Julie
Las clases fueron de lo más aburridas, ya sabía lo que nos estaban dando así que mi cerebro no quería prestar atención. Y los sucesos que acababan de pasar no ayudaban para nada. Lo único bueno era la hora del almuerzo, porque ya tenía hambre. Salí del aula y me encontré con Adonis.
-¿Podemos desayunar con los otros?- sinceramente no quería hacerlo. Eso significaría estar cerca de Kira y de Sebastian.
Justo cuando iba a negarme, Caroline habló.
-No puedes decir que no. Tienes que pasar más tiempo con todos- y aún sin responder sujetaron mi mano llevándome.
La cafetería estaba llena de muchas personas. Nos formamos por nuestra comida y después nos sentamos en la mesa donde se encontraban Kira, William y Sebastian. Decidí que lo mejor sería mantenerme callada, era terrible estar sentada rodeada de personas y sería peor mantener conversación con ellas. Pero al parecer Kira no lo sabía.
-Juliet. ¿Cómo has estado estos 10 años?- preguntó.
-Bien- respondí cortante.
-Sabes no he dejado de pensar en ti. Ni en todos los momentos que vivimos. ¿Recuerdas cuando…?
-¿Puedes guardar silencio? Intento comer esto- dije señalando mi comida.
-Pero…
-No quiero hablar contigo. ¿Acaso te cuesta mucho entender eso?- respondí levantándome.
Salí del lugar y pude respirar. No podía seguir haciendo esto por mucho tiempo. Sé que faltaba poco, si Kira seguía insistiendo, para ceder. Al parecer ni mi cuerpo entendía que debía alejarme de las personas. Tal vez nunca debí venir. No había comido y en verdad tenía hambre, pero no podía regresar y verla. Así que me senté en el piso esperando a que terminara la hora.
-Ten- escuché una voz hablándome.
Voltee y vi a Adonis dándome un paquete de galletas. Quería negarme, pero mi estómago pedía a gritos comida. Lo tomé y él me sonrió mientras se sentaba a mi lado. Abrí la envoltura y tomé una galleta. Eran de chispas de chocolate, mis favoritas.
-Gracias- dije.
-¿Quieres hablar de lo que acaba de pasar?- mordí mi labio asintiendo.
-¿Sabes cómo murieron mis padres?- cuestioné.
-Creo que Kira dijo que alguien los había asesinado porque su empresa no había querido hacer un trato con otra- eso era lo que mi Tía había dicho. Era lo que todos creían.
-Una noche antes de mi cumpleaños tuve una pesadilla. Era de noche, a penas y podía reconocer mi casa por la luz de la luna. Caminé por el pasillo. Llegué a la sala principal. Mis padres estaban allí, de repente, vi como una silueta cubierta de sombras los apuñalaba 7 veces- observé a Adonis que mantenía el ceño fruncido –Desperté agitada, y me levanté de mi cama, caminé hasta la habitación de mis padres y ellos dormían. Regresé y un poco tranquilizada dormí. La mañana siguiente desperté mi padres me dieron mi abrazo y me regalaron un collar. Después me llevaron a la escuela. Todo era normal. Esa tarde hice un trabajo en la casa de Kira y cuando era noche, su madre me ayudó a cruzar la calle. La puerta de mi casa estaba abierta, así que entré corriendo. En el piso de la sala estaban mis padres. En el suelo sin vida. Y caí al suelo.- sentí lágrimas en mis ojos, pero antes de que terminaran de caer las limpié.
-¿Entonces estás molesta con Kira porque pasaste la última tarde de tus padres con ella?- cuestionó.
-No. Después de la muerte de mis padres me fui de aquí y me mudé con mi tía. Justo cuando comenzaba a superar la muerte de mis padres pasó algo. En mi cumpleaños número 12 tuve otra pesadilla, pero era mi amiga quién moría, y así fue. El año siguiente y el próximo también. En mi cumpleaños número 15, la víctima fue mi novio y en el 16 mi tía. Se suponía que íbamos a volver juntas este año, pero no fue así- más lágrimas brotaron de mis ojos.
-Entonces tienes miedo de que eso pase- tomé otra galleta.
-El problema es que esa pesadilla, ya la tuve. Lo que falta es que esa sombra venga y lo haga- respondí.
La sorpresa de Adonis era inmensa. Era la primera vez que decía esto en voz alta.
-Esto es muy intenso- asentí.
-Necesitamos hablar con todos. Después de irnos de compras los reuniré en la casa- mordí mi labio.
Regresamos a clase y en el aula se encontraba Sebastian, que al vernos llegar juntos frunció el ceño. Caminé hasta mi asiento, Adonis le dijo algo a su amigo y después se sentó a mi lado.
-¿Qué le pasa?- dije.
-¿A quién?- rodee mis ojos.
-A Sebastian. ¿Por qué no le gusta que me hables?- cuestioné.
-Te lo dije. Le gustas- eso no era posible. Me acaba de conocer. No sabe nada sobre mí.
No respondí y el profesor llegó. Las siguientes horas pasaron rápido y pronto se terminaron las clases. Guardé mis cosas en el bolso y salí del aula. Llegó Adonis y caminamos hasta la salida donde nos esperaba Caroline. Cuando llegamos junto a ella, Adonis la tomó de las mejillas y unió sus labios. Me incomodaban las muestras de afecto. Voltee a otro lado y vi a Sebastian, nuestros ojos se encontraron. Sentí algo. Como una conexión. Era distinto a las otras personas. Esta vez mantuve mi mirada en él.