Desperté Queriendo Soñarte

Capitulo 2


Sin mirar el camino que voy dejando detrás de mí, fijo mi vista en el frente, el sol da justo en mi cara por lo que tengo que entrecerrar los ojos y usar una de mis manos como escudo para estos.

Una canción se reproduce en mi cabeza una y otra vez, desde que la escuché hace algunos días no he podido sacar de mi mente el coro, lo irónico es que ni siquiera conozco el nombre de la canción o el artista.

—.¿Tú qué crees?—Pregunta Clara a mi lado.

La miro de reojo, lleva una sonrisa estampada en sus labios y cada cierto tiempo juega con un mechón de su cabello.

Alzo una ceja—¿Eh?

Ella bufa y rueda sus ojos, antes de frenar la caminata rumbo a mi casa.

—Te estoy diciendo que creo que le gusto a Xan Butler. Pero no me estás escuchando—Concluye, volviendo a caminar, la sigo a la par.

—Lo siento, sabes que me distraigo con facilidad, ¿Por qué crees que le gustas?—Interrogo.

Ella duda en responder unos segundos, en los que me castiga con su silencio por no prestar atención cuando habló la primera vez.

—Es que...—Muerde su labio inferior—Reacciona a todo lo que comparto en mi red social, y mis estados los responde con emojis, y ni hablar... ¡Me etiqueta en memes, Dela! ¡En memes!. ¿Sabes lo que eso significa?

Frunzo mis labios antes de soltar.

—¿Que le das risa?—Alzo mis brazos en pregunta.

Clara deja caer su sonrisa y me suelta un zape.

—¡No! Significa que le importo y emano tanta confianza que se siente capaz de compartir conmigo algo tan divertido como un meme.

Es mi turno de bufar.

—Eso es ridículo—Doy una bofetada al aire para restarle importancia—. ¿Quien en sus cinco sentidos coquetea a través de reacciones, comentarios y etiquetando en memes?.

La cara de la castaña cambia repentinamente y en sus ojos puedo leerlo: ¿Es enserio?

—Todo aquel que haya nacido en el siglo veintiuno y tenga acceso a instagram y otras apps—Responde con obviedad—¿Estás segura de que eres de este siglo?.

—Aun así, no me gusta ese método—Finalizo.

Platicamos más sobre el tema hasta llegar a mi casa, ya que mi madre está de guardia hoy Clara se ofreció a pasar el día conmigo, se ha vuelto una costumbre entre ambas, cuando mi madre tiene que pasar la noche en el hospital ella está aquí, conmigo, haciéndome compañía. Eso desde hace casi diez meses atrás. Aparto mis pensamientos.

Al entrar a la casa el típico olor a soledad llega e inunda mis fosas nasales, mamá dejó de hacer la limpieza ella misma hace algunos meses, ahora una señora es la encargada de hacerla, antes mi madre limpiaba con un aromatizante de lavanda, haciendo que la casa tuviese un poco de vida en su interior, pero la señora Lotti, utiliza uno con olor a pino, y no sé porque razón me parece un olor deprimente, o tal vez solo soy yo.

—¿Que tal tu clase de hoy?

Pregunta, mirando meticulosamente las fotos en la repisa que mi madre colocó en la sala, aunque ya las ha visto un millón de veces ella siempre camina a la repisa y las observa sin cansarse. Me encojo de hombros, dejando mi bolso en el sofá. Solo ví literatura, no tenía ánimos para ver educación física, y gracias a qué Clara tiene un justificativo médico por ser asmática y el hecho de haber tenido un episodio hace algunos días la ayudó a desaparecer conmigo hoy.

—Creo que cada día estoy peor—Susurro—Deberíamos subir a dormír, tengo sueño.

La castaña me fulmina desde su posición, justo al lado de la repisa.

—Tú siempre quieres dormir, Delanie—Aferra una de sus manos a su cadera.

Sonrío estirando mis brazos en forma de demostrar mi cansancio.

—Algunos utilizan drogas, comida u otros vicios—Me levanto y comienzo a subir las escaleras con mi amiga detrás—Yo utilizo mi cama, una almohada acolchada, el aire acondicionado y un par de mantas... Eso, es perfección total, querida mía.

La escucho reír detrás de mí.

—Prefiero que duermas como si no hubiese un mañana a qué te drogues o que sé yo.

•••

Releo el párrafo una y otra vez, aún sin entender nada, frustrada, cierro el gran libro de geometría haciendo una mueca. Coloco el objeto sobre la madera blanca del pequeño escritorio cerca de mi ventana, la tenue luz que se cuela por esta acaricia sutilmente mi rostro.

Le doy miradas fugaces al libro, aunque soy buena en los números, he descubierto que no por eso soy paciente con estos, he pasado alrededor de dos horas en esta silla que se ha vuelto incómoda para mi retaguardia, intentando lograr resolver el ejercicio, al cual le hubiese podido dar un cierre digno si tan solo no hubiese perdido la clase de hace una semana, ahora el diablillo en mi hombro pide a gritos que tome mi teléfono y googleé el ejercicio... Y lo estoy considerando.

—¿Que posibilidades hay de que retomes lo de hace un mes?—Pregunto sin girarme.

Un chasquido llega a mis oídos detrás de mi espalda.

—Ni loca, te amo y todo, pero mamá me mata si vuelvo a perder tantas clases como hace un mes—Defiende la castaña—. Aunque si me regalas unos cuantos chocolates haré como si la señora Allen nunca en su vida me hubiese amenazado con su espátula.

Giro en mi silla para ver a Clara sentada como indio sobre mí cama, frente a ella mi computadora portátil, en la que se encuentra “investigando” un poco de historia francesa, lo cual se resume a qué pasa más tiempo en su red social que en la página de estudio. Niego, Clara intentó hace un mes hacerme llegar temprano a las clases, pero la verdad es que ambas terminamos llegando a pésima hora.

—Lo menos que quiero es que Estela me deje sin mejor amiga—Bromeo. Alzo mi mano cuando la veo dispuesta a protestar—. Y, ella tiene razón, no es justo que te arrastre conmigo al lado oscuro de la impuntualidad.

Sus labios se unen para crear una fina línea, pasa una de sus manos por su larga cabellera y me mira con detenimiento.

—¿Y si te compramos un sistema de alarma? Yo puedo activarlo todas las mañanas—Propone.



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En el texto hay: novela juvenil, amigos y amor

Editado: 20.12.2021

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