– Son muy lindo los atardeceres en la playa ¿No?
– Sabes que me gustan los atardeceres y las playas así que las dos juntas son hermosas. Gracias por traerme acá, Em.
– De nada – dije, silencio – Me siento tan sola sin ti, Eli.
– Perdón hacerte sentir eso, no era mi intención.
– Si esa no fue tu intención ¿Cuál fue?
– Protegerte
– ¿Protegerme? Si te ocurre algo lo podemos solucionar las dos .
– No siempre los podemos solucionar las cosas– me mira y me sonríe triste.
–¿Que significa eso? ¿Es por lo que te dije el día que desapareciste? Porque si es eso yo no estaba pensando lo que estaba diciendo estaba enojada por...– me interrumpe.
– No, no, no es nada de eso. Yo también me equivoqué con lo que dije.
– Enserio te extraño mucho ¿Por qué te fuiste?
– Tenía problemas.
– Lo podríamos resuelto juntas como siempre lo hicimos – le doy agarro la mano y se la apretó
– No lo habrías entendido, Emi.
– No, lo podrías hablar conmigo ¿Por qué no confiaste en mi? ¿Ya no me quieres?
– ¿Es enserio lo que estás preguntando eso? Emi, mi corazón de miel, tu eres una de las pocas personas que le confiaría mi vida entera, llegaste cuando más lo necesitaba. Fuiste, sos y serás la única a quien amaré más en este mundo – la abrazó y se me escapan unas lágrimas. Me suelta, me seca las lágrimas y con una sonrisa triste me dice – Me tengo que ir y tú tiene que despertar y cuidarte, por qué si te pasa algo malo, no sé qué sería de mi. Te amo, te extraño y te juro por mi vida que cuando logré terminar de pelear mi batalla, volveré.
– Yo también te amo amiga pero, porfavor no me dejes – le sostengo la mano cuando se quiere ir – Llévame contigo
– No te voy a llevar conmigo por qué no quiero que resultes herida como yo.
–Una pregunta más – le digo agarrándole la mano – ¿Estás viva?
Me sonríe, me da un beso en la frente y se va.
– ¡Elizabeth! ¡Eli! – grito a todo pulmón hasta despertarme y levantarme.
Cuando abro los ojos casi me quedo ciega con la luz de la enfermería, me di cuenta que estoy acostada en una cama y tapada. Me tocó el pelo con mis manos y siento todavía el calor de la mano de Eli, me acuesto otra vez y me tapo los brazos con el brazo, me levanté muy rápido y me empezó a doler la cabeza. Alguien abre la puerta y creo saber quién es.
– No me digas te lo dije.
– Yo no te dije nada – esa voz no era de Keira. Me senté rápido y vi que era William. Me volví a marear, me hice masajes a mi cabeza para que se me pase – No te levantes rápido por qué te va a empezar a doler la cabeza otra vez.
– Si, me di cuenta. Diablos, mi cabeza – escuche algunos ruidos de una caja metálica y de la canilla del agua y después sentí que se acercaba a la cama
– Toma – William me da una pastilla y un vaso con agua. Se sienta en una silla que hay a lado de la cama
– Gracias – puse la pastilla blanca y me tome toda el agua – ¿Que pasó? – digo confundida
– Estabas caminando tranquila y un momento a otro te pusiste pálida, parecidas una hoja cuando te preguntamos si estabas bien no contestaste, te desmayaste, casi te caes pero justo te agarre como las películas – me saco el vaso de la mano, se levantó, lo volvió a llenar y me lo dió junto a una manzana – Toma
– No quiero, gracias – dije, me estoy olvidando de algo pero no sé que es.
– No es querer él, es necesitar – sonrío y me volvió a dar la manzana – En serio, come.
–Gracias – le di varios mordisco a la manzana, está muy rica. Mientras pienso que me olvide.
– ¿Que pasa? – pregunta William confundido – Ah, me olvide de decirte ya llamaron a tus padres
¡Ya me acordé!
– ¡Ah, no! ¡Me va a matar! – me tapé la cara. Voy a tener que escuchar triple reproche, mi mamá, mi papá y mi hermana. De esta no me salvó –
Te pido de antemano perdón por lo que vayas a escuchar.
– ¿De que estás hablan..?
La puerta se abrió de par en par.
–¡Diablos! – dije
–¡Emily Karla López! Te escuché desde el pasillo y se que estás despierta así que no te hagas la dormida – llega Keira gritando a todo pulmón y detrás de ella mis padres.
– Hija… Sos la directora no tendrías que estar gritando – le dice mi papá tratando de calmarla
– Cálmate, Kei – le dice mi mamá
– ¡¿Cómo querés que me calme si le dije a esta diablita que comiera por qué no la quería ver otra vez en la enfermería?! ¡¿Y en dónde la encuentro!? ¡En la maldita enfermería!
– Kei, cálmate – le dice esta vez mi padre
– Hola… Perdón
– ¡Dani me dijo que estabas rara pero pensé que habías comido algo!
Cómo sabía que no le iba escuchar si le hablaba bajita, le tuve que gritar para que me preste atención.
– ¡Perdón,si! – le gritó y todo queda en silencio
– ¡El año pasado también ocurrió lo mismo más de una vez a la semana! Y… – se calmó, hablo bajito, se sentó en la cama y me agarró la mano– No quiero que pases por eso otra vez
– Perdón, enserio. – los mire a mis padres, se acercaron y mi mamá me acarició la mejilla y mi papá la cabeza.
– ¿Estás bien? ¿Tomaste algo? – dijo mi mamá
– Si, gracias a Wi… – todos giramos la cabeza hacia el que había escuchado toda nuestra conversación ¡Qué vergüenza! – Gracias a William, que me dió una pastilla, agua y una manzana. Es por esto que te pedí perdón antes – le digo colorada por la vergüenza.
– Gracias William, por cuidar de Emily – dice mi mama y mi papá le da la mano y se la aprieta.
– De nada. Disculpe por la pregunta pero directora usted ¿Que es de ella? – pregunta.
– Es mi hermana de parte de padre – digo
– Ahh, bueno está bien. Yo los dejo, espero que estes bien Emily. Hasta luego – los mira a mis padres y se va.
– ¡Qué vergüenza! – me tapo la cara con las manos mientras sigo comiendo la manzana.
– ¿Quién era ese Kei? – pregunta mi mamá mirándola.
– Uno de los nuevos chicos y salvador de Emi – dice ella mirando a mi mamá
Editado: 09.06.2020