-14 de febrero, 2018:
En lo alto del cielo alumbraba un gran sol invernal pero aún así nada logró hacer que se vayan de aquella sala de espera a los que sin amainar acompañaban a Kenya.
Sólo Richard, quien fue al aeropuerto a esperar a Grace, la madre de la joven, quien fue llamada la madrugada del accidente por él mismo para que pueda estar presente en el momento en el que su hija más la necesitaba.
El rostro de Grace era la prueba irrefutable de que no paró de llorar desde que le informaron lo sucedido. Y era de esperarse, siempre preocupándose por la salud y felicidad de sus hijas, aunque suene irónico. Pero es que el echo de que su hija mayor haya pasado por el martirio que pasó está lejos de ser por culpa de Grace. Por más intentos que haya realizado para sacarla de ahí, su pequeña estaba enferma. Padecía, como muchos, una extraña adicción al dolor.
Pero ya había tenido suficiente, no quería que se vuelva costumbre el ir de hospital en hospital con Kenya.
–¿¡Dónde está mi hija!?- Exclamó la mujer completamente desesperada en la recepción haciéndose oír en todo el lugar.
-Le pido que se tranquilice señora. ¿Usted a quién quiere ver?
-¡Kenya Moore, mi hija Kenya Moore!- Le contestó casi sin aire a la enfermera que intentó calmarla de su nerviosismo.
-Muy bien señora, averiguaré en recepción, talvez tengan noticias sobre en qué área encuentre.
-No va a ser necesario. -Interrumpió Richard. -El doctor McConaughey de Neurología la está esperando.
-Entiendo, bueno pues lo buscaré entonces.
El doctor no se encontraba en el hospital en ese momento, por lo que tuvieron que esperarlo mientras el personal encargado solicitaba su presencia. Por lo tanto Richard llevó a Grace al lugar donde los demás esperaban.
-¡Grace! - Dijo Brett con los brazos abiertos recibiendo a la madre de su amiga. Estaba con el mismo rostro hinchado y un poco rojo por llorar.
Los nervios les jugaban en contra. Sin ningún tipo de noticias acerca de los análisis cualquier cosa era de esperarse.
-Tanto tiempo sin verte cariño, me alegro que estés bien.
-Grace, él es Christopher Bellington y su hijo Samuel.-Dijo Richard.
- Mucho gusto señor Bellington. Hola muchacho un placer conocerte también a ti.-Dijo Grace muy cordial estrechándoles la mano.- Muchas gracias por lo que han hecho por mi hija. En el camino hacia aquí Richard me lo estuvo comentando, estoy muy agradecida.
-El placer es mío.- Dijo Christopher devolviendo el mismo- Es un honor hacer todo esto por una gran persona como Kenya. Después de toda la ayuda que nos da con mi pequeño es lo mínimo que podemos hacer.
Los ojos de la mujer estuvieron plagados de lágrimas que intentaban escabullirse en todo momento. Temía por su hija y la ansiedad de poder saber un poco más de lo que Richard le informó la estaba matando.
Luego de presentarse y entablar una pequeña charla Christopher, Sam y Brett se retiraron dejando a Grace en compañía de Richard.
Los primeros dos debían acudir a sus respectivos empleos y Brett fue a su departamento a ducharse, comer algo y descansar. Fue una larga noche para todos.
-Doce largos años sin verte.- murmuró Grace.
-Así es... se han pasado volando. -Contestó Richard.
-Para mi no, ha sido toda una agonía desde aquel 24 de noviembre del 2006. El cual recuerdo como si hubiese sido ayer.
-Mis hijos me han ayudado a superarlo.
-Yo no puedo. Aún me duele.- Dijo Grace quien luego de notar su tono de voz tan elevado, volvió a murmurar.- ¿Cómo quieres que olvide el día en el que encontré...
-Adelante, puede pasar, el doctor la espera en su consultorio. - Pronunció aquellas palabras un enfermero interrumpió la charla.
-Bueno días, tome asiento por favor. -Dijo el profesional un poco serio y casi sin dirigirle la mirada. Estaba prestándole más atención a unos papeles, bastante importantes al parecer.
-Es un placer por fin hablar con usted.
- Lo mismo digo señora. Gracias por asistir tan rápido. Me es necesario hablar con usted, por su hija claro está.
-Si doctor. Si no le molesta, dígame cuanto antes cómo está mi hija. ¿Puedo verla?
-Su hija está estable, sólo con leves mareos y dolores. Pero poco a poco se irán yendo, es normal cuando se habla de este tipo de accidentes.
-Si, eso me dijo Richard.
-Bien, lo importante ahora es que cualquier golpe en esa región puede ser peligroso, aunque afortunadamente la mayoría no lo es, en este caso el grado de peligrosidad es intermedio.
-¿Cómo que intermedio doctor? ¿A qué se refiere con eso?
-El problema de los golpes y/o impactos es que provocan una hinchazón dentro del cerebro, debido al sangrado de venas y vasos dañados.
En la cabeza de la señorita Moore no encontramos rastro de sangrado interno en abundancia que pueda generar problemas mayores, el sangrado en su mayoría se produjo de forma externa.
Aún quedan dudas, pero estamos trabajando para poder detectar si con el tiempo aquella sangre derramada pueda disolverse por sus propios medios o sea necesaria la intervención quirúrgica. Aunque por los recientes resultados por ahora no nos tenemos que preocupar.
-¿¡Intervención quirúrgica!?- Aquellas lágrimas que intentaba contener hace un momento escaparon de sus ojos en cuestión de segundos.
-Le pido calma señora, pero principalmente paciencia. Este será un camino largo por recorrer en el cual se deber a llevar un control para corroborar la salud de la joven.
-Doctor por favor dígame que mi hija va a estar bien y que no le pasará nada.-Dijo secando sus lágrimas con un pañuelo que le había dado Brett anteriormente.
-Así es señora.-Dijo conservando la seriedad y profesionalidad como en todo momento.-Pero eso no es todo.
Las enfermeras que la desvistieron para ponerle la bata que se les proporciona a los pacientes, se encontraron con un cuadro de violencia en el 60% de su cuerpo. Desde heridas que ya llevan varios días en cuanto al proceso de cicatrización y otras que ya sólo son cicatrices viejas pero que al parecer fuero cortes profundos.
Definitivamente, lo que el doctor decía no ayudaba en lo absoluto para que Grace cesara su llanto.
-¿Fue ella misma la que se produjo las heridas señora?- Preguntó muy directamente al no recibir respuestas claras a lo que le estaba diciendo.
-Aún quedan en su cuerpo las pruebas de la violencia que recibió por parte de su ex pareja, doctor.
-Entiendo su dolor señora. Haremos todo lo posible por el completo bienestar de su hija.
-¿Qué queda por hacer ahora doctor?
-Esperar. En cuanto Kenya despierte se le harán algunos chequeos previos para corroborar si está apta para recibir el alta y si es así, lo tendrá.
-Muchas gracias por todo lo que está haciendo por mi hija doctor.
-Sólo hago lo que hay que hacer, y lo que se tuvo que hacer. El tiempo está corriendo...
Grace sólo miró hacia el suelo, sabía que su hija estaba estable pero las dudas e incertidumbres aún estaban.
-Una última cosa, ¿Sabe qué pastillas tomaba Kenya?
-¿Pastillas?
-Sí. Según los resultados que tengo en mis manos y gracias a los grandes avances tecnológicos que posee éste hospital privado, aseguran que la razón por la descompensación que tuvo la paciente fue por la ingesta de fármacos, en su mayoría tranquilizantes.
-No estaba al tanto de que mi hija tome tranquilizantes doctor, No sabría decirle.
- No hay una gran cantidad en su sangre que nos alarme de que haya intentado quitarse la vida con los mismos, así que no se asuste. Éste tipo de drogas pueden provocar una reducción significativa de la presión arterial aumentando las probabilidades de sufrir desmayos.
Entre estos se incluyen determinados medicamentos para tratar la presión arterial elevada, las alergias, la ansiedad y la depresión.
-Que decirle... ¡me toma por sorpresa! No tenía idea de los consumía. Lamento no ser de ayuda en esto.
-No se preocupe, Kenya Moore está bien y se recupera muy rápido. Ya no me quedan dudas de que es una joven muy fuerte.
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Editado: 16.07.2018