Me despierto desorientado y algo sudado. Mi respiración es irregular y los pulmones me arden por la falta de oxígeno.
«Volvieron»
—Solo es tu imaginación mi niño —me dice mi madre, pero no creo que solo sea mi imaginación.
—Quédate conmigo mami —le digo y ella me da una sonrisa triste
—Tu padre llegará en cualquier momento y si no me ve en la habitación se enojará —otra vez, pienso, pero no digo nada.
Asiento y la veo salir del cuarto.
La obscuridad me da miedo y los recuerdos llegan a mi mente pasando en milésimas de segundos. Lloro en silencio mientras escucho como ellos discuten otra vez por lo mismo de siempre. Discuten por lo que paso ESA NOCHE.
Intento calmar mi respiración hasta lograrlo. Me arde la garganta y las manos em sudan de más. Tengo que calmarme, solo es una pesadilla, eso no paso nunca. Solo es mi imaginación, solo es una alucinación, no es real.
Me meto al baño y salgo mas tranquilo, me visto con algo sencillo para irme a tomar desayuno.
—Buen día madre —saludo con dos besos en la cara.
—Buen día hijo.
No conversamos nada más y el silencio se hace incomodo.
—Volvieron —digo y veo como ella se pone pálida al instante.
—No es real hijo, solo es una pesadilla. No les hagas caso —me dice ella y sigue comiendo
—Pero las siento como si fueran verdad. No quiero seguir negando algo que, SI PASO madre, me cansé de fingir que nunca vi lo que vi. Me duele saber que no confías en mi ahora, entiendo que no me lo hayas dicho de niño, pero ya no soy un maldito crio. Esa noche paso lo mas horrible del mundo, pero el fingir que no existió no significa que no este ahí. —le digo desahogándome un poco
—Mira Aran no se a donde quieres llegar. Supongamos que esa noche fue real ¿Qué ganas aceptándolo? Dolor, eso es lo que ganas. Solo dolor porque no es algo grato de recordar y cada vez que tengas esas pesadillas sabrás lo que tus ojos vieron. Ya es depende de ti lo que quieras creer —me dice ella tan tranquila. Su rostro no me expresa nada y siento que solo yo sigo creyendo lo que vi aquel día que cumplía 4 años.
Salgo de la casa con las palabras en la boca, no quiero seguir refutándole las cosas, si ella no lo quiere aceptar es muy problema suyo. Lo único malo es que aquel niño de 4 años sigue teniendo miedo a que eso vuelva a suceder.
Llego a la universidad y por primera vez en todo este tiempo no presto atención alguna a la clase y me la paso rayando una hoja de cuaderno, la hoja termina llena con la tinta azul del lapicero y mis compañeros salen de clase para ir a la siguiente.
—Has estado distraído —me dice una voz femenina y paso de ella como si no estuviera ahí.
Entro a la siguiente clase y acepto que me estoy comportando como un completo capullo, peor no lo puedo evitar. Esas pesadillas solo volvieron para abrir la brecha que creí haber cerrado.
—Mamá volvieron —le digo a mi madre
—Entiende que no son reales Aran, estoy harta de la misma situación de siempre. Comprende que eso nunca sucedió. COMPRENDELO DE UNA VEZ POR TODAS —me grita y me deja solo en la habitación
No son reales. Mi mente las crea para hacerme daño. Ese día no paso nada. Solo tenia 4 años y es mi imaginación.
Trato de convencerme que no fue real, pero los recuerdos me lo hacen difícil.
Quiero borrar esas imágenes que me atormentan, esas manos tocando su cuerpo y sus gritos que no me dejan en paz y solo logran ponerme de los nervios.
Si yo hubiera hecho algo ese día eso no hubiera pasado. Me quede en silencio observando todo mientras ella se quejaba de dolor.
—Aran ¿estas bien? —me pregunta el profesor Ramírez
—Si
—Estas pálido enserio ¿estas bien?
Asiento y el sigue el camino a su pupitre. Hago lo mismo que en la clase anterior para matar la hora y así sigue en las otras clases.
Llego a casa con el humor de perro, si fuera un dibujo animado capaz estaría echando humo por las orejas.
—DIME LA VERDAD —exijo al entrar al cuarto de mi madre
—Aran me estas cansando que sigas creyendo lo mismo 14 años.
—Solo dime la verdad para que las pesadillas me dejen de atormentar —le digo en voz baja y siento como mi cuerpo pierde fuerza. Caigo de rodillas y me pongo a llorar como un niño, las imágenes de esa noche me siguen atormentando mi mente me juega la misma mala pasada todos los años en estas fechas. Siempre es lo mismo, las noches se me hacen insoportables y los recuerdos siguen en mi mente riéndose de mí, se burlan de lo que causan y solo quiero quitarme ese peso de encima.
—No tiene caso remover el pasado Aran, déjalo —me dice ella muy tranquila, como si no le afectara nada.
Sera que solo yo recuerdo esa noche o en verdad nunca paso.
—Tú eres la que no sufre, pero yo sí. Días en vela, días en los que ni siquiera puedo mirarme al maldito espejo porque me siento culpable de no haber hablado esa noche, de no haber hecho nada y tú me dices que lo olvide. Como si fuera tan fácil. Me duele madre, me duele lo que recuerdo, me duele que mi mente siga atormentándome todos los años con lo mismo, ya no quiero más, ya no más mami, ya no quiero más. —digo y me derrumbo a llorar.
Me hago un ovillo y abrazo mis rodillas mientras que los sollozos son lo único que se oye en la habitación.
—Esa noche esperaba a tu padre, aun no llegaba del trabajo. Lo habían contratado como albañil y sus jefes eran unos explotadores. Tocaron la puerta y tú ya estabas en tu habitación, esos hombres entraron y para que tú no te despiertes calle mis gritos. Me hicieron lo que no le desearía a nadie, marcharon mi dignidad, mi integridad, mi cuerpo, pero sobre todo mi alma. No pude callar muy bien mis gritos y tú saliste de tu cuarto, me viste y eso me derrumbo. En cuanto esos hombres se fueron tú fuiste a tu recamara. Me bañé lo más rápido que pude y fui a verte.
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Editado: 01.04.2023