Destiny Moonlight- Destinados

Destiné

CHAPITRE 54

 

“-No te culpo si me hubiese tocado elegir entre Ashton o yo, hubiese elegido a Ashton- “

Steven Benson probablemente halla sonado de manera errónea, sin embargo, no estaba equivocado, quien no daría miles de cosas por no vivir una vida de problemas, sino, alado de Ashton.

Cuantas chicas no querrían algo con Ashton y tener la dicha “yo estuve con él” y era cierto, Ashton Clark, hace poco de dos años había sido declarado por News Times_ Nueva York, que era oficialmente el empresario más guapo y joven de todos, dejando su presencia como Real, no podía hacer sido el Rey empresario, porque ese puesto ya estaba ocupado por mi primo, Demons Lovegood.

En otras palabras “El embajador de negocios”, el chico mejor galardonado con tan solo veinticuatro años de edad.

El Rey de los negocios, Demons Lovegood, ha sido así por más de tres años seguidos, hizo surgir de un terrible invierno una vieja compañía de música, cuando ese hombre tuvo esa compañía en sus manos, todo, absolutamente TODO, cambio, elevando de nivel tanto es estatus de la familia Lovegood, como el estado de esa empresa musical.

He allí “El embajador de Negocios”

Específicamente y con toda seguridad puedo decirles que mi pariente Demons no es más que un vampiro de esta era; ¿Por qué decirlo?

Ha habido historias de muchos empresarios, de hecho, todos los empresarios, tienen una gran historia, salen en diferentes eventos, muestran su empatía, sin embargo, la vida del Rey Empresario, nunca ha salido a la luz, sus obras son misteriosas, aparecen nuevas compañías, surgen del polvo, llevan desde un inicio un gran estatus y cuando volteas a ver su creador o patrocinador te estrellas con el nombre de Demons, con la mirada seria y petrificante de Demons.

Demons iba de a milagro toreado a la fiesta de Dante, porque era su hermano y porque su madre y padre requerían de la presencia de él para que fuera un hecho sin precedentes.

Y diminutivamente abro una ventana para incluir mi nombre alado de Demons Lovegood.

Demons en pocas palabras me detesta, igual que su familia, aunque no por las razones que ellas dicen, no solo por el simple hecho de que no soy una empresaria.

Sino también, por mis absurdas respuestas sin base, porque decía que era demasiado débil para ser una Lovegood, que el destino no iba a aferrarse a mí solo por una tonta sonrisa, que la vida no era un sueño, que no podía olvidar que yo misma debía timonear mi barco y no ser tan niña y miedosa.

Que la vida no por ser niña me iba a tratar bien.

Porque la verdad era que, me estrellaría, tomaría mi cabeza y la aplastaría contra la cabeza, tomaría mi cuerpo y lo volvería un ocho y que si yo no hacía nada iba a quedar en la calle, sin nada ni nadie, que no siempre dependería de mi padre, no siempre…

Y siempre, que trataba de entablar una conversación con él, mis ojos terminaban en cada uno de ellos y sus costados, rellenados de lágrimas amargas.

-Señorita Collins, llevamos veinte minutos de retraso y el señor Clark empieza a llamar-

-No le contestes-

Indique en forma evasiva, ahora no quería hablar con él.

 

Debía ordenar mi escritorio, mi alma, mi mente, mi corazón, con Steven de acuerdo con mi decisión, ahora…yo… supongo…. Que era… ¿Libre?

Había sentido una carga encima mía una vez Ashton había entrado nuevamente a mi vida, pero, cuando Steven acepto y me ayudo a combatir esta revolución, una ráfaga de oportunidades llegó a mi vida, ahora era libre.

Y en lo más profundo un simple deseo quería aprender a funcionar en este mundo, todo me estaba cambiando, la ciudad empezaba a ser menos tortuosa y el deseo empezaba a reflejarse en mi rostro, mis ojos empezaban a brillar con ambición y mi agarre entre mis manos se forzaba cada vez más.

Mis deseos se estaban llenando de un sabor exótico, agridulce, de una nueva luz.

Y estaba clara de algo…

Tenía unas inmensas ganas de besar a Ashton Clark.

Mordí mi labio inferior impulsándome hacia el asiento, sonriendo tontamente.

Mierda… el amor sabía jodidamente bien.

Cruzando el maravilloso puente de Brooklyn y su atestada población de Neoyorkinos, el tranque de automóviles se extendía desde la punta que llegaba de Manhattan hasta el inicio del gran barrio Brooklyn.

Cabía decir que había algo interesante en el nombre Brooklyn, siendo parte de Nueva York obviamente debía tener una gran historia; Brooklyn había sido denominada así, por un pequeño pantano en esta isla o barrio de Nueva York.

Leonard Dior había comenzado sus raíces allí, por lo que decidió por allí mismo iniciar una compañía de moda, la cual creció poco a poco, en una de las pequeñas tiendas de Brooklyn, siendo alertado como “homosexual” fue echado de su familia, así mismo de sus amigos, pero, Leonard Dior encontró un lugar de paz y tranquilidad para él y es que… la moda le apasionaba tanto como un perro a su hueso, Leonard no era más que la limitada población de “homosexuales” famosos, consiguió la fama cuando se decidió probar en redes sociales, publicar sus ideas en sus aperturas a las redes, consiguiendo así la solicitud del Instituto Marangoni en Francia una sede especial de Milán- Italia, también encontrada en Londres.




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