Destello Nocturno

Capítulo XXXVII

«Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto» 
— Proverbio chino.
 

 

🥀🥀🥀
 


Julietta.

La luz que la luna ofrecía acompañado de un cielo despejado permitió visualizar aquel enfrentamiento entre dos especies que parecían los principales gobernantes del actual mundo. No era tan común presenciar una pelea entre diversas criaturas, lejos de aquellos enfrentamientos que como nómadas habíamos tenido en el camino, lo que veía ante mis ojos era completamente diferente.

Ambos poseían habilidades increíbles, habían momentos en donde apenas distinguía sus siluetas. Ninguno parecía agotado, a pesar de las escasas heridas y eso me indicó que podría convertirse en algo eterno si se lo proponían.

Aunque intentase disparar era demasiado posible darle a un árbol antes que a alguno de ellos. Observé el lugar por donde estaba situada esa criatura, había otro pequeño rastro de sangre que las luciérnagas me mostraron, entonces me dispuse a buscar a Allek.

Tenía inquietudes en cuanto a su estancia tan lejana del grupo alfa, quería saber lo que había sucedido y esperaba que se encontrara bien.

La mirada de Denrek era algo que no podía pasar desapercibido. Era importante para él, tanto que había dejado de lado el camino hacia el vurline. Y estaba imitando sus incoherentes decisiones, porque podría aprovechar esa ventaja y adelantarme a tomar ese poder, pero no lo estaba haciendo.

—¡Allek! —traté de llamarlo, pero no obtuve respuesta en ninguna parte del recorrido.

Utilicé a mis acompañantes luminosos para buscar por todos los alrededores. Uno me advierte de la sombra a mis espaldas, me giré hacia el lugar sin bajar el arco, aún podían haber otras criaturas, o incluso el más peligroso que intentaba no encontrar.

Envié una oleada de luciérnagas hacia el lugar, pero ya no había nada. Permanecí por un tiempo observando lo que los destellos me mostraban de mis alrededores, habían unos encargados de vigilar aquel enfrentamiento que continuaba pareciendo eterno, pero ninguno me mostraba algún indicio del muchacho al que buscaba.

Continué indagando por los alrededores hasta llegar al final de aquel rastro sobre la tierra.

Todavía tenía la tentación de dejar a un lado todo eso y adentrarme a los indicios de aquellas montañas. Quizás hubiese sido la mejor decisión, pero siempre he escogido los caminos más complicados de la vida.

Percibí un movimiento a mi derecha y pronto escuché una voz:

—¿Por qué estás con él?

Aunque pasó mucho tiempo desde que lo escuché, pude reconocerlo.

Observé al muchacho que había conocido en el escuadrón seis, el que conocían como Allek Grey. Con una mano sostenía una tela para hacer presión en la herida de su brazo que no dejaba de sangrar, algunas gotas rojizas se deslizaban por su brazo hasta caer cerca de sus pies.

—Allek—musité con alivio.

No estaba muerto, era suficiente para justificar mis irracionales decisiones. Su rostro estaba serio y pálido, podía notaba el dolor que la herida le provocaba.

—Has presenciado lo que ha hecho, nos ha engañado a todos con esa farsa—había un hilo en su voz—. ¿Por qué continúas a su lado?

Su voz era desgarradora, podía notar como contenía las lágrimas. No sabía lo que le había sucedido, pero su estado físico apenas era lo que le importaba.

—Sé lo que ha hecho, pero no es momento—traté de acercarme—. Déjame ver esa herida.

Traté de acercarme para evitar que continuara desangrándose, pero no me lo permitió. Su mirada estaba apagada, aquel brillo que le había caracterizado ya no estaba. Estaba sudando demasiado, pero no podía hacer nada si no me lo permitía.

—¿No lo entiendes? —musitó después de un eterno silencio, un mal presentimiento me abordó—. Todo es para acabar con él. Hemos esperado mucho tiempo para poder darle fin a su repugnante vida.

Un escalofrío me recorrió. No era el mismo Allek al que había conocido. Aquel dulce muchacho que admiraba a su comandante y nos hablaba con asombro del lugar en donde creció.

—¿Realmente es lo que quieres? —cuestioné intentando mantener la calma.

Había exterminado cada emoción en su rostro, o quizás solo lo reemplazó por los sentimientos más hirientes que abordaban en su interior.

—Solo quiero que sienta el mismo dolor que sentí—musitó controlando aquel hilo en su voz que le hacía titubear con las palabras—. Aunque nada podrá ser suficiente.

Intenté asegurarme de que todo estuviera bien viendo a través de las luciérnagas, pero esa distracción fue suficiente para no percatarme de las criaturas voladoras que nos atraparon entre sus garras.

El impacto contra el suelo provocó un agonizante dolor en la espalda y cabeza, pronto, sentí mi propia sangre escurrir por cada herida. Sentía el asqueroso aliento de una de las criaturas que me tenía aprisionada contra el suelo, sus colmillos estaban tentados a absorber mi sangre y esos temibles ojos de un color rojo reflejaban la ausencia de su propia alma.

Por un momento vi algo reflejado en aquella sangrienta mirada. Un entorno rocoso, una cueva absorta por el escaso fuego y el agonizante grito de una mujer. Los chupasangre absorbiendo la vida de la mujer que intentó protegerme. Luego apareció otra para hacer lo mismo conmigo. Pretendiendo desafiar mi vida cuando apenas había llegado al mundo, sin poder hablar o defenderme; me encontré frente a la muerte a tan corta edad.

Vi mi propio reflejo asustando en esa mirada que prometía absorber mi vida. Era insoportable pensar que había perdido todo cuando ni siquiera era consciente de lo que tenía.

No era algo que permitiría de nuevo. Vi el cambio en mis ojos a través del mismo reflejo. Dos destellos luminosos que habían reemplazado mis pupilas.

Sentí las cenizas y sangre caer sobre mi rostro y un agonizante chillido de la criatura que fue obligada a alejarse. Le había quitado la vista y lo aproveché para incorporarme.




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