Capítulo 7:

La alarma sonó, y Scott no hizo más que maldecir en voz baja, aún con sus ojos cerrados y la cara pegada contra la madera del escritorio ¿Quién ama amanecer con esos pitídos insoportables?

Con la cabeza en la Luna y la misma sensación de nostálgia y olvido, se levantó de su cama improvisada.

--¿Será que extraño a papá?- se preguntaba él, mientras guardaba los cuadernos en su mochila, medio dormido.

Comenzó su rutina, como todas las mañanas. Vestirse, remera blanca lisa y pantalones de gimnasia azules, zapatillas remendadas, y su inolvidable buzo gris. Desayunar, más bien tomar una manzana y una botella de agua de la heladera para más tarde. Recibir el saludo de su madre sin falta. Y esperar a Lila, no podía olvidarla otra vez o se metería en problemas. Aunque, al parecer, ella a él sí podía olvidarlo sin culpa.

Su querida hermana, fanática de la puntualidad, estaba encerrada en el baño desde hacía más de media hora "retocándose" el cabello, escusa que a Scott le sonaba demasiado familiar ¡Oh, vamos! Ella era como el abuelo de ambos, se llevaban un libro de novelas o diario del día al baño ¡Y quién sabe a que hora saldría de allí!

--¿Vamos o qué? ¡Llegaremos tarde! --sonrió radiantemente ella, mientras bajaba las escaleras.

Como todos los días, se había vestido con sus colores vivos, amarillo, naranja y rojo, con su cabello pelirrojo atado en un larga trenza. Su mochila blanca en la espalda, bajo el brazo un sospechoso libro bastante gordo con una portada rosada.

Entendía el hecho que buscara tranquilidad para su hora de lectura, pero... ¿Por qué en el baño? ¿Y por qué antes de ir a la escuela?

Scott la fulminó con la mirada, ella lo ignoró como una campeona y salió al patio del frente.

--Llegaremos tarde, dice --hablaba él a la nada, mientras cerraba la puerta de la casa, controlando no dar una portazo--. Fanática de la puntualidad, dice...

Siete cuadras a la derecha, trece a la izquierda, y llegaron al viejo edificio de ladrillos rojos y paredes blancas, atravesando el portón de rejas verdes.

--Nos vemos más tarde, hermanito --lo saludó con la mano su hermana, mientras se alejaba--. ¡No te quedes dormido en clases! --y se fue, él tapó su rostro con el cuello del buzo ¿Hacía falta gritarlo en medio del pasillo, con sus compañeros a lado? Estos reían levemente--. ¡No sueñes hoy, por favor! --¡Encima siguió!

¿No sueñes? ¿Qué era esa recomendación?

Sacudió su cabeza, y fue derecho al aula, no prometía nada y, no le convenía ni pensarlo.

En el último banco de la fila, junto a la ventana, se sentó como siempre, relajándose en su asiento, apoyando su vieja mochila gris a un costado de este, con el cuaderno y lápiz sobre la mesa, de los nervios no pudo ni siquiera contestar el saludo de Rebecca.

Quince minutos más tarde, la profesora de F.V.T. llegó. Con su usual cara de haber chupado un limón, malhumorada y amargada, luciendo sus uñas largas y bien pintadas, de un intenso color rojo, más similares a garras ensangrentadas de una bestia. Un par de gafas de marco bien fino, posadas casi en la punta de su nariz aguileña. Con una camisa blanca bien planchada, y una falda a cuadros marrón, con una chaqueta de la misma tela sobre su cuerpo estirado. Cada paso que daba, con sus horrendos tacones, retumbaba en el silencio del salón, dándole escalofríos a Scott.

--Hoy haremos repaso --su voz agrandada y aguda casi reventó los tímpanos de la clase--. De los conceptos que vimos el año pasado --mostró una sonrisa llena de dientes amarillentos--. Espero que hayan repasado

Scott no pudo más que maldecir e insultar en voz baja ¡Había olvidado estudiar! Solo había hecho la tarea para ese día.

¡Una vez que la hacía y la bruja le venía con esto! Pensó él, agarrándose la cabeza, no había manera que recordase algo después de más de seis meses ¡Mucho menos teniendo en cuenta su capacidad de memoria!