Destino Inquebrantable

Capítulo 3

Etsian

 

Después de la comida, dio inicio un baile, una costumbre relativamente nueva en las cortes y traída de las lejanas tierras de más allá del mar. Esto era algo que en Annun no se acostumbraba; sin embargo, me había ocupado de aprender las danzas, ya que planeaba bailar con Vera, quien era asidua a las fiestas y veladas de este tipo.

 

Ella intentó mantenerse alejada de mí, y le permití creer que lo lograba. No obstante, a mitad de la fiesta, después de presenciar cómo Vera pasaba de brazo en brazo en muchas ocasiones, me deslicé por detrás de ella, tomando su delicado talle al finalizar una danza y dar comienzo a otra. Su pareja de turno se retiró rápidamente al verme.

 

Ella se sobresaltó al sentir mis manos sobre su cuerpo.

 

— Es agradable verte bailar, pero prefiero ser yo quien te guíe — dije, acercándome a su oído.

 

— Etsian, me has asustado — expresó mientras se acomodaba entre mis brazos, con la soltura que le daba la experiencia en la danza.

 

— Creías que podías permanecer lejos de mí como has hecho hasta ahora — pregunté sonriendo, comenzando a guiarla con lentitud al ritmo de la música. Su aroma dulce se coló en mi nariz, trayéndome remembranzas de tiempos pasados.

 

— No creía nada, Etsian, no te creas tanto — replicó.

 

— Aún no hay nada como esto en Annun — comenté cambiando de tema, puesto que no quería discutir con ella, — pero imagino que cuando seas la reina impondrás al menos una fiesta al mes.

 

Ella permaneció en silencio un momento, lo cual era extraño porque siempre tenía una respuesta mordaz.

 

— ¿No dirás nada? — Insistí, en tanto girábamos en un paso del baile.

 

— ¿Para qué? No tiene sentido discutir con un necio.

 

— Vaya eso fue más duro de lo que esperaba.

 

Aunque ella intentaba mostrarse indiferente, sabía que no era así. Estaba nerviosa, y le costaba mirarme a los ojos. A pesar de sus esfuerzos por ocultar sus verdaderos sentimientos, la tensión entre nosotros era palpable.

 

— Sabes que nunca seré la reina de Annun — aseveró con gran seguridad.

 

— ¿Eso significa que ya has escogido esposo? — Indagué más que nada para hacerla hablar, pues conocía la respuesta.

 

— Tengo ya algunas opciones, aunque todavía no me decido — Vera me miró a los ojos para decirme esto.

 

— ¿Puedo saber cuáles son esas opciones?

 

Ambos nos sonreímos, pero mientras yo disfrutaba de tenerla en mis brazos y la sensación de haber ganado la batalla, en los labios de Vera parecía haber un atisbo de alarde. Aunque ambos compartíamos una sonrisa, las emociones que se reflejaban en nuestros rostros eran notoriamente distintas.

 

— ¿Para qué quieres saberlo?

 

Ella volvió a desviar la mirada.

 

— Es bueno conocer a la competencia — comenté, puesto que, aunque estaba seguro de que ella no tenía a nadie en vista, deseaba que me lo dijera.

 

— Ellos no son tu competencia porque no estás en mi lista — la voz de Vera comenzaba a sonar airada.

 

— ¿Y qué debo hacer para entrar en ella? — Me incliné sutilmente al decir estas palabras tocando su sien con mis labios.

 

— Eres como un hermano para mí, Etsian, jamás te veré de otra forma — respondió ella en tono condescendiente.

 

— Eso fue doloroso, pero no te creo — repliqué atrayéndola mucho más hacia mi cuerpo.

 

Aunque no era un aficionado a los bailes, este lo estaba disfrutando como nunca. Poder tenerla en mis brazos y notar que no mostraba resistencia de ninguna forma, hacía que la experiencia fuera única. Su cuerpo se adaptaba dócilmente a mis movimientos, permitiendo cualquier contacto que yo deseara imponer.

 

— Bueno, pues no me importa.

 

El mentón de Vera se levantó en señal de obstinación cuando dijo estas palabras.

 

— Dime los nombres de tu lista — volví a susurrar a su oído.

 

— No — negó moviendo la cabeza con énfasis.

 

— Porque no tienes a nadie en ella — aseveré.

 

— Claro que tengo, simplemente no deseo que lo sepas — ella había levantado la cabeza hacia mí y me observaba con ira. — Estás encaprichado y quién sabe si no planeas algo para malograr mi futuro.

 

— ¿Por qué piensas que estoy encaprichado?

 

— Etsian, nos conocemos de niños, tú nunca me has querido. Ahora te sientes así porque ves que todos me desean, pero realmente no me conoces.

 

Decidí abandonar mi actitud juguetona del inicio del baile, ya que no parecía estar conduciéndome a ningún resultado favorable. A medida que avanzaba la danza, opté por cambiar mi enfoque y adoptar una actitud más seria y asertiva.

 

— Yo creo que sí te conozco — refuté. — Pero si dudas, dame la oportunidad de conocerte y verás cómo puedo conquistarte.

 

Lancé el desafío esperando que ella lo tomara, pero para mi desventura, no fue así.

 

— No quiero.

 

— ¿Por qué? — No entendía por qué ella se había vuelto tan esquiva, ¿sería solo por aquella desavenencia siendo niños? Me parecía difícil de creer, éramos ya adultos.

 

— No deseo ser reina — explicó como si me dijera algo muy obvio y yo fuera un tonto que no entendía nada. — Quiero una vida relajada, buscaré un esposo entre mis amigos, la gente que comparte mis intereses.

 

— Cuando eras niña decías que tú y yo habíamos celebrado el pacto oscuro en otras vidas, ¿ya no crees que sea así? — Inquirí finalmente enfrentándola con la innegable realidad de que nuestras almas estaban unidas.

 

— Claro que no, eran tonterías de niña — negó. La pieza terminó y Vera se apartó de mí, sin darme oportunidad de refutar sus palabras. — Entiéndelo, Etsian, no seré reina nunca, quiero ser libre.




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