De vuelta en el auto evitaban mirarse el uno al otro, pero la tensión sexual no resuelta que había entre ellos, hacía que el aire se hiciera más denso y, extrañamente, reconfortante.
Ni el hermoso paisaje ante sus ojos, ni el recuerdo del beso de hacía unos instantes, ni siquiera lo que lo atormentaba podía lograr que apartara su vista de las piernas de Anna. Eran fuertes y delicadas al mismo tiempo, su color bronceado hacía un estupendo contraste con su rostro salvaje y su cabello rizado negro.
Era perfecta para él.
Trataba de mantener la vista fija en la carretera para no desenfocar su atención hacia la mirada asesina de Dimitri. Esos ojos ámbar felinos eran los quería que la cuidaran en las noches en las que el miedo la invadía, era esa piel pálida y cuerpo bien formados que quería besar hasta saciarse. En todo el sentido de la palabra, él era lo que ella deseaba para siempre.
De repente sonó el celular de Anna.
-¿No vas a contestar?
-El celular está en mi bolso. Si no te molesta, me lo puedes alcanzar.
Dimitri se inclinó para coger el celular, apoyando su mano sobre uno de los muslos de Anna.
Su piel se erizó.
-Gracias- tomó el celular. Miró en la pantalla y era Hannah- ¿Hannita en dónde me tocas?- espabiló- ¿En dónde estás?
Dimitri la observaba con devoción.
Se veía tan sexy conduciendo y hablando por celular sin perder el control. En su cara podía ver que lo que recibía era un típico chisme de su amiga adolescente. Sonreía con un dejo de maldad, su sonrisa era provocadora y femenina. Todo un banquete para su frío corazón.
-Quédate allí.- colgó el celular y Dimitri se lo recibió.- Hannah nos espera en donde Andrew.- agitó sus hombros animosamente.
-¿Quién es Andrew?- A Dimitri le intrigaba que a Anna le emocionara ese sujeto.
-Es modisto y trae muy buenos vestidos de diseñador, pero su taller y almacén son a puerta cerrada. Solo sus clientes y un pequeño puñado de personas tienen acceso.- imitó a Paris Hilton con su voz de contralto.
-¿Así que Hannah es parte de ese puñado selecto?
-Umm.- vaciló- los padres de Hannah son personas acomodadas, su padre es abogado litigante, uno muy bueno; y su madre es organizadora de eventos, desde bautizos hasta matrimonios y odio admitirlo, pero Andrew nada más acoge en su taller a la crema y nata de Filadelfia y sus alrededores.
-Crema y nata. Te verías deliciosa bañada en crema.- la provocó.
-O sea, como una fresa gigante.- Lo retó.
-No parecerías una fresa gigante. Para nada. Pero te verías muy comestible.- Apretó los puños para controlar sus sentidos.
-¡Me halaga, señor de apetito voraz! Su imaginación va muy lejos, señor Carmichael.- le ofreció un furtivo guiño.
-No tan lejos como el corto de su falda. Jamás la hubiera tomado por una mujer de minifaldas.- rozó uno de sus muslos con su índice.
-No lo soy.- soltó una carcajada para ocultar la felina que estaba a punto de saltar sobre su semental.- Hannah insistió en que la usara para seducir a Daniel Cleaver.
- ¿Y hay algún Mark Darcy con el que tenga que pelear mientras suena It’s raining men?
-Lo dudo, prefiero los vampiros y no existen ¿No es eso toda una tragedia?
-¿Por qué lo dice con tanta seguridad?
-¡Por favor!, todos sabemos que los vampiros no son reales, aunque sean el sexo hecho carne.
-Lo somos.
Anna hizo como si no hubiera oído el último estamento, aunque ello le había hecho sentir una punzada en el corazón como si la estuvieran exhortando debido al tono grave y distante de Dimitri. También notó un poco de amargura en sus palabras. A pesar de su impecable apariencia, podía percibir la amargura en su corazón cuando estaba muy cerca de ella. Ahora se sentía el doble de atraída.
Quería descifrar su mente, cuerpo y corazón.
En el otro lado de ese microcosmos, tenían muy claro que era una abominación involucrarse con un ser tan sublime, y lo matarían si la tomaba, pero ¡Qué diablos!
Tenía que controlarse y limitarse a hacer lo que le habían ordenado, entrenar a una perfecta asesina.
Tratando de desviar la conversación, Anna se armó de valor y preguntó algo que consideraba trivial y hueco, pero necesario.
-¿Dimitri, usted es soltero o está comprometido?- esperaba que ese ser estuviera tan libre como ella.
-Estoy como dicen, disponible. Pero hubo alguien a quien quise mucho hace tiempo.- sus palabras sabían a pesar.
-No resultó bien.- Anna sintió una corriente helada y letal que la hizo sentir nostalgia.
-¿Cómo lo sabe?
-Usted aún conserva algo que huele a ella a menos que los hombres usen fragancia femenina de nardos.
Tenía que hablar de esa fragancia que la estaba haciendo sentir nauseabunda.
-Llevo conmigo una prenda de ella ¿Sabe usted cuál es?
Dimitri no quería mostrar su asombro, debía conservar una postura neutral mientras comprobaba las habilidades de Anna, quien, incauta de su poder interior, estaba desnudando parte de su interior que no debía ser de dominio público.
Anna cerró los ojos por un segundo, haciendo un gran esfuerzo para concentrarse y no atropellar a alguien.
Pudo ver una mano bañada en sangre entregándole a un Dimitri más jovial un pañuelo con las iniciales ‘CH’, las cuales estaban bordadas con un hilo violeta en un extremo del pañuelo salpicado de sangre. Ese recuerdo la hizo sentir un profundo dolor por aquel hombre que en apariencia era tan frío como su tacto.
-Un pañuelo con ‘CH’ bordado con un hilo violeta.- pasó saliva- si aún está como ella se lo entregó debe tener rastros de sangre.
-¿Logró ver su rostro?, el de ella.
Casi se podían saborear las lágrimas de ese rostro perfecto.
-No, solo su mano. Tenía manos bonitas.
-Sí, y cantaba como un ángel.
-La debió amar como a nadie...-suspiró- Tal vez seas tan frío como un témpano de hielo.- su interior estaba en llamas, quería llenarlo de calor.- Pero a veces los corazones fríos son los que pueden amar con mayor intensidad, hasta la muerte.
Editado: 02.11.2022