—Hay que encontrarlo.
—Tranquila. Lo encontraremos.
—Pero, ¿Cómo?
—Seguramente regresó a su casa. Lo buscaremos ahí. ¿Sí?
—Sí — repitió Lois ante las palabras de Dan.
Estaría en un buen lío si llegaban a perder al perro.
Subieron al auto de Dan, los tres, pues Alex decía ser igualmente responsable por el cuidado del cachorro.
—No está. No está — repetía Lois luego de darle vuelta a la casa sin encontrarlo.
—Cálmate. Aparecerá. No pudo ir lejos.
—¿Quieres que me calme? ¡Ese estúpido perro no está y es por tu culpa!
—Lu. Por favor. Este no es momento….
—¡¿No es momento?! Si no fuera por qué tú le dijiste a Katy que sí, no estaríamos aquí como idiotas buscando un tonto perro.
—Tampoco está atrás — anunció Dan acercándose a ellos.
—Genial. Solo espero que esté en casa. Y si no es así, juro que te mato Alex.
Sin embargo Alex sonrió. ¿Es que acaso no era consciente del problema?
—Y ahora ¿Qué hacemos? — decía Lois dando vueltas en la cocina sin saber dónde más buscar.
—¿Qué hay detrás de esta zona? — Preguntó Alex.
—Solo es bosque. Hay unos pocos senderos pero no creo que esté ahí. Es más probable que haya ido hacia el centro.
—¿Qué tal si corrió hacia los árboles y perdió el rastro? No ha parado de llover.
—Puede ser — opinó Lois—. Pero tendremos que dividirnos. Será más fácil.
—De acuerdo. Vamos — dijo Dan dirigiéndose a Lois.
—Yo iré con Alex.
—Lois pero, ….
—Él no conoce estos lugares. Se perderá.
—Lu. Puedo quedarme. Iré a dar una vuelta de nuevo a la casa de Katy.
—No. Vendrás conmigo — dijo tomando a Alex del brazo—. Te necesitaré cerca cuando tenga ganas de matar algo.
Ya había oscurecido cuando se adentraron en el bosque. La lluvia continuaba sin cesar aunque con menos fuerza.
Llamaban a Puki por su nombre y silbidos pero este no respondía. Subieron una pequeña colina pero los esfuerzos por ver en la densa oscuridad fueron inútiles. Las lámparas no eran suficientes para abarcar todo el bosque.
—Tenemos que esperar a que pase la tormenta — dijo Alex viendo el cielo partirse por los rayos.
—Creo que no tenemos más remedio. Tardaríamos un par de horas en bajar. Ven. Conozco un lugar.
Alex comenzó a seguirla. Sus chaquetas impermeables habían dejado de serlo desde hace más de media hora, así que tenían las ropas empapadas al igual que los zapatos y las pesadas capas de lodo pegado a la suela.
El frío les hacía temblar y los labios de Lois comenzaron a ponerse de un color nada normal.
Luego de caminar por lo que a Alex le pareció un siglo y sin un rumbo correcto, llegaron a una cabaña. Alex no fue capaz de distinguirla hasta que estuvieron a un par de metros de ella.
—Es aquí. Entremos.
La puerta no tenía llave. El interior estaba frío pero seco. Las lámparas ya habían cedido debido al agua así que tampoco tenían luz.
—¿Cómo sabías de este lugar?
—Es de las que alquilan para los senderistas de la temporada. De este lado de la colina está el resto de cabañas.
—Pues con que no nos lleven arrestados por invadir propiedad privada no me quejaré — dijo frotando sus manos—. Dios. Que frío.
Encontraron en un rincón unos trozos de madera que añadieron a los que ya estaban en la chimenea. Dejaron las botas llenas de fango cerca del fuego y dejaron las chaquetas a un lado.
—Estamos empapados y aquí no hay ropa — señaló Lois al volver de la única habitación que había.
—Encontré estás toallas en el baño y hay unas mantas secas en el armario.
—¿Qué estás proponiendo? — Inquirió observando lo que Alex tenía en la mano.
—Bueno. No podemos quedarnos con esta ropa Lu. A menos que quieras enfermar.
—¿Acaso pretendes que me quede desnuda?
—Bueno, no. No necesariamente. Solo sácate el pantalón. Está empapado.
Lois se miró así misma y efectivamente estaba goteando. El cabello empapado al igual que las ropas. Y el frío solo le estaba provocando dolor de cuerpo y cabeza.
—¿Tú lo harás?
—Sí. No quiero enfermar. Además ¿Cuánto tardaremos en secarnos con las ropas mojadas puestas?
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Editado: 28.08.2018