Deseos y Miedos

Mirada

La muchacha me mira nuevamente al otro lado de la biblioteca con aquellos ojos azules que cautivan, sus labios se curvan en una sonrisa perfecta, que me llama y me dice que me acerque a ellos. Hace días que cruzamos miradas, aunque nunca pude atreverme a cruzar al otro lado de la sala para dirigirle la palabra, pero presiento que hoy será ese día.

Parpadeo, e inhalo fuerte como para darme valor, me levanto lentamente de la silla y a pasos torpes avanzo a través de las mesas y sillas que nos separan. Al llegar junto a ella me percato de que en realidad no he pensado claramente que es lo que diría. Tal vez todas aquellas miradas no eran más que una coincidencia, tal vez realmente  no le intereso en absoluto ni se ha percatado de mi existencia.

-Hola- me dice sonriente, y yo respondo a su sonrisa un poco nervioso      pero      definitivamente      más      aliviado      que     antes.

-Hola- le digo y me siento a su lado, mientras le pregunto sobre el libro que está leyendo, alguna colección de cuentos de un artista anónimo.

Pasamos toda la tarde hablando, primero de literatura para luego hablar de otras cosas como política y filosofía a las que yo no presto absolutamente atención porque me pierdo totalmente en su mirada, en esos ojos azules en los que siento que me puedo hundir, en los que puedo pasar una eternidad.

Para mi sorpresa la conversación no se vuelve pesada, y la charla  es bastante fluida como si tuviéramos alguna especie de conexión. Por  lo que puedo ahora saber de ella tenemos prácticamente los mismos gustos, tanto en literatura como en música e incluso cine. Reuniendo todas mis fuerzas la invito a salir esta misma noche a uno de mis  lugares favoritos a lo que ella, para mi alegría, acepta.

Pasa la tarde fugaz y por la noche nos encontramos en este bar que tanto me gusta, es un lugar pequeño aun así confortable, con cierto aire bohemio. Nos acomodamos tranquilos en una pequeña mesa y ordenamos un café para cada uno. Mientras las tazas se vacían nosotros nos perdemos en nuestra conversación hasta el punto que no nos percatamos que el tiempo avanza.

Ya pasada la medianoche nos damos cuenta de lo tarde que es y caminamos juntos por las calles solitarias de la ciudad. Rogando que no se aparte, junto fuerzas y tomo su mano a lo que ella responde entrelazando sus dedos con los míos y dedicándome una sonrisa que derrite. A medida que la noche avanza el frio también y como buen caballero cubro su espalda con mi campera mientras jugueteando la abrazo.

Llegados a su casa nos miramos por unos segundos, nutriéndose cada uno de la mirada del otro preguntándonos, tal vez, que fuerza del destino hizo que nuestros caminos se cruzaron en un lugar tan casual como una biblioteca. Ya sin titubear, totalmente decidido junto sus labios con los míos y nos fundimos en un beso apasionado volviéndonos uno solo...

Vuelvo a parpadear y la chica al otro lado de la sala de la abarrotada biblioteca finalmente desvía la mirada. Hoy no ha podido ser el día que reúna el valor para acercarme a ella pero seguramente mañana podre verla otra vez y perderme en sus ojos y algún día posiblemente pueda acercarme a ella y vivir esa historia en la que día a día sueño.

Recojo mis cosas rápidamente y abandono el lugar mientras mi mente divaga, sorprendida de cuan hondo puede hundirse uno en una mirada.

 

 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.