─ ¿Y bien? ─lo presioné.
─Barbara... ─forzó a través de su garganta y yo hice más presión con mi brazo.
─No hagas como sí no supieras mi verdadero nombre, Oscar ─gruñí.
─Bien ─jadeó─. ¿Podrías solo soltarme para que pudiese hablar?
Lo pensé por unos segundos y luego lo solté.
─No intentes nada ─le advertí─. Sabes perfectamente de lo que soy capaz.
─Sí, lo sé ─dijo mientras frotaba su cuello─. ¿Puedo ir a sentarme en el sillón?
─No ─solté con exasperación─. Me pediste que te soltara, y lo hice, ahora empieza a hablar ─me crucé de brazos y esperé.
─Lo siento, pero estoy realmente agotado y necesito sentarme, así que lo haré aquí mismo, ¿está bien?
Sin esperar una respuesta él deslizó su espalda por la pared y se dejó caer sobre el piso, con sus piernas estiradas.
─Como sea ─puse los ojos en blanco y me senté frente a él─. Tú solo puedes empezar a hablar en cualquier momento ─mencioné con sarcasmo.
Oscar suspiró y miró hacia abajo, a sus manos.
─ ¿Cómo lo supiste? ─preguntó, varios segundos después, como sí un millón de cosas hubiesen pasado por su cabeza, pero al final eso fue lo único que logró decir.
Suspiré y arrojé el portarretrato sobre sus piernas.
─Entrega especial ─le dije con una sonrisa fingida─. Acaba de llegar a nuestro apartamento.
Sus ojos se ampliaron y una expresión de miedo cruzó por su rostro en cuanto vio la foto.
─Lana... ella...
─Sí, la vio, y está realmente dolida y confundida ─le informé─. Realmente cree que son tus padres.
─Lo son ─susurró.
─No, no lo son ─repuse con seguridad─. Al menos Robert no lo es. Yo investigué sobre ti y tu apellido paterno es Hall, no Harris.
Una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
─Lana realmente te importa, ¿cierto?
─Sí ─le dije, sintiendo un dolor en el pecho─. Desde el momento en que me dijo que no podía sacarte de su cabeza, sentí que debía darle eso, protegerla de no salir con un psicópata.
─No soy un psicópata ─se defendió.
─Pero no eres un santo ─señalé.
─Correcto. Sé que no lo soy, pero no es como si tú, a quién considera su mejor amiga, ha estado siendo sincera tampoco. Tú no eres quien ella piensa ─señaló lo obvio.
─Esto no es sobre mí ─repuse irritada.
─En realidad lo es, más de lo que piensas.
Gruñí enfurecida.
─Sí, las dos personas que más le importan, quizás tanto como sus padres y sus hermanos, la han estado engañando, no necesitas recordármelo ─me mantuve en silencio con la mirada baja y luego volví a míralo con un sin número de sentimientos devorándome─. ¿Al menos la amas? ¿Realmente lo haces?
─Estoy enamorado de Lana. Ella es lo mejor que me ha pasado ─Oscar bajó la mirada, quizás sintiéndose culpable o solo agotado, pero yo sabía que lo que estaba diciendo era verdad.
─Te creo ─le dije con sinceridad─. Ni si quiera sé por qué lo pregunté en primer lugar, yo más que nadie he sido testigo de su loco, pero sincero amor ─sonreí─. Ustedes se aman de una manera tan pura e irrealista, como si fuesen capaces de darlo todo por el otro, sin importar que.
─Sí, creo que lo hacemos ─levantó la mirada y me sonrió, con esos dos preciosos hoyuelos formándose en sus mejillas─. Yo principalmente sería capaz de darlo todo por ella, incluso mi vida si supiese que eso la mantendría segura.
Le di una mirada melancólica.
─Tienes que decirle la verdad.
Él soltó una pequeña risa.
─Lo intenté. Un día le dije todo, quién era yo y qué había venido a hacer aquí ─sonrió ante el recuerdo─. Sin nombrarte a ti, por supuesto ─añadió inmediatamente.
─ ¿Y qué pasó?
─Lo último que le dije fue que por favor lo mantuviese en secreto. Yo tenía los ojos cerrados por miedo a su reacción y cuando los abrí, la vi leyendo una de esas revistas de moda que tanto ama. "¿Lana?", le dije y ella solo respondió: "Sí, tu secreto está a salvo conmigo. No estaba escuchando de todas formas".