
-Ahhhh. ¡Mi brazo! –Escuché el grito de dolor de Percy.
Corrí rápidamente hacia él, José corrió detrás de mí. Cuando llegué hasta Percy, intentó moverse, pero se vio obligado a quedarse en el suelo porque al mínimo intento de moverse le dolía el brazo intensamente. Lo tenía roto.
-Ve a dirección, que vengan rápidamente. –Le dije a José–. ¡Corre!
José corrió, y a los pocos segundos regresó con el director.
- ¿Qué fue lo que pasó? –Se desesperó el director.
-Se fracturó el brazo al caer de las escaleras, no puedo moverse. –Le respondí, desesperado. Mario había desaparecido del lugar, se había esfumado y no quedó ni rastros de su presencia. En ese momento no vi la necesidad de nombrar a un culpable, lo importante era llevar a Percy al hospital.
La espera fue fatal, jamás había odiado tanto la sala de estar con aquella vez. El papá de Percy estaba preocupado y su mamá parecía extremadamente nerviosa. Cuando vi a mi madre acercarse, me levanté rápidamente para saber si estaba bien.
-Percy ya está en una habitación. Tiene el brazo enyesado, pero el dolor ya es leve.
- ¿Podemos pasar a verlo? –Preguntó el señor Fernando.
-Fernando. Percy es su hijo, claro que pueden.
-Gracias. –Dijo la mamá de Percy.
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Editado: 16.04.2021