Icarus
Huyendo de la loca con cuchillos
—Dejen lo qué estén haciendo y muevan sus lindos traseros— dijo el príncipe —Ambos
—Puedes verme?— dije
—Cómo?— dijo Ashi
—Luego les explicó— dijo con un tono desesperado —Si quieren vivir muevan esos lindos traseros.
Un puñal salió desde las sombras, en estos momentos agradezco no tener un cuerpo físico; si no fuese por eso seguramente estuviera haciendo fila para ser pesado y juzgado. Ashanti empacó cuanto pudo y ambos comenzamos a seguir al gatito, salir de ahí era imposible quien fuera la loca esa lanzaba dagas y todo lo qué se encontraba en el camino. Cuando lo notamos habíamos llegado al décimo piso de la biblioteca, íbamos a bajar de nuevo pero la loca apareció detrás de nosotros.
—¿Esa no es tú hermana?
—Esa cosa es tú hermana, ¿estás seguro? A mi me parece qué no.
—Si y no.
—Fin del viaje niños.
Neferra o quien fuese comenzó a lanzar dagas a diestra y siniestra, hasta qué una de sus dagas quebró uno de los ventanales de la sala. Nos miramos entre nosotros, ella nos miró intentando decifrar qué pensábamos. No sabía si el gatito y lady pelos fuego pensaban lo mismo qué yo qué era obvia lanzar runas, hechizos o cánticos a lo pendejo.
—A saltar príncipes y fantasmas— dijo Ashi.
—Estás de broma ¿no?
—Ella no bromea— respondió el príncipe
Ambos corrieron a hasta el ventanal, miraron a la chica y luego a mi, Ashi me pidió qué moviera el trasero luego de eso ellos saltaron cómo si fueran unos malditos inmortales.
—No me jodan— dije sin poder creer lo qué acaban de hacer —Saben qué pueden ambos chuparme el maldito pene, malditos desquiciados.
La loca de los cuchillos regreso a lanzar nuevamente sus cuchillos, corri hasta el ventanal y cuando estaba apunto de saltar me tomé el tiempo de admirar la vista.
—Por las arenas de anubis— dije dando un par de pasos hacia atrás hasta qué sentí cómo algo filoso se clavaba en mi costado.
—Sabias qué ni siquiera los espíritus pueden escapar de mi puñal.
Oigan dioses sería buena idea qué dieran una mano, corrí de nuevo hacia el ventral y antes de reconsiderarlo podía sentir el viento en mi cuerpo, no pensaba abrir los ojos pero lo hice. Tan pronto cómo lo hice quede morirme, veía cómo el suelo se acercaba más y más. Justo cuando iba pensé qué iba a morir una cama de sombra se materializó amortiguando mi caída. El gatito se acercó y me ayudó a ponerme de pie, me sacudió la arena y el polvo de ropa, ¿por qué estaba tan sorprendído? En mi regreso a esté plano de existencia nadie había podido tocarme.
—Cómo?
—Runa de la verdad— dijo mostrándome su ante brazo.
—Lamentó interrumpir la propuesta de matrimonio pero deberíamos correr, si no nos mata la loca nos ama a nos mata uno de ellos— dijo Ashi sañalando a nuestros amiguitos sombríos.
—Dama y caballero creó ya es hora de marcharnos— dijo el gatito.
—¿Tú crees?
El gatito y la pelirroja comenzaron a retorcerse cómo locos, cuando lo noté en el lugar del gatito había una enorme y feroz pantera lunar, y en el lugar de la pelirroja había una enorme pitonisa. La pitonisa se escabulló por la arena y la pantera comenzó a correr cómo si no hubiese un mañana.
—Hora de volar.
Issa
Corría tan rápido cómo me lo permitía mi forma animal, tenía a una manada de coyotes sombra detrás de mi, ansiosos por catar mi carne.
<< Si alguno de los grandes de Egipto me oye, imploró qué no me dejen morir devorado por estás bestias >>
Mientras corría un puñal se atravesó por pata izquierda hasta llegar a mi pata delantera.
<< Bastarda malparida >>
Estaba apunto de llegar a la salida de la ciudadela pero la ciudad era protegida por el desierto de la desesperado y ese desierto era custodiado por las arenas de la desesperación. Espíritus incorporeos qué se alimentan de las emociones más oscuras del humano, y no se detenían hasta dejarte vacío.
<<Si la manada de perros con rabia no me mata, me mata la loca con cuchillos y si no lo hace ella lo harán las Arenas de la desesperación. Pero de qué me muero me muero.