─ ¿Dónde está Kean? ─le pregunté a Aidan, una vez que bajé del ático.
Al parecer todo había terminado, pero entré en un estado de desesperación al no ver a mi mejor amigo inmediatamente.
─Allí ─señaló hacia una esquina oculta por la oscuridad e inmediatamente corrí hacia él y me arrodillé, estirando mi mano para acariciar su mejilla.
─Estoy bien ─dijo respondiendo ante mi gesto de preocupación y encendió la linterna de su celular, iluminándonos a ambos y dándome una mejor vista de su estado.
Di un respingo interno.
Me sentía tan aliviada de verlo a salvo, pero al mismo tiempo me entró un sentimiento de angustia porque lucía mucho peor de como lo había dejado.
Era obvio que fue él quien se encargó de la mayor parte.
─No te ves bien ─repuse, mordiendo mi labio.
Kean sonrió.
─No es como si tú no hubieses hecho lo mismo por mí.
─Sí, es cierto. Yo me hubiese puesto sobre ti para protegerte igual que lo hiciste tú, pero sabes que hiciste mucho más. No debiste seguir luchando estando herido y peor aún por algo de lo que yo tenía que encargarme sola.
─Lo sé, pero si no me quedaba aquí y me encargaba de todos estos tipos, nunca hubieses podido ir por Aidan a tiempo y traerlo a salvo. Como dije, no es algo que tú no hubieses hecho por mí.
Ambos sabemos que yo podría haberme encargado perfectamente de todo sola, ¿pero y si él tenía razón? ¿Que si cuando hubiese matado a todo el mundo y finalmente hubiera subido por Aidan lo hubiese encontrado... muerto?
Hice una mueca.
─Kean...
Él negó con la cabeza.
─Sé que odias decir gracias, así que solo dame un abrazo.
Abrí mis brazos, pero me detuve.
─Vamos, no es tan difícil ─me animó con una sonrisa.
Sonreí y miré con ternura al chico de ojos azules y cabello castaño frente a mí.
─Tengo una mejor idea ─cuidadosamente tiré de su camiseta y lo besé.
─No sé si lo recuerden, pero yo sigo justo aquí ─intervino Aidan con tono cortante.
Rodé los ojos.
─Bien, entonces se útil y ven a ayudarme a sacar a Kean de aquí.
Refunfuñando lo hizo y sosteniéndolo cada uno de un lado, lo sacamos.
─Arruinaste mi ropa favorita ─Aidan se quejó malhumorado.
─Sí, no es como si hubiese tenido que usarla para salvarte o nada parecido ─contraatacó Kean─. De nada, por cierto.
Aidan estuvo a punto de responderle, pero le lancé una mirada para que se mantuviese callado y seguimos avanzando por el sendero.
***
─ ¿Por qué simplemente no lo llevamos al hospital? ─soltó Aidan irritado mientras yo curaba a Kean, terminando de sacar las esquirlas que tenía enterradas en su espalda.
Decidimos ir al apartamento de Aidan, por ser el que nos quedaba más cerca, y porque la ropa de Kean seguía allí, pero desde que llegamos el sujeto en cuestión no se había callado y estaba empezando a arrepentirme de haberlo salvado.
─Ya te lo dije, harían muchas preguntas y aún queda el hecho de que no nos hemos encargado de todo el desastre que hicimos.
─Bueno, ¿al menos sabes lo que estás haciendo?
─Por supuesto que lo sé, son como leyes básicas de supervivencia para alguien con una vida como la mía, o puedes llamarlo simplemente primeros auxilios, algo que todo el mundo debería saber para poder ayudarse a sí mismo o a alguien más en alguna dificultad.
─Entonces, creo que será todo un placer ser ayudado por usted, señorita Snight.
Rodé los ojos e iba a darle una respuesta sarcástica, pero en ese momento recordé algo.
─Aidan, tu creíste que era alguien más quien te había secuestrado, no los distribuidores. Alguien que no debería saber sobre ti... ¿De qué y de quiénes estabas hablando?
─ ¿Alguno de ustedes quiere algo de tomar? ─preguntó rápidamente para librarse de responder.
─Bueno, yo quiero... ─empezó Kean.
─ ¡No! ─lo corté y regresé a mirar a Aidan enojada─. ¿Qué estás escondiendo? ─lo presioné.