¿Me han roto el corazón?
Si, vaya que sí.
Pero no hablo de ese niño, no no.
Tampoco hablo de esas amistades.
Hablo de la familia.
Porque la familia también te puede romper el corazón.
Inclusive duele más que cualquier otra cosa.
Porque no hay nada peor que un corazón roto por causa de tú misma sangre.
¿Pero qué pasa si lo has tenido todo?
Relativamente.
Nada tal vez, muchos pensaran.
Pero no, no es así.
Porque puedes crecer un ambiente en el cual, cosas materiales nunca faltaran.
Pero solo son eso, cosas materiales.
¿Dónde queda el amor? ¿Dónde queda ese sentimiento?
Porque puede que de cierto modo lo tengas todo, ¿pero de qué sirve?
¿De qué sirve si lo único que anhelas no lo tienes?
¿Si lo único que te falta es amor?
Porque preferiría mil veces privarme de cosas, que vivir sin afecto toda mi vida.
Porque eso era lo único que anhelaba.
Pero la realidad es que cuando creces así...
Piensas que de esa manera mereces ser tratada.
Te empiezas a conformar con tan poco.
Empiezas a creer que si te tratan de cierta manera esta bien.
Empiezas a creer que es algo normal.
Lo crees.
Lo crees porque eso es lo que ellos, te hicieron creer.
Porque nunca tuviste un claro ejemplo de como se trata a la gente que se quiere.
Nunca tuviste ese claro ejemplo de como se debe amar.
De como deben amarte, de como deben tratarte.
Y por ello, se creo tu miedo.
Tu miedo a querer.... querer a alguien.
Tu filofobia.
Y es que, desde un principio todo estuvo mal.
Esta mal.
Porque después de tantos años, sé que no merezco ser tratada así.
Sé que merezco más.
Sé que merezco un amor saludable, sincero.
Y nada a medias.
Que si me van a querer, que lo hagan.
Pero lo hacen completamente o que no lo hagan.
Porque finalmente se como debo ser tratada.
Porque primero se empieza conmigo.
Porque después de vivir toda esa toxicidad.
Sé todo lo que no quiero ser.