Se acerco en silencio y mientras su postura denotaba firmeza, sus ojos brillaban vacilantes, se atrevió a contarme su historia, sus sueños, sus misterios y secretos, cada noche un relato que culminaba en abrazos y besos, fue creciendo la unión y la confianza, así se formo ese lazo eterno, mientras compartía la esencia de su alma, sus manos acariciando al descuido, mientras sus labios recorrían mis cabellos murmurando cada preciada palabra, su mirada a ratos en el abismo y luego fuego centellas y luego calma, un guerrero de mil batallas, y a la vez un niño herido, ahora un integro caballero hecho a fuerza de vida, de trabajo, pasión, empatía y alma.