Deseo prohibido

30

Fue abrir Emiliano la puerta y eran Lucía y Raquel, volvió la felicidad al cuerpo de Camille en cuanto las vio. Se sintió a salvo al verlas, con eso le era suficiente para recuperar un poco de su vida, pero no podía olvidar el hecho de que sus padres habían muerto. Camille ni siquiera pudo ver los cuerpos, ya que Emiliano y Valeria hicieron los trámites correspondientes.

Raquel y Lucía la vieron y saltaron encima de Camille para abrazarla con fuerza y así brindarles todo su apoyo, después de que saludaron a todos, subieron a la pieza de Camille.

Ellas querían preguntarle un montón de cosas a su amiga, pero no sabían por dónde comenzar. Las tres estaban asustadas por todo lo que había sucedido. Para todas, lo que habían vivido era suficiente.

A Camille le costaba tener que decir lo que sucedió con Manuel en la fiesta, ni siquiera se le ocurrió abrir la boca y hablar sobre eso. Le era demasiado traumático recordar la situación, pero intentaba mantenerse fuerte por la muerte de los seres que le dieron la vida.

—Sé que no querés hablar del tema, pero ¿y qué si no fue culpa de él? —Abrió la boca Lucía.

Camille observó a su amiga con seriedad, no estaba comprendiendo lo que Lucía le intentaba decir, bueno, antes ella se negaba a creer que Rodrigo era parte de toda esa locura, pero después se enteró que él estaba metido hasta las narices con los planes de su padre.

—Él mismo me lo dijo, pensé que podía llegar a tener algo con él. No sé por qué lo pensé, solo creí que podría tener una vida feliz y normal. —Camille se tapó la cara con las dos manos—. Fui tan idiota al haberme enamorado…

Sus amigas se quedaron petrificadas al escuchar que ella se había enamorado de él. Para ellas, eso era algo imposible, pero después de verla a los ojos comprendieron que Camille estaba muriendo por dentro y que lo que ella decía era cierto.

—Camille, no digas tonterías, se re notaba que él también pensaba lo mismo que vos —agregó esta vez Raquel.

Camille sonrió leve, pero nada le ayudaba a calmar el dolor de su corazón.

Las personas que más, se suponía que la querían, le habían destrozado el alma. Primero, su padre, ya que ella pensaba que él sabía bien lo que le había sucedido a su madre y que se lo había guardado para no tener que decírselo y verla llorar. Segundo, Rodrigo que él la había traicionado de la peor manera: la había enamorado. También, estaba la presunta casi violación de Manuel, que ella no le quería decir a nadie y que se la llevaría hasta la tumba.

—No traten de animarme, chicas. Si él también sentiría algo por mí, no hubiese permitido que maten a mis padres. —Se le hizo un nudo en la garganta de tan solo decirlo—. Me destrozó el alma. Además, no lo sabían, pero… él. —Ella negó sin querer hablar.

—Pero si el papá de él y el tuyo se llevaban mal, por más que haya intentado parar todo eso el papá no le hubiese hecho caso —soltó de golpe Lucía.

Camille suspiró y se tiró de espalda a la cama.

—Capaz, pero no quiero saberlo.

 

 

 

 

Viernes (día de la excursión)

Camille se dio cuenta de que no iba a asistir a la excursión que tanto había esperado. En lo único que ella podía pensar era en que sus padres habían muerto y que ella estaba ingresando al Hospital para luego ir a la Morgue.

El depósito de cadáveres era frío, indiferente y aterrador. Camille y Emiliano eran conducidos por un largo pasillo blanco hasta una amplia habitación vacía. Un empleado de guardapolvo blanco se acercó a una pared, tomó una manija y abrió un cajón de gran tamaño.

—¿Quiere verlo?    

Ella deseó salir de ese lugar, volver atrás unas cuantas horas, cuando se negó a quedarse en su casa con sus…

Se adelantó, poco a poco, y se encontró mirando los inertes despojos de los cuerpos que le habían dado la vida, que la había alimentado, que se había reído con él, que los había amado. Besó a su padre en la mejilla y luego hizo lo mismo con su madre.    

—Papá… —dijo en un suspiro—, ¿por qué? ¿Por qué lo hiciste?    

—Recuperaran los cuerpos después de la autopsia —le informó el empleado—. Es norma legal en los casos de suicidio.

Camille se sorprendió ante aquellas palabras y negó, pero luego el hombre asintió. La nota que le dejó su madre no ofreció respuesta alguna. «Mi querida Camille: Perdóname, por favor. No quiero que sigas con todo esto, no merecías ser parte de todo lo que está por venir. Sos mi hija y ahora solo queda… Te quiero muchísimo. Mamá».

El texto era tan frío y carente de significado como los cadáveres del depósito.

Ella se quedó abrazada a Emiliano y negó contra el pecho de él, ella no podía creer nada de lo que estaba ocurriendo, le era imposible de creer.

Como se había adelantado, Camile solo pensaba en el entierro de los seres que le habían dado la vida, ella ni siquiera pensaba en irse de viaje a ninguna parte con sus compañeros de universidad.

Después de un par de días, que volvió del entierro de sus padres se encerró en su pieza y no salió ni para comer. Se sentía sin fuerzas para continuar y los minutos pasaban, las horas pasaban, al igual que los días y las semanas.

Ella se tenía que acostumbrar a estar sin ellos, pero no creía lograrlo, pero lo iba a intentar con todas sus fuerzas, eso se lo había prometido en la tumba de sus padres.

Lucía y Raquel se fueron otra vez, ellas se habían ido a ese viaje tan importante, así que le tocó estar sola, sin su papá, sin su mamá, sin nadie que le dijera que ella iba a estar bien...

Rodrigo estaba triste, ya que hacía bastante tiempo no veía a Camille, ni tampoco apareció en la universidad, lo único que él estaba esperando era que ella estuviera bien y que no le hubiera pasado nada malo.



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En el texto hay: traicion, mafia, venganza

Editado: 26.05.2022

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