Epílogo

Sus ojos revisados en lágrimas fueron estrujados por las manos contrarias, haciendo que el más bajo alzara la cabeza de su posición. Ho Seok miró a su amigo con tristeza. Este alzó sus cejas y le brindó una sonrisa de hoyuelos despampanante, acunando luego la cara del más bajo en sus manos.

—¿Porqué lloras, Hyeong?— preguntó el moreno. —Es porque no encontramos a la mamá del cangrejo o porque destrocé el castillo?— cuestionó este estrujando sus cejas sin entender. Ho Seok observó al más alto sacudiendo su cabeza, cosa que hacía que su cabello se agitara sobre su frente, lo hizo a un lado incómodo. —Entonces, que?— preguntó.

El niño estaba un tanto cohibido de decirle, pero no importaba que lo supiera porque, que más daba. Su mamá se había ido y no volvería y su padre solo bebía todo el tiempo.

—Mamá se fue y no volverá.— expresó con un pequeño hipido. El más alto lo observó e incorporándose de la arena le estrechó su mano para que se incorporara. El niño le correspondió llevando su mano hasta la de su amigo tratando de dejar el llanto.

Ambos empezaron una caminata por la arena en silencio. Entonces el niño más alto hizo un toque sobre el hombro de Ho Seok.

—¡No me atraparás!— soltó este con una sonrisa de par en par, contagiando al menor con su entusiasmo previo a los juegos. El más bajo olvidó su pronto dolor y empezó a corretear a su amigo, reviviendo en él la felicidad que se había ido con el recuerdo del abandono de aquella mujer.