Nunca lo había visto llorar tanto y eso me partió el corazón, a pesar de su enfermedad entendía la situación, ver a mi madre tirada en esa cama como si estuviera dormida pero sabiendo que no despertaría jamás, fue lo más duro que experimente, Blaz mi hermano, el chico con discapacidad intelectual estaba destrozado, el ser que más queríamos había muerto mientras nos debatíamos en el sufrimiento de perderla.
El aire comenzó a faltar y perdí las fuerzas de mis músculos, de no ser por mis escoltas hubiera caído desplomado, me llevaron a fuera para tomar aire y poco a poco me fui recuperando para volver a la realidad.
Ahí estaban todos los chicos malos del barrio, eran mis amigos, crecí con ellos pero no seguí el mismo camino, ellos querían mucho a mi madre y ella también, por eso ese día toda la gente de las calles estaba reunida en mi casa, la señora Elva como se llamaba mi vieja había muerto.
No entendía como el destino me llevó a un lugar lejos de la persona que me dio la vida para luego traerme de vuelta y no verla más a los ojos mientras me dedicaba su sonrisa dulce y serena, que llenaba el alma de cualquier hijo sin importar las condiciones en las que vivía.
Un Mercedes Benz apareció de la nada y de inmediato los chicos se alertaron rodeándolo como si fuera un intruso, pues es raro que un auto tan lujoso entre a estas calles donde el territorio es propiedad de los pandilleros y son ellos los que deciden quien entra y quién sale.
Me acerque para ver quien era y reconocí a mi jefe, don Roberto y algunos de los empleados de la empresa quienes me dieron el sentido pésame, veo que se interesan por mi y eso me da un poco de consuelo ante este momento de desconsuelo.
Luego de unas horas se despidieron dándome a saber que me tomara unos días para luego volver a trabajar, pues necesitaba descansar un poco para el nuevo reto que asumiría, di aviso a los chicos para que permitieran la salida y los acompañaron hasta donde las calles pierden su nombre.
La tarde del domingo se convirtió en noche, Clío me dio un vaso de jugo para beber ya que no había comido nada en todo el día, las vi un poco cansadas y no las necesitaba como escoltas, ya me habían ayudado mucho como persona y debían irse.
—Chicas, se pueden ir ya, necesitan descansar.
—¿Estás seguro Josué?
—si, yo estaré bien.
—Él estará bien— Repuso Erika mi mejor amiga quien interrumpió la conversación un poco alterada.
—Bueno nos iremos señor, mañana muy temprano regresamos, así que avise para poder entrar nuevamente y no tener problemas.
¿Señor? En ese momento la confianza dejó de ser y las chicas se comportaron como profesionales, pues notaron una pequeña molestia en Erika, seguramente quisieron evitar cualquier confrontación para no traerme problemas, lo cual poco me importaba.
—Por favor llévense el auto lo necesitan mas ustedes— ordene guiñándoles el ojo para demostrarle que todo estaba bien.
Clío se acerca y me abraza fuertemente a la vez que llora conmigo, entiendo que quiere expresarme todo el sentimiento de apoyo, ya que no lo puede hacer con la voz, Keila solo me observa tratando de contener las lágrimas ante aquel momento que la conmueve.
—Ya chicas, váyanse de aquí, necesitan dormir porque mañana las necesito a mi lado.
En cuestión de segundos el BMW X5 se perdió ante la mirada de todos, quienes se preguntaban quienes eran las chicas.
—¡Jos! Ahora en qué andas metido, ¿Quiénes son ellas?— Reclamo Erika un poco enojada.
—Creo que ahora no es momento de hablar de eso, ven y dame un abrazo que lo necesito.
Un abrazo que me recordó el valor de la amistad, esa que nos unió desde niños cuando perdí a mi padre en aquel atraco.
Estuvimos así un buen rato entrelazados el uno al otro descargando toda la tristeza que nuestros corazones compartían, ella era como mi familia y siempre me recordaba a Wanda, mi hermana mayor que nunca conocí.
Me acerqué al ataúd donde también estaba mi hermano, y ahí le prometí a nuestra madre seguir cuidando de él. Sabes mamá, ayer logre lo que jamás imaginé, aquel destino del que me hablaste, la noche en la que llorando te conté mi frustración por no tener el dinero para estudiar, en donde me quería convertir en un médico, ahora soy el gerente de la compañía de autos más importante de Hamburgo, y todo por hablar con un supuesto socio mientras hacía mi trabajo de limpiar literalmente la mierda de clientes y empleados.
Yo era el chico de servicios generales, quien hacía el aseo de toda la planta, el que miraban con desprecio al ser un pobre barrendero.
Desde hacía dos meses la compañía había entrado en crisis y estaba por irse a la quiebra, por eso fue necesario buscar a uno de los socios más importantes de los Estados Unidos, quien estudiaría la posibilidad al escuchar la propuesta que le tenían.
El gerente cara de amargado en ese entonces se reunía todos los días con los altos mandos de la empresa para tratar los temas que se expondrían el día de la visita de Neo Walker, el empresario más importante de todos los tiempos.
Por accidente aquel martes cuando limpiaba los vidrios, escuche lo que planeaban, estudiaban cada una de las marcas de los autos y se aprendían de memoria aquellos textos, me preguntaba como esos empleados siendo tan importantes no sabían nada de la compañía en la que laboraban.
Así pasó la primer semana y cada día oía lo que hablaban y lo grababa en mi cerebro, era algo como una clase a través de la ventana, escondido sin que lo notaran
Lo poco que aprendí lo aproveche para tener más conocimiento hasta que me descubrieron y me trataron mal por espiar reuniones que no me incumbían, por poco me despiden de no ser por unos cuantos que si me apreciaban, ese día me recordaron lo miserable que era.
Cuando el señor Neo Walker llego, aun tenia el enojo de aquellos días, el tipo muy bien presentado, con una corbata roja y zapatos de cuero finos, reloj de marca y los bolsillos llenos de dinero me saludo. No sabía quién era, lo confundí por otra persona sin importancia, nadie de la compañía había notado la presencia por que al parecer se había hecho pasar por otra persona.
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Editado: 22.11.2020