Despertar

Capítulo 17:

"  Robles imponentes y fuertes, sin hojas pero no por ello menos bellos. Cubiertos de nieve como el resto del paisaje. Un puro y blanco, silencioso y frío escenario.

 

   Un niño de piel pálida y cabello blanco, ojos celestes transparentes como el hielo, vestido de plata y azul.

 

   Otro niño, o niña, no llegaba a distinguir, con una melena roja como el mismo fuego, mirada esmeralda, con un traje negro.

 

--¡Creí que tendría que correr para siempre!... --dijo el pelirrojo.

 

   Su voz se atenuó, la imagen se aceleró.

 

--... ¡Corrí casi por un año!...

 

 

   Una vez más, casi como si algo estuviera interviniendo:

 

- ... No lo pierdas…

 

   Y otra:

 

- ... ¡No te lo perdonaríamos otra vez!...

 

   Pero esta vez, vio una luz resplandeciente, en las manos del peliblanco ¿Qué era eso?"

 

   Scott se sentó en la cama con los ojos bien abiertos, de los cuales caían lágrimas heladas, buscando con la mirada el paisaje, a aquel personaje. Su mente mareada y desorientada. Su respiración rápida y ruidosa, causándole dolor de la agitación, como si hubiera estado a la intemperie en una fría montaña por horas. Su corazón golpeaba fuertemente su pecho. Sentía cada rincón de su cuerpo entumecido. 

 

--¡Scott!

 

   Una maraña colorida se abalanzó sobre él, abrazó sus hombros, y dicho sea el pasó, los empapó en lágrimas. Se sintió aliviado de sentir esta calidez tan familiar.

 

--¡Eres un desgraciado! ¡Tremendo idiota! --lo envolvía con fuerza entre sus brazos, ocultando su cabeza en el hombro de Scott, mientras seguía llorando--. ¡Tonto, no! ¡Grandísimo tonto! --exclamó furiosa, sin soltarlo.

 

   Él se quedó en silencio, mientras palmeaba suavemente la espalda de su hermana, esperando que ella se tranquilizase a su tiempo. Mientras observaba el entorno de ambos, con aire curioso.

 

--Qué... ¿Qué pasó? --dijo con voz apagada y rasposa, sentía como si una araña hubiera hecho nido en su garganta por más de un mes.

 

    Estaba en una habitación de hospital, paredes blancas y piso de baldosa oscura, la cama hecha de caño y varios aparatos extraños conectados a él, midiendo sus latidos, presión arterial, un par de sueros, y varias compresas calientes sobre su pecho.

 

--¡¿Que qué pasó?! --Lila se apartó de él, casi dispuesta a darle un buen tirón de oreja, mientras lo tomaba de los hombros--. ¡Dímelo tú! ¡Te caiste casi muerto en clases! --¿Qué tan grave fue su “accidente”?--. ¡¿Qué mierda intentabas probar?! 

 

--Yo... --ella le alcanzó un vaso de agua, esperó que lo tomara tranquilo--. ¿Qué tenía que manejar? Creo… Creo que era algo importante --preguntó confundido.

 

   Antes de que Lila pudiese contestar o saltarle al cuello para ahorcarlo, la puerta de la habitación se abrió. La madre  de ambos, lo veía como si fuera un muerto viviente, un ser de otro mundo, mientras el médico…  tenía una de esas miradas, que los investigadores le dedican a sus ratas de laboratorio.

 

--¡Scott! --corrió hacia él de inmediato, tocó su frente una y otra vez, sacudiendo su cabello blanco de aquí a allá, casi como si estuviera comprobando que Scott era real--. ¡Estás despierto! --sus ojos brillaban de alegría, pero la preocupación, lo hacía aún más.

 

--Mamá... --balbuceo, ella lo abrazó contra su pecho, sin dejar que continuara hablando.

 

--Todo estará bien, pequeño --la mujer contuvo sus lágrimas--. ¡Yo me aseguraré de eso!

 

   Scott se dejó abrazar, otra vez, todavía sin terminar de entender qué estaba pasando ¿Cómo y cuándo había llegado al hospital? ¿Por qué lo habían llevado allí? ¿Se había quedado dormido otra vez?

 

   El médico tosió levemente, y se acomodó las gafas. Dio un paso hacia la familia de tres.

 

--Buenas noches, joven --saludó él, colocándose a los pies de la cama--. Soy el médico responsable ¿Recuerda que le ocurrió? 

 

--Si es tan amable de decirme, se lo agradecería.

 

   Algo golpeó la nuca de Scott, acompañado de un susurro muy bajo de, “Modales, mocoso”

 

--Estabas en la escuela, sufriste un desmayo --apoyó su maletín sobre una silla, lo abrió mientras hablaba--. Eso creímos.

 

--¿Creímos? --preguntó confundido.

 

--Primero hay que chequear tus signos vitales --sacó sus instrumentos médicos.

 

   Su madre aún no lo soltaba, Lila no se alejaba, era entendible.

 

--Es por el bien del joven ¡No voy a convertirlo en una rata de laboratorio! --señaló con paciencia el profesional--. ¿Quiéren volver a casa pronto o pasar otra noche en el hospital?

 

  ¿Rata de laboratorio? Se extrañó él.

 

   Ambas se apartaron a un costado de inmediato, dejando lugar para que el doctor hiciera su chequeo normativo.

 

   Scott respondió todas las preguntas del médico, el cual controló y anotó todo en el historial médico, a la vista de todos.

 

--Ahora sí --guardó todo en su lugar, y volvió a acomodar sus lentes--. Por regla general, cualquier cosa que preguntes, te será contestada. Si olvidas algo, puedes preguntar a tu hermana y a tu madre.

 

--Puedo decirle yo misma --interrumpió la madre--. En nuestro hogar.

 

--¿Cómo es eso que ingrese con un diagnóstico de desmayo pero al final no era eso? --preguntó de sopetón Scott.

 

   Su madre y Lila suspiraron cansadas, lo intentaron al menos.

 

   El médico suspiró un poco nervioso.

 

--Si bien nos informaron de un desmayo --volvió a acomodar sus lentes--.  Tus sintomas no eran compatibles con esto último. Tú… Tus sintomas eran lo más similar a una hipotermia severa




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