«Un alma en agonía es más letal que cualquier otra cosa, solo falta una acción que le haga soltar aquel dolor que lo consume» — Anónimo.
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Los destellos del sol apenas eran evidentes cuando la torre uno recibió una alerta de los ardidares después de que el sensor del perímetro fuera activado. El escuadrón uno y dos de defensores prepararon sus armas para lo que estuviese atravesando los límites con la fortaleza.
Todos fueron detenidos de disparar cuando uno de los miembros del escuadrón dos reconoció la silueta que se acercaba tambaleante.
—Maldición—musitó el muchacho despegando la vista del aparato que le permitía ver a lo lejos.
Fue a avisar a sus superiores y enseguida enviaron varios vehículos custodiados para encontrarse con la persona que habían visto a lo lejos.
Las atenciones al hombre que todos habían creído muerto parecía una especie de milagro. Lo subieron a uno de los vehículos y volvieron a la seguridad de la torre blanca.
Un poco más atrás, entre los árboles del bosque gigante Denrek no despegaba los ojos del lugar al que le habría gustado volver si sus acciones del pasado hubiesen sido diferentes.
Su permanencia fue breve y pronto emprendió su caminata al lado opuesto de aquella civilización humana. Estuvo deambulando durante el resto del día, no se detuvo en ningún momento, tampoco tenía un rumbo al que pudiera acudir.
Para la puesta del sol se detuvo cerca de un acantilado, la corriente de agua caía con demasiada precisión a su izquierda, entre los detalles del opaco paisaje veía aquellas montañas rodeadas por el bosque ausente de vida.
Tomo entre sus manos el collar con la turmalina, aún podía percibir el dulce aroma que había quedado resguardado. Se permitió cerrar los ojos y ver aquellos marrones ojos.
Hubo una interrupción entre sus agonizantes anhelos, un leve sonido que le hizo abrir los ojos. A sus espaldas varias miradas doradas lo asechaban. No percibió la impotente presencia de Karim, y eso lo decepcionó un poco.
"Al fin podemos encontrarte" escuchó la voz de entre la oscuridad.
"Asumimos que no has podido encontrar la entrada" musitó otra voz proveniente de los portadores de aquellos caninos.
"Hemos escuchado tu aullido, es lo que nos permitió localizarte" la primera voz, que era más rasgada volvió a hablarle.
Denrek no se giró en ningún momento, continuaba acariciando aquel último obsequio. Eran tres pares de ojos dorados en total los que deambulaban a sus espaldas. Pero ninguno parecía conllevar un peligro demasiado mortal que le hiciese voltear o estar a la defensiva.
—No es el mejor momento, lárguense.
Ninguno de los rougarous a sus espaldas tenía intenciones de obedecerle, él lo sabía muy bien.
"Nunca será el momento, pero te necesitamos"
"Debes escucharnos antes de que alfa se percate"
Soltó un gruñido, ninguna cosa que dijeran le quitaría el dolor que estaba sintiendo, la agonía que envolvía su alma. Pero sabía que no cederían, nunca lo hacían.
—Díganlo de una vez.
El que dirigía a los otros dos dio un paso al frente, el anochecer nacía en el cielo y bajo el manto de oscuridad que empezaba a florecer cambio su apariencia a la de un animal sin tanto pelaje que caminaba en dos patas. Tomo una apariencia humana que estaba envuelta en un manto de piel oscura.
—Karim pretende que enfrentemos a los strigoi sin formar ninguna alianza—musitó el rougarou con la apariencia de un muchacho—. Está empeñado en convertir tantos humanos como pueda en omegas y aumentar nuestros números, pero todos sabemos que no será suficiente contra esos malditos alados.
Ninguna de las palabras parecía inmutar a Denrek, tenía una mirada tan perdida en aquel pequeño objeto entre sus dedos.
—¿Pretendes que sea el cebo expiatorio que de el primer ataque? —había cierto resentimiento en aquellas palabras—. La última vez terminé siendo abandonado y esos humanos me creyeron uno de los suyos.
"Fueron circunstancias diferentes, no podíamos hacer nada" escuchó a los que seguían ocultos a sus espaldas.
—No queremos tu sacrificio—aclaró el que continuaba con la apariencia humana—. Queremos que derroques al alfa y asumas el puesto.
La irónica risa de Denrek hizo eco entre el silencio de la incipiente noche.
—No hay manera de que todos concuerden con sus deseos, o quizás han olvidado el motivo de mi exilio con los humanos.
"Los carcamales son los ignorantes, nosotros sabemos que eres capaz de desafiarlo y vencerlo en un enfrentamiento justo"
No hubo ninguna respuesta, en su lugar los rougarous que permanecían a sus espaldas empezaron a inquietarse.
"Algo se acerca" anunció una voz más temerosa y los otros dos voltearon.
—Son los vasallos de esos malditos—musitó antes de volver a girarse hacia Denrek—. Te han atacado antes, ¿sabes la razón?
—¿Acaso lo necesitan? —dijo sin siquiera voltear al peligro que se avecinaba.
—Prepárense para atacar—dijo a los otros dos y luego volvió a su forma habitual.
Las criaturas de ojos rojos brotaron de los aires y los tres cuadrúpedos hicieron todo por proteger al que consideraban su mejor opción para desafiar al alfa. Todos tenían un tamaño menos ordinario a los otros rougarous, incluso los omegas estarían cerca de alcanzarlos, pero la velocidad de sus ataques era realmente letal.
Aún con todos sus esfuerzos, empezaron a ser heridos.
"No sabemos lo que has vividos estos meses, pero realmente necesitamos tu ayuda en esto" musitó la voz más segura que pertenecía al rougarou con una cicatriz en la parte de la nariz.
Los tres fueron arrastrados hacia el final del precipicio, entonces Denrek soltó el collar para dejarlo descansar sobre su pecho y volteó hacia los atacantes.
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Editado: 07.12.2023