Vera
Después de darle muchas vueltas al asunto, llegué a la conclusión de que tal vez sería mejor buscar a alguien más allá del mar. En ese lugar, no volvería a encontrarme con Etsian, y podría abrir un nuevo capítulo en mi vida, lejos de las complicaciones del pasado.
— ¿Mamá? — Llamé, entrando en el invernadero donde sabía que la encontraría.
— Aquí estoy, cariño — me dijo incorporándose detrás de unas plantas.
— Necesito un consejo, mamá — me acerqué con cautela, ya que, aunque me sentía decidida, la opinión de mi progenitora tenía una gran importancia para mí.
— Vaya, debe ser importante para que pidas consejo, siempre has hecho lo que has querido — declaró mientras continuaba con su labor sobre una planta de largas hojas.
— Eso no es cierto, hablas como si fuera una loca — me quejé mirando el techo vidriado del invernadero, estaba lleno de hermosas plantas colgantes, este era nuestro lugar preferido.
— Una loca no, pero siempre has sido muy decidida.
Mamá sonrió dándome una mirada tierna y volvió hacia su tarea.
— Bueno, es que tengo una idea, y se trata de mi futuro, pero quiero que me digas tú si está bien — hablé de manera introductoria, ella me miró con intriga.
— Pues dime — ella dio un movimiento más a la tierra de la maceta y se volvió hacia mí, dedicándome toda su atención.
— He pensado, que luego de la coronación, si a ti y a papá no les molesta, claro. Podría pedirle al tío Bury que me permita pasar con él una temporada — ella hizo una expresión de sorpresa. — Tal vez allí pueda encontrar un esposo, ya que él recibe personas de todos los países — concluí.
— ¿Y por qué quieres hacer eso?
— Por lo que me dijiste ayer, mamá.
La mirada de mi madre era escrutadora.
— No me gustaría que te fueras a vivir lejos, pero... — ella hizo un silencio significativo en el que parecía analizar mis palabras, y luego prosiguió: — Bueno, cariño. Si esa es tu decisión, sabes que tu padre y yo siempre te apoyaremos.
— ¿Apoyaremos qué? — Preguntó papá, que se acercaba por detrás de mí.
— Vera quiere vivir una temporada con Bury, para ver si allí encuentra un esposo — explicó mi madre con parsimonia.
— ¿Qué? — Papá no se lo tomó bien. — De ninguna manera, ¿qué conseguirás allí, un esposo del otro lado del mar? No.
Sus palabras y su tono de voz me llevaron de vuelta a mi infancia. Sentí como si me estuviera regañando como si aún fuera una niña pequeña, y no una adulta capaz de tomar decisiones y tener control sobre su propia vida.
— Papá, ¿acaso la abuela no cruzó el mar para casarse con el abuelo? — Intenté disuadirlo con argumentos válidos, pues consideré que yo me merecía la oportunidad de escoger.
— Esa situación fue diferente — refutó sin decir realmente nada.
— Porque yo soy yo y ella era ella... — refunfuñé, no me daría ni un postulado en el que yo pudiera basarme, era su decisión y no había posibilidad de diálogo.
— Vera, creo que es hora de que dejes de jugar a la bella e inalcanzable.
Abrí la boca, respirando profundo, ofendida por las palabras de mi padre. Quería replicar, demostrarle que se equivocaba, pero por algún motivo las palabras no salían.
— Tu padre tiene razón, podrías buscar un marido aquí — habló mi madre uniendo fuerzas con papá.
— No me gusta nadie de aquí — crucé los brazos delante del cuerpo y desvié la mirada hacia las flores a mi izquierda en clara demostración de que no me harían cambiar de opinión.
— No necesita gustarte, el matrimonio oscuro lo hará todo — dijo papá de manera intransigente.
— ¡Dunkan! — Recriminó mamá.
— Es cierto.
— No importa, no voy a casarme con alguien que ni me gusta — afirmé con convicción.
— Pues cásate con Etsian, él sí te gusta, te ha gustado desde que no sabías ni caminar — estas palabras de mi padre hicieron que el calor subiera a mi cara.
— Él ya no me gusta, ni yo a él — aduje, tratando de mantener mi actitud determinada, pero por dentro había comenzado a sentirme sin excusas.
— Mira niña, a mí no quieras verme la cara, porque he visto como se miran — mi padre era tan obstinado como lo era yo, y no cedería, independientemente de cualquier cosa que yo pudiera decir en mi defensa.
— No es cierto, yo no lo miro de ninguna manera — tragué duro y apreté los labios manteniendo mi discurso.
— Lo haces — acotó mamá. — Y te pones tan nerviosa en su presencia, que cuando puedes te marchas.
Si no había enrojecido con el calor que me habían provocado las palabras de mi padre, esto seguramente me había dejado el rostro como una llamarada. Ya no podía refutar, pues todo lo que ellos decían era cierto, pero si cedía, habrían ganado. Además, de ninguna manera iba a aceptar casarme.
— No... yo...
— Además, ya me ha pedido casarse contigo varias veces — acotó finalmente papá.
— ¿¿Que?? — Dijimos mamá y yo al unísono, sorprendidas por la revelación de mi padre.
— ¿Por qué no lo mencionaste antes? — Inquirió mamá.
— Porque lo rechacé, le dije que tenía que hablarlo con Vera, que yo no podía imponerle a mi hija un esposo. No tenía sentido decirlo antes, pero creo que ya va siendo hora — papá siempre me decía las cosas de una manera tan cruda que me dejaba atontada.
— ¿Lo rechazaste?
— No literalmente, Kalina. Le dije que Vera debía aceptarlo y que cuando eso pasara estaría más que gustoso de aprobar su unión — luego de aclarar esto se dirigió a mí. — Vera, Etsian es como un hijo para nosotros y te ama, y tú siempre has guardado sentimientos por él, deberías aceptarlo.