CHAPITRE 7...
-Y...-
La mirada ansiosa de Clarissa Blair y sus interminables pochoclos en sus manos me tenían nerviosa, pues, de vez en cuando tomaba uno e insinuaba algo, aunque claramente no sabía que era.
- ¿Y qué? Clarissa-
Bufe seguidamente y me deje cae sobre el sillón de Blair.
Esta gruño vagamente y se incorporó después de haberse tirado en ese suelo por más de cinco minutos.
-dices que fuiste a ver al empresario más exitoso, guapo, millonario, joven, del mundo y no tienes ninguna anécdota-
Oh... eso.
No quería siquiera recordar aquello, bufe nuevamente y tome mi cabello entre mis manos jalando tontamente de él.
-que podría decir-
Pronuncie vagamente.
-No sé, algo como... oh ya se...-
Chasqueo la lengua y seguidamente se acercó a donde me encontraba.
- ¿de qué color son sus ojos? –
Debía admitir que envidiaba el gran entusiasmo que Clarissa Blair presentaba, siempre.
Desvié mi mirada acosta de que no quería recordar aquello, no quería recordad esa tenebrosa y escalofriante mirada.
-No lo sé-
Dije finalmente.
- ¿Cómo que no sabes, Alexa Collins? -
Por un momento paro de hablar y me miro de forma inaudita.
Se sentó seguidamente en el suelo y desde ese punto de miro.
-No me digas que no miraste en ningún momento al joven Clark, no me digas que no pensaste en verle su hermoso rostro, en lujuriarlo-
-Clarissa-
Me queje parándome del sillón y alejándome de ella.
- ¿Qué rayos te pasa?, Dios, jamás lujuriaría a un chico-
Por parte de ella solo hubo un extenso resoplido y luego sentí como se acercaba a mí.
No era cierto... yo... sentía deseo de estar con Clark, lo sé, siempre lo supe, pero, él y yo éramos de diferentes estancias, éramos de diferentes clases, éramos de diferentes lugares, diferentes principios, diferentes sueños.
Éramos completamente distintos.
Y tal vez por esa razón llego a mi vida, para darme cuenta lo bajo que me encontraba de esta sociedad, que no era siquiera digna de estar en Nueva York, porque este lugar jamás podría estar con una persona como yo... que esta era la triste realidad.
-Pero, Alexa, hablamos del mismo príncipe Ashton Clark-
¿Príncipe?
Sonaba tan complementario con su nombre, tan... congruente con su personalidad, porque lo cierto, era que Ashton Clark era un príncipe.
Incluso cuando su vida se veía turbia por ese cambio de personalidad.
-Alexa, escucha, si yo estuviera en tu lugar te aseguro que iría tras de él todo los días-
Siempre estaba con él, cada momento de mi vida, cada día en mi casa, las noches con él y unos chocolates en mi mano, nuestras charlas de la sociedad, de cuanto apestaba vivir... en la... ciudad.
-esto es magnífico, es como sentirte que vuelas entre ellas-.
Me di cuenta que Ashton tampoco había divisado las estrellas como lo hizo acá- ¿tampoco tienes esta vista? - se me ocurrió preguntar.
-eh... Digamos que el edificio donde vivo no es un gran observatorio- asentí en compensación.
-pero la terraza-.
-la terraza se usa para una piscina y hay reglas que no se pueden romper, como usarla después de las seis de la noche-.
-vaya- suspire pesadamente.
-ponerte en las calles es peligroso a esa hora, te pueden pillar y tomar tu dinero, llevarte tus pertenencias e incluso secuestrarte, cada minuto en esos lugares valen oro y vidas-.
Entonces... Nunca vio unas estrellas así, no desde el punto de vista que yo estaba acostumbrada a ver, como lo era las constelaciones y la luna llena sobre nosotros.
-entonces... Me alegra que tu primera vez sea conmigo -indique complacida.
- a mí también, pequeño satélite-.
Pequeño...satélite...
Clark había admitido que jamás haba sido tan feliz como lo fue en Jackson, pues, su rostro a simple vista lo deslumbraba, Ashton Clark, había nacido para estar en estos lugares, en estas clases de personas.
-Alex, ¿sucede algo? ¿Dije algo malo? -
Mis parpados estaba bajos, mi sonrisa era débil, mis manos temblaban y una lagrima había rebosado en mi mejilla y yo ni siquiera me había dado cuenta, estaba llorando y ni siquiera me había dado cuenta.
Ashton vivía en un mundo aislado, el Ashton que yo conocía estaba súbitamente dormido.
-No, es eso-
Musité con un hilo en la garganta.
Sonreí débilmente y me senté en el suelo limpiando mis seguidas lágrimas que recorrían mi rostro.
-es solo que recuerdo viejos tiempos, Blair, solo eso-
Palmeo seguidamente mi espalda y sonrió débilmente a mi lado.
-escucha Alex, sé que no somos muy amigas, ni tenemos tanto tiempo en ello, pero, estoy aquí, seré tu amiga, te ayudare en tus problemas, si quieres desahogarte conmigo está bien-
¿Y cómo explicarle? Que la persona que sale en revistas, periódicos, línea número uno de empresario, estuvo conmigo por un largo tiempo siendo: