CHAPITRE 37...
Sabes... esas tardes en penumbras, sola, en tu habitación, sentada a los pies de tu cama con la mirada perdida y tus pensamientos a flote.
Sabes... esas ideas que desbordan, pero, que no precisamente son de felicidad, sino mas bien de pena, de dolor, de ayuda.
Clarissa Blair se había marchado, Joe había ido a casa ya, los guardaespaldas, estaban en la entrada del hotel y Ashton... pues el, estaba en su cuarto, haciendo unas llamadas empresariales, con empresarios muy emprendedores.
Cabía decir que el sentimiento de incomodidad y de desequilibrio rondaba en mi mente, no me atrevía a salir de mi cuarto, por miedo a los recuerdos que deambulaban por la sala, no me atrevía a visitar la biblioteca secreta por los secretos de ambulantes, no atrevía a caminar unos centímetros por que mi corazón se acelerarían como tren con mucho carbón.
Pero... aun así mi mente se sentía Exploradora, quería andar por allí, como así de alguna manera encontraría algo realmente interesante.
Clarissa Blair antes de irse, había organizado un momento en específico en mi agenda para mañana después de clases, pues, según ella, era esencial que estuviera perfecta para la noche de gala y que, además, debía lucir esplendida para su querido Dante Lovegood.
Y lo sabía aun debía resolver eso con ella, pero, algo me decía que aún no era el momento exacto para algo así.
Simplemente me limite a asentir y sonreírle al despedirme de ella.
Ahora... lo que aún no me quedaba claro era su intención con Matteo... y no, no me malinterpreten, no me interesaba en absoluto lo que le sucediera a Matteo, pero, era de mi mejor amiga de quien hablábamos, saldría con un chico que claramente era el chico más mujeriego, vamos, el mismo lo había admitido.
Sin embargo, el amor era ciego y ella claramente era del tipo de chica romántica que se iba con el primero que le dijera cosas lindas.
No obstante, también me había informado de la llegada de su hermano hoy en la noche y que por ende el también iría con nosotras a comprarse algo de ropa elegante, para una fiesta donde habría estirados (solo que ESTIRADOS era mi definición para esta clase de gente)
Mis manos rozaron ligeramente la manija tratando de recoger toda la valentía posible para salir y dar la cara a la fría noche de la sala y las luces de la ciudad.
-Solita, en la oscuridad-
Canturree temblorosa con un nudo en la garganta y un revuelco total en el estómago, sintiéndome un total garabato en la ciudad.
Suspire nerviosamente una y otra vez, rozando y dando una especie de fricción con mis manos y el pantalón.
Pero, no espero lo que pensaba, no espere que la soledad... fuera tan... arrasadora y cruel, que se viera tan asesina y se presentara con tanta presión.
Escuche los pequeños murmullos lejanos de la oficina de Ashton, como adornaba sus palabras y hablaba diplomáticamente acerca de cómo hacer con la siguiente estrategia para seguir mejorando la empresa de su padre.
De alguna manera, sus ideas me hacían sonreír como tonta, su manera calmada de hablar y su manera en sí de hablar, como paraba cada minuto para escuchar lo que tenía que decir el receptor, escuchar atentamente y luego opinar sobre si estaba de acuerdo o no.
Lo imaginaba, casi como si viera a través de la puerta, sonriendo y mirando a un punto desconocido con una mano en la cintura y luego caminando de un lado a otro.
Pero, aun así, la ciudad seguía aquí, aun así, seguía los incesantes ruidos de buses, camiones de basura pasando de un lado a otro, los taxis, dejando a las personas, las personas murmurando por teléfono, aun así... la ciudad seguía viva y atenta, seguía actica y en movimiento.
Y mi reflejo a través de la enorme ventana era cada vez más borroso.
Y aun con esfuerzo, trataba de cerrar mis ojos y recordar con nostalgia mi pequeño pueblo... pero... me era imposible, recordar, las calles, la pequeña plaza en la que poca gente transitaba, las noches solitarias y pacíficas, el instituto de Jacksonville y sus pasillos abarrotados de jóvenes meticulosos y ofensivos, los activos vecinos que esperaban una primicia para contárselo a los demás.
Poco recordaba mi casa y el color de ella, el sendero enrome piso que daba a la entrada, mi camioneta y sus fallas, mi cuarto y el enrome armario secreto (ahora tal vez lleno de algo inservible para mi) pues cuando me fui, le dije a papa que mi cuarto era libre y estaba a su disposición.
Y finalmente a mi padre... no... no le recordaba tanto, tal vez ahora tenía barba, el cabello más largo, tal vez tenia arrugas de más, más gordo, más alto, no se.... Algo de más debía tener, algo debía de haber cambiado.
Y no es que hablara con el tan seguido porque existía este problema de comunicaciones internacionales, en que tan solo una llamada de Nueva York a otro país u otro estado, te sacaba un ojo de la cara, así que procuraba no llamarlo tanto, aunque sinceramente a veces se me olvidaba.
Lo llame a inicios de trimestre y después del primer día de universidad, diciéndole todo con esmero y dedicación, diciéndole cuán grande era Columbia University.