Destino.

Capítulo 12.

Una semana después, los Saintcox estaban de vuelta en su casa, los padres de Alissa la habían reparado, obviamente con ayuda de sus poderes, puesto que hubiera sido casi imposible restaurarla de la forma normal.

Lo curioso es que nadie en Sunshine Hills parecía haber notado lo que había pasado, Sarah dedujo que era porque Uriel y Rafael se habían asegurado de no dejar rastro levantando una especie de capa sobre la propiedad mientras los atacaban.

En cuanto regresaron a casa, Will comenzó a comportarse extraño, se encerraba en su estudio durante horas trazando mapas y rutas de escape por si la situación lo ameritaba, pero lo más importante, es que evitaba hablar con Alissa.

Un día Alissa intentó preguntarle algo acerca de un libro y él sólo contestó con un murmullo que no comprendió y volvió a encerrarse, su madre lo notó.

  ─Tenle paciencia, ésta época es difícil para él, más ahora con todo lo que está pasando─se dirigieron a la sala y se sentaron.

  ─¿De qué hablas, Mamá?.

  ─Bueno, tú no sabes mucho de nuestras familias, pero tu padre no era hijo único, él tenía un hermano menor.

  ─¿Tenía?─su voz salió temblorosa.

  ─Si, Alissa, tenía... la orden lo castigó después de que no logró acabar con un Awwim, le dieron muchos azotes, no pararon ni cuando él se los pidió, pero cuando lo hicieron ya era tarde─suspiró─, estaba demasiado herido y había perdido tanta sangre que... murió unas horas después.

  ─¿Cuál era su nombre?.

  ─Thomas─la voz de su padre llegó hasta sus oídos haciéndola mirar hacia la entrada de la sala─, Thomas Saintcox.

  ─Will, cariño, lo lamento─Sarah se paró y fue hasta su esposo─, no quería reabrir viejas heridas─lo abrazó.

  ─Tranquila, no lo haz hecho─le devolvió el abrazo y suspiró─, Thom era un gran Kayrell, a los dos nos educaron para respetar siempre las reglas y a la orden, por eso el día en el que recibió su castigo no hice nada para impedirlo─Alissa creyó oír la voz de su padre quebrarse─, cuando lo llevamos con los Maintless para que lo curaran y nos dijeron que no había nada que hacer, sentí que mi mundo se venía abajo, Thom tenía diecinueve años cuando murió y merecía vivir más que eso.

  ─Cuando vi a tu padre tan deprimido intenté animarlo, en ese entonces no éramos ni amigos, nos habíamos visto un par de veces cuando nos asignaban al mismo Awwim, pero sentí que necesitaba apoyo.

  ─¿No era que en tu familia eran sanadores?.

  ─Bueno, si, pero yo no quise ser como ellos, en ese tiempo mi mentalidad era distinta, sentía que era un desperdicio quedarme en casa curando gente─la voz de Sarah sonaba con una pizca de arrepentimiento.

  ─Tu madre fue una gran ayuda para mi después de que mi hermano muriera, le devolvió el color a la vida cuando todo parecía bastante gris─Will miró a su esposa─, tan alegre que contagiaba a todos a su alrededor, además de que es la mujer más guapa que he visto en toda mi vida─Alissa sonrió con ternura al verlos─, no creo que hubiera podido seguir adelante sin ella, siempre he pensado que es mi luz al final del camino.

  ─Me enamoré de tu padre unos meses después de que comenzamos a conocernos, no había encontrado a alguien que me hiciera sentir de la forma en la que él podía─sonrió─, supe desde entonces que él sería el amor de mi vida.

  ─Cuando supimos que tu madre estaba embarazada el miedo se apoderó de mi, no por la profecía, porque en aquél momento no sabíamos si hablaba de ti, tenía miedo de que al igual que Thom, no pudiera protegerte─Will miró al suelo.

  ─Pero lo hiciste─Alissa se levantó─, me protegiste y te alejaste de todo lo que conocías para darme una mejor vida─se acercó a ellos─, mirame, dieciocho años y estoy viva, sana y feliz. Me cuidaste bien y jamás podré agradecerte lo suficiente por eso.

Alissa abrazó a sus padres.

  ─Jamás me perdonaría que algo les pasara.- Will cerró los ojos.- Son lo único que tengo.

  ─Nada va a pasarnos, Will, no mientras sigamos juntos y unidos.

  ─Lo sé.

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  ─Pequeña Saintcox, ¿Cuándo vas a aprender que nosotros siempre vamos un paso adelante?, no importa cuanto te esfuerces, vas a terminar cediendo.

Uriel la miraba desde lo alto sentado en lo que parecía un trono dorado

 ─Ésta es una guerra que no dejaré que ganes, Uriel, te prometo que voy a dar hasta mi último aliento para impedirlo─su voz sonaba justo como la que sus padres usaban para hablar con la orden.

 ─Vaya, vaya, la Saintcox menor también puede hacer amenazas.─su sonrisa se ensanchó─, pero yo sé lo que te asusta─de pronto en el suelo junto a ella, aparecieron los cuerpos sin vida de sus padres y sus amigos, su sangre se heló─, te conozco mejor de lo que crees y sé que tu no puedes decir lo mismo acerca de nosotros.



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En el texto hay: brujos

Editado: 16.03.2018

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