A cada paso que doy el túnel se vuelve más estrecho como si algo a propósito me quisiera impedir el paso, una voz en mi cabeza me dice que debo seguir adelante sin volver la vista atrás. Sin embargo adelante no puedo percibir un final alguno y mi cuerpo ya se encuentra cansado sin poder atravesar el ahora angosto túnel, aun así no puedo volver la vista atrás, algo me lo impide como una especie de opresión en el pecho: el miedo.
Paso un tiempo quieto en el lugar donde estoy, esperando que algo me indique que debo hacer a continuación, sin embargo mi espera resulta en vano. Finalmente resuelvo que estar parado allí no me llevara a ningún lado y desvió mi mirada hacia una de las paredes del túnel. Para mi sorpresa me doy cuenta que no es ni tierra ni concreto lo que encuentro sino una especie de ventana y tras ella veo el acontecer de varias cosas.
Un niño juega con unos autos de carrera en la sala de una amplia casa, corre de aquí para allá con los pequeños modelos de máquinas mucho más grandes, camiones, camionetas y autos deportivos de todo tipo. De repente la escena se desvanece y pasa a otra, ahora el niño más grande juega en algún parque infantil con una niña al parecer de su misma edad ambos puras risas y miradas.
Las escenas empiezan a transcurrir a una velocidad increíble, veo como el niño pasa a ser un adolescente, como vive sus primeras fiestas, sus primeros amores y sus primeras pasiones. Veo como se vuelve un adulto y como contrae matrimonio con una bella mujer, veo sus días en el trabajo y como lentamente la rutina va matando la vida, la chispa en la existencia de aquel hombre. Veo como en un momento de descuido no se percata cuando en medio de la calle un conductor pasa presuroso la luz roja sin importarle el peatón que camina delante suyo...
Un dolor estremecedor recorre mi cuerpo y volteo porque no puedo ver el final de la última escena. Giro hacia el otro lado del túnel donde como lo esperaba, hay otra sucesión de ventanas que me llevan a otros lados, al llanto de una mujer, que rompe el cielo con un estridente chillido, veo el dolor de un padre y una madre que ya están muy viejos como para siquiera caminar pero que aun así han sobrevivido a su hijo. Veo el rostro de un niño de pocos años totalmente desconcertado como preguntándose que es lo que ha pasado, aun sin conciencia suficiente como para saber que su padre le ha abandonado y no regresara.
Y finalmente percibo como el túnel se ensancha y mi paso se vuelve menos dificultoso, pero aun así no sigo adelante. Al fin sé que puedo mirar hacia atrás y con total resolución, como si lo hubiera sabido todo al tiempo, voltee para ver mi cadáver tendido en medio de la carretera, mientras la gente se congrega a mi alrededor y los policías toman los datos necesarios. Con una sonrisa amarga me despido de los míos y camino a paso suelto hacia el final de este largo pasillo que ahora ha aparecido ante mí; la luz al final del túnel.