— Calixto ya estas listo solo te falta dar un poco más de ti — me decía mi maestro, Eric, mientras íbamos en camino al segundo sorteo.
— Lo sé, pero no quiero ir y cuando no quiero algo, aunque me obliguen no puedo hacerlo — dije en todo serio.
Mi maestro soltó una risa, me tomo por la espalda y al oído me dijo — Nadie quiere estar aquí, pero tenemos que hacerlo por nuestro bien.
Respire profundo le di las gracias y camine a mi equipo, que pronto dejará de ser mi equipo para unirse a otros, de los trece compañeros que fuimos seleccionados sólo hice amistad con cuatro Martín, José, Felipe y Wilbert. Jugamos barajas todo el tiempo que es posible, no hablamos de nuestros pasados como los demás del grupo, tampoco nos la pasamos juntos todo el tiempo, son buenos chicos y me agrada su compañía, esto es lo único bueno de estar obligado a tener que participar en el macro-evento. Si estuviera en casa me la pasaría viendo televisión y descargando música, estas vacaciones obligatorias fueron ideales para perder el tiempo de una forma diferente. Independientemente de lo que todos dicen, que nos mataremos y sufriremos yo estoy feliz, siempre y cuando pueda jugar una buena partida de barajas, lo demás no me importa.
Eric nos reunió en un círculo para darnos unas palabras, me pare junto a Martin y Felipe, ambos más altos, Felipe aún más que Martin, de hecho, soy el más pequeño en cuanto a estatura. Todos préstamos atención a lo que el Maestro decía, nos dio consejos para cuando estemos en problemas o en situaciones críticas, como actuar con los compañeros de las diferentes casas en las que estaremos. Llegó un punto en el cual por su rostro me di cuenta no quería hablar, pero tenía que hacerlo y no podíamos evadirlo ya que todos sabíamos que pasaría.
— Cuando estén sentenciados — decía Eric — sólo podrán hacer una cosa, no dejarse vencer. Yo sé que ustedes están preparados para esto, los entrene lo mejor que pude, en estos seis meses se han hecho parte de mi familia, y sé que ninguno quiere morir, ni yo quiero que les pase. Lo peor es cuando esa sentencia sea con un propio compañero, uno tendrá que morir — guardo silencio un momento — Por favor no entren en esa situación, háganlo por mí, no soportaría verlos pelear entre ustedes.
— Lo haremos — dijo Lizandra una de las compañeras más sociables del grupo — se lo prometemos.
Todos se acercaron a abrazar a Eric y no fui la excepción, le tomé cariño, era como un padre para nosotros, vivimos con el seis meses. Nos enseñó como cuidarnos ante diversas situaciones y siempre tuvo calma a pesar de que varios no podían realizar los ejercicios con facilidad. Vivir con él fue una gran experiencia, me sentí como cuando era niño y mis padres me cuidaban, se preocupaban de mí, lamentablemente hoy en día ya no están, pero eso no quita que este feliz porque a pesar de estar solo puedo decir que todo lo que vi de ellos fue bueno, me enseñaron a vivir y a crecer siendo fuerte.
Tomó mi mochila y camino hacia el vehículo, un autobús pequeño, color azul, en frente una cabina sólo para el chófer, con capacidad para veinticinco personas, no hay problemas al acomodarnos, somos la mitad. El grupo de Lizandra se sienta hasta el fondo, Walmer, Oscar, Cinthya, Laura y Jorge ocupan los últimos asientos. Suemi y Ana se sientan juntas ya que se llevaron bien a lo largo de estos meses, yo junto a una ventana sólo mirando a través de ella, y frente a mi José y Felipe platicando, justo a mi altura, pero en la otra hilera de asientos se sentó Martin y frente de él Wilbert. Eric entró en la cabina y se sentó a un lado del chófer.
Nos dirigimos hacia la zona 0 centro, no creo que sea asombroso estar ahí, he oído hablar antes de aquel lugar, aunque hay varias versiones de cómo luce por dentro y por fuera, unos dicen que es un lugar hermoso, otros que es una prisión de máxima seguridad. Lo único cierto es que es el lugar donde se harán los combates finales para depurar a los no aptos, no puedo negar que estoy nervioso y no quiero caer en un combate como ese. Mientras más nos acercamos siento como se hacen más fuertes las cosquillas de mi estómago, no sé si es emoción, pero no puedo dejar de pensar en el macro-evento y todo o que traerá a mi vida. Posiblemente no sobreviva, pero como Eric dice; este combate es de inteligencia y astucia no de fuerza, ya que la fuerza bruta no sabe dónde atacar, más sin embargo el cerebro sabe dónde defender.
Logró ver por el cristal la majestuosa infraestructura del lugar mientras no acercamos, mientras más cerca más impresionante se vuelve, parece un estadio de fútbol con un par de altas torres a los lados y entre ellas un puente que las conecta, todo parece ser cromado aunque en realidad es metal X, hasta donde se es el metal más fuente y resistente del planeta, es muy caro y difícil de conseguir, su dureza es mayor a la de un diamante y es tan moldeable como el agua. Sabiendo esto, cualquiera que intente escapar de este lugar tendría que hacer un esfuerzo inhumano para poder pasar las murallas sin contar que en la parte superior de las gradas hay casetas de seguridad a cada veinte metros.
Pasamos varios filtros de seguridad, este lugar está sobre protegido a mi parecer, cada vez que el autobús se detenía subían los guardias a hacer revisiones de vehículo y de personas. El grupo que viajaba al fondo del autobús una vez que pasamos los filtros quedaron mudos, supongo que les asombro el lugar tanto que no pudieron expresar palabras. Llegó la hora de bajar, Eric nos dirigió hasta unos vestidores, las mujeres se fueron al de la izquierda y los hombres al de la derecha. El lugar era muy amplio, tenía varias bancas largas en la parte de en medio y al fondo se veían los privados tanto para hacer del baño como para bañarse, a un lado de ellos se encontraban un par de espejos que iban del suelo hasta el techo. Todo estaba de color blanco y muy limpio, un lugar que trae la paz, pero al ver que estamos en el Estadium me hace pesar que será la misma paz que precede la tormenta.
Editado: 23.04.2020