Después de Navidad (3)

CAPÍTULO V EMMA ROGERS

EMMA ROGERS

NEW YORK. 1 AÑO Y 7 DÍAS DE HABER OS CONOCIDO, 1 AÑO DE HABERNOS DADO NUESTRO PRIMER BESO

¡¿Matrimonio?! ¡Si! ¡Matrimonio!

Observo el anillo en mi dedo y no paro de darle vueltas. Todavía no lo creo, pienso que estoy en un tonto sueño del que muy pronto despertaré con un enorme totazo justamente en la frente, pero no, es verdad. El hecho de tenerlo enfrente de mi me dice que todo esto es cierto.

—¿Por qué me observas de ese modo? —pregunta abriendo esos hermosos ojos en los que solo percibo amor. Juro ver corazoncitos saliendo de allí.

—Porque te amo y no me canso de observarte —Me acerco un poco más—. No me canso de ver esos hermosos ojos azules y que mis ganas de besarte se vuelvan incontrolables, porque cada vez que me fijo en ellos, me imagino toda una vida juntos y ese deseo, de que se vuelva realidad se siente inexplicable —sonríe ante cada palabra—. También me encanta tu sonrisa —Me acerco y lo beso una vez más de las millones de veces que nos esperan en nuestra vida juntos.

Estos últimos días han sido tranquilos y maravillosos, he tenido reuniones, pero no muchas y Oliver, aplazó un viaje para el próximo mes, dado que desea pasar navidad y fin de año a mi lado. Por cierto, hoy es 24 de Diciembre.

Entrando en materia de investigación, Lorena, esa bruja, no ha entendido que no habrá nada más entre ellos, pero ya no me enojo, no dejo que su descaro me afecte, solo la ignoro. Oliver me explicó muy bien la situación y he tratado de entenderlo y apoyarlo, de estar a su lado siempre que lo necesita, por eso acordamos que mientras estemos juntos en casa —hice que se mudara definitivamente a mi dulce morada—, ninguno recibiría llamadas del trabajo a no ser que sea una verdadera emergencia. Y ha funcionado, sus llamadas a altas horas de la madrugada cesaron.

—¿Cuántos bebés deseas? —pregunta llevándome sobre su cuerpo y mis mejillas se sonrojan.

Todo este tiempo ha mencionado niños, pero nunca nos hemos tomado el tiempo de sentarnos y discutirlo, así que no sé cuantos bebés quiero, solo sé que los quiero junto a él.

—No lo sé mi amor, ¿y tú? —pregunto y me acerca a sus labios.

—Muchos reina, muchos —Sus besos empiezan justo donde sus palabras finalizan.

La emoción y las ganas de arruinar la sorpresa se apoderan de mi cuerpecito, no creo poder esperar hasta mañana.

—Espera aquí un momento —Le pido bajando de sus piernas y dirigiéndome al armario. Entro y busco la pequeña cajita dueña de mi felicidad y la tableta en donde se encuentra el video.

Regreso a sus piernas y sonrío con nerviosismo.

—Feliz navidad —digo entregándole la pequeña caja. Me observa con extrañeza, pero aún así la toma y comienza a abrirla, lo primero que encuentra es una carta.

“¡Hola!, me presento, aunque aún no tengo nombre, ya que no sé si seré princesita de papi o príncipe de mami, pero sé que muy pronto pensarán en uno hermoso para mí y van a amarme más que a nada en esta vida.

Puede que sea demasiado pronto, ya que solo ha pasado un año desde que se dieron su primer besito, pero hace un par de mesesitos, en una hermosa noche en la que le enseñaste a mami cuánto la amas, sembraste una pequeña semilla en su vientre que, rápidamente, comenzó a crecer y aquí estoy yo, el fruto de su amor.

Espero que cuides a mami y nos dejes comer todo lo que deseamos, levantarnos tarde todas las mañanas y molestarnos por nada.

Te amo papi y nos vemos en 7 meses.

Atentamente: Su semillita de amor.

PD: Siento mucho lo que le haré a la diminuta vejiga de mami.”

Sus lágrimas de sorpresa y felicidad aumentan al ver la fotografía del primer ultrasonido, en concreto no se ve mucho, pero aún así es algo. Aún permanece en silencio mientras no sabe si creer o no lo que está viendo, lo que tiene en sus manos.

—Hay algo más —Le entrego la tableta justamente en el video.

Siento que mi corazón late tan fuerte y al mismo tiempo que el sonido que sale del video apenas pulsa reproducir, si, es el ultrasonido y su corazoncito late con demasiada fuerza. Ese sonido provoca que mi sensibilidad salga a flote con más fuerza; no consigo parar de llorar, no al ver qué pasa sus dedos con delicadeza sobre la pantalla de la tableta como si imaginara que lo o la está tocando en estos momentos. El sentimiento es tan enorme que no consigo concebirlo.

Su felicidad es tan inmensa que su abrazo se siente demasiado fuerte pero lleno de amor y cada beso se siente maravilloso.

Nunca creí que conocería al amor de mi vida día antes de navidad, tampoco que sería un príncipe azul no tan azul ni de tan reluciente armadura. Menos que tendría un año repleto de emociones y sentimientos fuertes, que una pequeña discusión me doliera tanto y que sintiera que mi vida ya no hallara un camino si no era a su lado. Jamás me imaginé que una reconciliación podría traerme tanta felicidad. Y ahora que me encuentro aquí entre sus brazos, sabiendo lo mucho que me ama y que muy pronto seremos padres, también nos casaremos, es algo difícil de expresar, difícil de explicar, pero aunque los sentimientos en momentos sean confusos y abrumadores, estoy segura de que a su lado podré sobrellevar y superar todo. Estoy segura de que este solo es el principio de nuestra historia; un infinito lleno de amor que inició con un amor navideño.




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