Destrucción y Caídas

Capítulo 5: Fuerza y Poder, Haise.

    A la mañana siguiente, el príncipe Haise se levantó tarde. Solo quería estar descansando por un día. Ya era medio día cuando se había levantado. Le habían dejado su desayuno a fuera de la puerta de su habitación. Después de haberse terminado el desayuno, se puso ropa de seda fina. Tomo su espada y salió al patio. Cuando estaba bajando las escaleras, se detuvo cerca de una ventana que daba una hermosa vista a la ciudad del reino. Aprecio lo hermosa que se veía. 

    «Nunca debí irme de aquí y nunca lo haré» pensó. Quiso seguir avanzando, pero observo a Sniy y a Falith juntos cerca de la biblioteca. Después miro hacia las escaleras que llevaban a la ciudad. Observo a Adir que las iba subiendo. 

    —Hola, Haise ¿A dónde vas?

    —A entrenar con Adir —respondió el príncipe.

    —Adir está ocupada, no creo que te entrene hoy —comento Galvan.

    —La acabo de ver subir las escaleras de la derecha —dijo Haise—. Ya es tarde señor Galvan, nos vemos al rato. Cuando se vayan.

    Esto último lo dijo susurrando mientras iba bajando las escaleras. Galvan lo escucho, pero no dijo algo. Subió las escaleras hacia su habitación. 

    Haise al abrir las puertas del palacio noto que Adir también trataba de abrirlas. Se miraron por varios segundos. 

    —¿Estás listo para entrenar? —pregunto Adir.

    —Sí, supongo —respondió el príncipe con amargura.

    Los dos salieron al patio. Desenvainaron sus espadas. Se pusieron en posiciones de combate. Adir le dijo a Haise que recordara lo que la última vez le enseño, antes de que se fueran a Pelglis. Haise avanzo hacia Adir blandiendo su espada, Adir lo esperaba protegiéndose con su espada. El sonido de las dos espadas al chocar dio miedo para los que estaban cerca. Haise quería derrotar por segunda vez a Adir. Mientras ella trataba de defenderse, Haise no dejaba de atacar. Las espadas cada vez chocaban con más fuerza que liberaban pequeños destellos. 

    Adir logro alejar a Haise para que pudiera recuperarse, al bajar la guardia Haise se acercó lo más rápido a ella para tirarla y ponerla la espada frente a ella. Unos segundos después Haise le paso la punta de su espada por la frente de Adir diciéndole que se había vuelto más fuerte que ella. Adir quedo estática ante lo que hizo Haise, tenía ganas de llorar. 

    —¿Qué es lo que pretendes hacer Haise? —pregunto Galvan acercándose.

    —Demostrarle a Adir quien es el espadachín más fuerte del reino —respondió él.

    —Estás completamente demente Haise, tú no eres así —exclamo Galvan—. Tú no eres así, ¿Qué es lo que ocurre contigo?

    —¿Qué está pasando conmigo?, nada, absolutamente nada, solo que soy más fuerte que Adir.

    —No lo eres, aún no Haise. Te falta mucho para ser el más fuerte del reino —declaro Adir levantándose con la ayuda de Galvan.

    Haise la miro de una manera extraña. Avanzo a ella y le dijo:

    —Estás equivocada.

    —No, tú eres el equivocado. No te creas por ser el elegido, no lo eres y no has demostrado serlo —expreso Galvan—. No eres más fuerte que ella, yo lo sé y muchos también lo piensan así.

    —Sé que no soy el elegido, eso lo tengo muy en claro señor Galvan —dijo Haise—. He derrotado por segunda ocasión a mi maestra de armas, la estoy superando cada vez más. Por eso razón soy más fuerte que ella y, por lo tanto, el más fuerte del reino.

    —La más fuerte y poderosa del reino es la reina Lafia, yo no soy capaz de llegar a esos niveles de fuerza y poder —dijo Adir—. Después siguen los hermanos Colt y por último yo. No eres capaz de superar a cada uno de nosotros, aún no. 

    —¿Poder? No he hablado de poder, pero también sé que no soy tan poderoso como ustedes, pero si demasiado fuerte —comento Haise.

    —Con esa actitud no llegarás a ser el más fuerte —expreso Galvan—. Mucho menos el más poderoso, no sigas con eso o lo perderás todo. 

    —¿Perder todo? —Haise estaba exaltado—. No tengo mucho, nadie de este reino me quiere, ni como su príncipe ni mucho menos como el legítimo rey. Cree que tengo mucho, ay por favor, son muy pocos a los que les agrado. 

    —Tal vez sea así, pero eso lo decidirás tú. Tú eres el príncipe y serás el rey sea como sea —dijo Galvan—. Así que comportarte y actúa como tal.

    El príncipe Haise se alejó de Galvan para dirigirse al palacio. Adir corrió para detenerlo. Le agarro el hombro, Haise se detuvo y volteo. Miro a Adir aun con sangre en la frente. Adir le dijo que siguieran entrenando. A lo que Haise se negó.

    —Es mejor que vayas al médico que te chequen la frente —Haise no quería hablar con alguien o hacer algo más después de lo sucedido. Volvió a voltear, avanzo tres pasos y se detuvo—. Y lamento haberte lastimado.

     Galvan se acercó a Adir para llevarla al médico. Haise entro al palacio y se tiró de rodillas en la entrada, se encontraba solo. «¿Qué es lo que me está pasando? ¿Por qué a mí?» pensó. Sus lágrimas comenzaban a salir de sus ojos, él no sabía lo que le estaba pasando. Estaba muy asustado y frustrado. Subió a su habitación, dejo su espada tirada y se tiró en la cama. 




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