Desde mi centro

“El comienzo del fin” (1/3)

Narra Kenya: 
  Al llegar al departamento busqué las llaves en mi bolso pero no las tenía. Ni siquiera las había llevado, quién sabe en qué estaba pensando para no traerlas conmigo. 
  Toqué el timbre varias veces pero nadie me contestó. Era muy raro que para esa hora no hayan vuelto del trabajo o de la Universidad.
  No me quedó otra que volver al departamento de los Bellington para pedirles si podía usar su teléfono. Quería llamar a Brett para saber a qué hora volvería.
–¿Y? ¿Te pudiste comunicar con tu amiga? 
–Si, si. Me dijo que vuelven en alrededor de dos horas. Fueron a cenar a la casa de una tía. 
  Al parecer me habían avisado, y les dije que yo me quedaría en departamento, pero no lo recuerdo... Creo que tengo que mejorar mi memoria.-Le comenté a Christopher mientras bajábamos las escaleras. Se había portado muy amable conmigo. 
  Me despedí diciendo “Bueno, muchas gracias por el favor, hasta mañana. Pero Sam me tomó del brazo y rectificó
 –Tú no te vas a ningún lado. ¿Crees que dejaremos que estés vagando sola dos horas por los pasillos? Ya no puedes rechazar nuestra invitación a cenar...¿No es así papá? 
–Tienes toda la razón Sam. –Contestó el señor Bellington a su hijo con la misma mirada cómplice con la que éste le había hablado. 
–Bueno, si no les molesta...
–Obviamente que no, es una buena forma de agradecerte tu ayuda con Derek. Siempre está comentando lo mucho que se divierten.
– Es verdad, pasamos tardes maravillosas. Tiene un gran hijo señor Bellington. 
– Muchas gracias Kenya. Tú también eres una gran chica.
  Christopher nos pidió a Sam y a mí que coloquemos los platos en la mesa mientras él terminaba de cocinar.
  Por último, cuando ya estábamos sentados, le pidió a Derek que suba y llame a Matthew para que nos acompañe a cenar.
  Yo estaba a un lado de Derek, Sam y Matthew en frente nuestro y  Christopher en una de las cabeceras de la mesa. 
  Fue una cena muy agradable, los temas que tocamos fueron muy variados. Iban desde política, a la inseguridad y luego comentaron rendimiento de un equipo de baseball  al que seguían. Era de esperarse en una familia en la que eran todos hombres...Yo en ese tema no pude opinar, nunca se me dio ningún deporte.
–Y a ti Kenya ,¿Qué te atrajo de Nueva York para que decidas quedarte?
–Es una ciudad muy bella señor Bellington y además hace muchos años que no veía a mi amiga. Vine a verla y a conocer su ciudad, y pensé que sería un buen lugar para vivir e independizarse. 
–Tienes razón. Hay muchas oportunidades para jóvenes como tú.
  El interrogatorio fue haciéndose más y más extenso. Pero era completamente entendible, quería saber a qué clase de loca le confiaba a su hijo. Me preguntó por cómo estaba conformada mi familia y si mis estudios estaban completos.
 Traté de actuar lo más normal posible, ya que por más que quisiera no podía decir el motivo real. Aunque a decir verdad, me generaban mucha confianza y me sentía aceptada.
–Sabes Kenya, por una extraña razón tú me recuerdas a mi difunta esposa. Tan agradable y simpática...
–Vámonos muchacho, ya es muy tarde para que sigas despierto- Dijo Matthew y llevó prácticamente a la fuerza a su pequeño hermano. No sin antes destrozar con la mirada a su padre. 
  La reciente situación incomodó a  todos los que estaban allí presentes, en especial a mi. 
  No me ayudó para nada por el estado en el que estaba. Aún me sentía mareada, con fuertes dolores de cabeza y mi vista se distorsionaba un poco. 
–Disculpe señor Bellington ¿Puedo pasar a su baño?
–Adelante niña, siéntete como en tu casa. 
  A duras penas llegué. Me remojé el rostro con agua fría y cuando quise tomar la toalla para sacarme, no controlé mis piernas que se habían debilitado y me desplomé por el suelo.

 




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