—¡Adelántense!— gritó a Saeok Jin y corrió con el cuerpo débil hasta en vehículo en el que llegaron. Giró la llave y empezó a salir de allí, pero se le estaba haciendo imposible.
Cuando salió del camino para llegar a la carretera más cercana, el castaño suspiró más aliviado, pero el sonido insistente de un teléfono lo alertó y buscó el molesto aparato por toda la extensión delantera del vehículo, hasta encontrarlo dentro del cajón. Contestó.
—Hyeong, quede en llamarte desde que llegara a Busan. Estoy bien. ¿Donde estás? — el castaño miró la pantalla del teléfono. Era un tal Nam Joon. Creyó haber escuchado de él alguna vez por parte de Ho Seok.
—El está aquí en Busan. Necesito que me ayudes.— indicó el castaño un poco nervioso. Por el tambaleo que empezaba a dar el vehículo. Necesitaba revisar qué sucedía.
—¿Quien eres tú? ¿Donde está, Ho Seok?— Cuestionó el moreno por el auricular. Jackson pisó el freno del auto y se bajó para verificar lo que ocurría.
Una llanta estaba vacía.
—Soy Jackson. Necesito que vengas a a carretera. Estamos varados aquí y no quiero que aparezca la policia y nos encarcele.
—Estoy cerca, estaré allá en unos minutos.
***
Estaba relativamente contento ese día después de recibir el abrazo de Ho Seok. A veces, le parecían un exceso de demostración porque él siempre mantenía a raya su particular personalidad sería, pero solo a veces. Porque las otras lo dejaba hacer que quería con él. Se lo merecía, al ser la persona más noble del mundo y a la misma vez una de las más sufridas.
Era un chico guerrero que se había dejado influenciar en cierto modo por la mafia, pero que en su interior cultivaba un sentimiento de apego a las personas amadas. Siempre pensaba que no lograba entender cómo alguien tan dulce podía ser parte de algo tan aparentemente malo, pero así eran de extrañas las cosas.
El trayecto había sido tranquilo hasta Busan. Aunque antes de salir se había dispuesto a revisar el vehículo con cautela para no tener algún imprevisto.
Escuchaba algunas canciones favoritas de su lista en el carro y mantenía sus ojos fijos en la carretera. Tenía muchos deseos de llegar y volver a contemplar los lugares que visitó en su niñez. Principalmente esa playa a la que siempre iba. Donde conoció a Ho Seok.
Cuando llegó por fin a carretera más cerrada decidió llamar a Ho Seok y avisarle para que no preocupara. Pero entonces contestó una persona que no conocía. Decía que estaban varados en una de las calles principales. Encontrando esa zona en el GPS de inmediato se dispuso, nervioso porque no quería pensar lo peor.
Aunque Ho Seok tenía la costumbre de nunca contestar las llamadas, esa en particular lo tenía inquieto. Nunca nadie antes le había contestado el teléfono. Suspiró, evadiendo algunos autos frente a él y no tratando de acelerar más que a la velocidad debida.
Dobló por una calle, para traspasar la otra y entonces se encontró un auto aparcado a un lado. Estacionó el suyo y salió de él, encontrándose con un personaje de cabello castaño más bajo recostado en una puerta.
—¿Eres Jackson?— preguntó el moreno. El otro asintió a él. Parecía que un camión le había pasado por encima. Se veía totalmente desaliñado y golpeado por todas partes.
—Llévatelo.— dijo Jackson caminando hasta la puerta del copiloto para sacar a un ensangrentado y pálido Ho Seok. Nam Joon hizo una expresión de sorpresa y se lanzó sobre su amigo. Que rayos le habían hecho?
—¿Que sucedió?— preguntó ensimismado en lo que veía y sosteniendo al pelirojo con cuidado de no dañarle más.
—Eso es lo menos importante ahora tienes que llevarlo a un hospital.— El moreno asintió a un en shock. Con torpeza adentró al mayor en la parte trasera del vehículo y luego se volvió para decirle al otro que fuera con ellos. —No te preocupes por mi. Yo ataré bien.
El chico agradeció con una inclinación leve y con los nervios a flor de píel, encendió el carro. Su cabeza empezaba a preguntarse cómo era que su amigo estaba tan herido. ¿Que rayos estaba sucediendo? ¿Que había pasado? Se sentía en esos momentos con un peso demasiado abrumador sobre su cabeza.
Trataba de concentrarse en la carretera lo más que podía. Estaba pensando en todas las opciones de volver a Busan para llevarlo, pero los había encontrado en medio de la nada y le parecía lo mismo volver o seguir hasta Daegu.
Sus manos temblaban por el temor.
En lo que iban por el camino, todo se tornó borroso. La lluvia empezó a caer haciendo que la mirada de Nam Joon se alternara en los espejos y retrovisor del vehículo y empezaba a empañarse. Un vehículo se atravesó por en medio de ellos, tomando el carril contrario haciendo que el moreno girara súbitamente el volante a su costado.