--Si, Scott --dijo la mujer, intentando no perder la compostura--. ¿Cuáles son las dos filosofías más importantes? ¿Puédes decirme, por favor?
Él bajó la cabeza apenado, no había prestado atención, y tampoco había copiado lo escrito en el pizarrón, cabe mencionar que hasta hace unos momentos estaba completamente dormido. En otras palabras, estaba más perdido que pingüino en el desierto.
--"¿Quién eres tú?" --una voz sonó en todo el aula, esa voz amargada que tan bien y desgraciadamente conocía nuestro protagonista--. O "¿Quién soy yo?" en caso de referirse a uno mismo, y por último "¿De dónde surgió el mundo?"
El chico estaba sentado en uno de los bancos de adelante, su tono de voz era calmo, casi aburrido, como siempre.
--Muy bien, Tylson --lo felicitó la profesora, seguido miró al peliblanco, Scott, con las manos en la cintura, un poco más aliviada--. Trata de estar más atento a la clase ¿Cómo no pudiste repetirme lo que dije hace cinco minutos, aunque estabas dormido? No es como si nunca hubieras venido a mi clase...
Algunos rieron, incluso el tal Tylson embozó una sonrisa burlona en su dirección ¡Lo que le faltaba!
Su pálido rostro se sonrojó de molestia, conteniéndose de maldecir o hacerle una seña ofensiva en su dirección ¡Si, claro! ¡Un llamado de atención y sanción a la lista! Ahí sí su madre lo mataba, revivía y castigaba por medio año.
Rendido apoyó su frente en la mesa, conteniendo sus maldiciones, y repitiendo en su mente un vago y muy bajo "Es el último año, termino este año y no vuelvo a pisar esta aula, ni a verle la cara a estos... seres humanos".
--No les hagas caso --susurró Becca, muy bajito desde su banco, para que solo Scott pudiera escuchar--. Son unos genios amargados, nosotros somos ignorantemente felices...
"Aunque extrañaré mucho a Rebecca", pensó él, sintiéndose menos solo.
El timbre parecía que jamás iba a sonar, el tiempo pasaba insoportablemente lento, mientras él observaba aburrido la notas dispersas en el pizarrón, sin molestarse en copiarlas o leerlas con atención, total ya le habían dado el grito.
Muy mal momento en mi vida para una clase de Filosofía, pensaba él, poco le faltaba para ponerse a reflexionar sobre la existencia misma, y la utilidad de cuestionarse todo.
Con suerte, en Educación Física le iría mejor.
Y su día volvería a la clasificación de "día normal".