Ustedes pensaran que es lo más normal del mundo, pero siempre me ha costado hablar con la gente. Y es que no es un problema de confianza porque nunca he tenido la oportunidad de confiar en alguien, porque nunca he podido realmente hablar con nadie y no recuerdo haber tenido conversación alguna que durara más de un par de líneas. No es que no sea interesante, o eso es lo que me gusta creer, ni tampoco es que sea tímido simplemente me cuesta hablar con la gente, las palabras no me salen e incluso a veces prefiero que así sea.
Mi único gran amigo es mi reflejo, a veces incluso paso horas junto a él, y lo uso para practicar, y recrear aquellas charlas que no puedo tener con otros, ni con ella tampoco. Con el sí puedo hablar, puesto que no es persona, sino que es objeto, es cosa, no está vivo y es como yo.
Sobre todo con ella, nunca había podido hablar, y es que con ella si era muy tímido; con ella se me cruzaban las palabras y mi lengua se trababa en un nudo. Y es que ella siempre fue tan hermosa, de pelo negro que llegaba a su cintura y un rostro de rasgos finos, una cintura de avispa que se movía al ritmo de mis ojos y una boca de labios gruesos que a gritos pedía un beso.
Un día tras pasar horas hablando con mi reflejo, finalmente me decidí a dar el gran paso. Tome una gran bocanada de aire y salí afuera, y la espere allí. Como todas las noches ella llegaba agotada del trabajo, paseaba meneando su hermosa cintura y me saludaba con una dulce sonrisa de aquellos labios rojos y gruesos. Pero aquella vez no me limite a mirarla, sino que me acerque con mi mano levantada y en mi cabeza repasaba mentalmente todas las líneas que previamente había elaborado conmigo mismo.
Ella levanto su mano también para estrecharla con la mía y de aquellos hermosos labios salió un alegre saludo. Y fue ahí cuando mi mente volvió a trabarse, las palabras se me entrecruzaron y todas las líneas desaparecieron de mi cabeza. Trate de sonreír pero al parecer no pude lograrlo porque su sonrisa se transformó en una mueca de miedo. Inmediatamente soltó mi mano y camino rápido pasando de mí.
Estaba desesperado, todo había salido mal. Tenía que explicarle todo, no quería que me tuviera miedo y en un intento desesperado por hacerlo agarre su brazo antes que se alejara. El chillido de miedo fue como un cuchillo que traspasaba mi corazón, pero no podía dejar que gritara, tenía que explicarle, tenía que hacerle entender. Con fuerza tape su boca con mi mano y la lleve adentro de mi casa.
Yo sabía que ella entendería si yo le explicaba pero ¿Por qué tenía que forcejear tanto? Yo solo quería explicarle que no podía hablar con ella, que me costaba. Sentí sus dientes morder la carne de mi mano y el rápido movimiento que hizo para librarse de mi agarre. Hecho a correr hacia la puerta, pero yo no podría dejar que se fuera, ella no sabía que yo todos los días en secreto la admiraba, seguramente si lo supiera, si lo entendiera dejaría de correr y de gritar pero primero para que me escuchara tenía que hacer que se callara, tenía que parar sus gritos…
Han pasado ya varios días desde aquel incidente y como siempre no puedo hablar con ninguna persona salvo con mi reflejo puesto que no lo es, y también con ella. Ahora siempre hablo con ella, todos los días mantenemos largas conversaciones, nos abrazamos, nos besamos y hacemos otras cosas. Ella siempre está en mi casa puesto que no puede moverse; ahora puedo hablar con ella, al igual que puedo hablar con mi reflejo que no es persona, y ella tampoco lo es ya que es cadáver. Finalmente puedo hablar con ella todo el tiempo.