Aerwyna
Las cortinas se mueven violentamente por la fuerza del viento que entra a través de las ventanas, la sensación de dolor y tristeza de la pérdida de mi consorte queda sometida ante la necesidad de proteger a mi hija la cuál llora incesantemente, como si supiera que su destino está a punto de cambiar.
Me acerco hacia la cuna donde se encuentra, la coloco entre mis brazos y la meso suavemente.
-Mi pequeña Edrielle, mi hermosa bebé, hoy será el inicio de un largo camino que tendrás que recorrer sin mi a tu lado, pero siempre estare guiando tus pasos, cuando te sientas sola o triste, te infundiré fuerzasy seré tu luz, cuando sientas que la oscuridad lo consume todo. Pero antes de que logres consolidar tu destino, tienes que olvidar lo que eres, tus poderes seran sellados hasta que estés lista para poder asumkr tu destino - con esas palabras terminó de sellar el hechizo con el que su hija podría tener la opción de vivir.
Los ojos azules de la pequeña reflejaban una sagacidad y un poder muy altos, característicos de la familia real, solo que éstos tenían un matiz más claro, heredados de la línea de su padre, un muy poderoso hechicero que había muerto instantes en una pelea desigual, lo que le habia dado tiempo a Aerwyna para conjurar el hechizo y esperar la llegada de su segundi consorte, Adair.
Un ligero sonido la alertó, sacándola de su estupor y se dirigió a abrir la puerta con premura para Adair.
-Aerwyna, aún puedes dar marcha atrás en tu decisión-fué lo primero que dijo al verla.
-No puedo y lo sabes, nuestro reyno será devastado si es que yo no intervengo, es mi deber como soberana.
-Entonces me quedaré a tu lado y lucharé hasta la muerte.
-No Adair, tu eres el único en el que confío con el poder de llevar a Edrielle al mundo humano.
Adair sintió derrumbarse el mundo a sus pies, pero sabía que ella tenía razón, que solo él podría abrir el portal y llevar a la pequeña al mundo humano, aunque esto conllevaba un sacrificio, la muerte de su amada. Se dejó llevar entonces por lo que su corazón le pedía y la atrajo hacia sí, sin contener las lágrimas, la besó con todo el amor y el dolor que contenía su corazón, a lo que ella respondió con el mismo fervor y entre llantos lo consoló diciendo que este sacrificio valdría la pena si la pequeñasobrevivía.
Con la bebé en brazos, Adair dió una última mirada atrás, y se fué.
Minutos después, la hasta entonces soberana empleó todo su poder y logró eliminar casi por completo el hechizo que se cernía sobre el castillo y que disminuía los poderes de la guardia real que seguía luchando, cada vez con mayor desvrntaja en cantidad. Así con un último esfuerzo, utilizó la clase de magia que cobra siempre algo a cambio y en este casi seria un sacrificio de vida, para poder eliminar el resto de magia maligna y ayudar a Adair a que no pueda ser rastreado, antes de que pueda abrir el portal. Cerró los ojos con ese último pensamiento.